Invita a comer rico. ¿No sabes qué hacer el feriado? Este rincón bonaerense se presenta como una alternativa disruptiva, dado que encuadra un verdadero oasis de paz y propone redescubrir las raíces tradicionales de la cultura argentina.
Después de un marzo muy movilizante, el feriado del 2 de abril, Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, se presenta como un momento perfecto para descansar y “romper” con la agitada rutina de las grandes ciudades.
En este sentido, las escapadas cerca de CABA se posicionan como una de las mejores alternativas a la hora de afrontar una jornada no laboral en familia, amigos o pareja. De hecho, existen tantos destinos como circuitos turísticos de gran atractivo para aquellos que cuenten con un bajo presupuesto.
Sin necesidad de recorrer largos trayectos, a solamente 297 kilómetros, se puede encontrar un interesante pueblo que no solo llama la atención por su peculiar nombre, sino que también enamora por su espectacular gastronomía.
Un pueblo de 70 habitantes donde el campo invita a comer rico y descansar
Aunque resulte extraño, este pintoresco destino se llama Sarasa y refiere a un pueblo diminuto que se encuentra “escondido” dentro del partido de Colón, norte de la provincia de Buenos Aires, y cercano al límite territorial con Santa Fe.
Geográficamente, el lugar no solo se encuentra próximo a la Capital Federal (297 kilómetros de distancia), sino que también se sitúa en las inmediaciones de otras reconocidas localidades turísticas como es el caso de Pergamino, Rojas, entre otras.
En caso de viajar en auto, desde CABA, el viaje dura aproximadamente 3 horas y 30 minutos. Se debe salir por Panamericana y empalmar con la autopista Ezeiza-Cañuelas (Ruta Nacional 8). Finalmente, en Colón, doblar ruta provincial 50 hasta llegar al sitio en cuestión.
En términos generales, se puede confirmar que Sarasa ofrece una experiencia única para aquellos que buscan tranquilidad y conexión con la naturaleza regional. De hecho, el sitio se mantiene intacto al estrés cotidiano y sus 71 habitantes se encargan de proteger el preciado silencio que convive en sus calles.
A su vez, el destino “escondido” está rodeado de amplios campos y diversidad de estancias que ofrece oportunidades únicas para practicar actividades al aire libre como es el caso de la pesca, el senderismo e incluso paseos en caballo por las postales rurales.
Continuando con la estética campestre y tradicional, los visitantes podrán experimentar todas las tradiciones nacionales a partir de la degustación de distintos platos. El club local ofrece desde fiambres caseros y conservas típicas de la abuela hasta bebidas de primera calidad.
Más allá de los ricos platos y el turismo rural, el pueblo cuenta con una rica historia que se remonta a principios del siglo XX, cuando Jorge Atucha adquirió 35.000 hectáreas de tierra y estableció la cremería “El Pelado”. Luego, en 1913, se fundó la estación de ferrocarril y el destino en sí.
Entre los lugares de interés se puede mencionar: la viaja estación, un edificio histórico que data de 1913; la capilla que funciona como un lugar de encuentro de la comunidad; la añeja escuela, un edificio que data de la época de fundación del pueblo y que es un testimonio de la importancia que se le dio a la educación; entre otros.