Un reencuentro marcado por la memoria entre un bombero y un excombatiente sigue conmoviendo a Puerto Madryn.
La historia de José Guerriero y Ariel Tascón vuelve a conmover a Puerto Madryn, a 43 años del desembarco del buque Camberra en el puerto local, cuando cientos de soldados argentinos heridos regresaron de Malvinas. El relato fue compartido en el programa #MODO17 por #LA17, donde el bombero recordó el encuentro con el excombatiente, a quien trasladó en ambulancia y asistió en silencio durante uno de los momentos más difíciles de la historia reciente del país.
“Ninguno de nosotros estaba preparado para recibir gente que venía de una guerra”, confesó Guerriero, todavía conmovido por la escena que lo marcó para siempre. El 19 de junio de 1982, al llegar el Camberra, no sabían si el desembarco se realizaría en Madryn o en Comodoro, hasta que llegó la confirmación y el operativo de contención sanitaria y logística se activó con urgencia. José, que entonces era bombero voluntario, recibió a Ariel en el muelle y lo acompañó hasta las barracas médicas, sin imaginar que ese vínculo se mantendría por más de 40 años.
Ariel sufría pie de trinchera, una de las lesiones más comunes entre los excombatientes que pasaron días enteros bajo frío extremo, mojados y sin posibilidad de moverse. Guerriero recuerda cómo lo trasladaron rápidamente a un centro de atención y luego a Buenos Aires. En ese trayecto, surgió el primer diálogo humano que Ariel tuvo con un argentino después de la guerra. “Él me dijo que los ingleses les advirtieron que acá los iban a tratar mal. Pero fue todo lo contrario”, remarcó.
El recuerdo más fuerte para ambos fue la imagen de la gente que espontáneamente salió a las calles. “Fue literal, Madryn se quedó sin pan. Las familias ofrecían lo poco que tenían a los soldados que llegaban en camiones, y esa imagen nos acompañará toda la vida”, relató el bombero. La escena fue registrada también en la memoria colectiva como uno de los gestos más puros de solidaridad civil en tiempos de guerra.
El contacto con Ariel se mantuvo por carta durante un tiempo, hasta que perdieron el rastro. Pasaron 40 años hasta que, en 2022, la esposa del excombatiente decidió sorprenderlo. Se comunicó con el cuartel de bomberos y buscó a José. “Ella quería regalarle el reencuentro. Él no sabía nada. Cuando abrió la puerta del cuartel y me vio, no pudimos contener la emoción”, contó Guerriero.
Hoy, la amistad se sostiene con llamadas, mensajes y fechas compartidas. Ariel, que se convirtió en arquitecto, y José, ya abuelo y con años de servicio, mantienen ese lazo que surgió en la tragedia y se convirtió en memoria viva. “Hay situaciones que marcan, y las que terminan bien son las que nos llenan de orgullo”, aseguró el bombero.
El recuerdo de aquel día también evidencia otro tiempo. Sin celulares, con escasas líneas telefónicas y sin redes sociales, la noticia del arribo se corrió por radio y por voz. Fue así como una ciudad entera salió al encuentro de sus hijos que volvían del horror. “Nadie los convocó. Fue espontáneo. Todos querían estar”, resumió Guerriero.
Para quienes no vivieron esa época o eran muy jóvenes, el testimonio de José rescata una parte fundamental de la identidad local. A través del relato en #LA17, la historia entre el bombero y el soldado se vuelve presente otra vez. Una muestra de humanidad que sigue conmoviendo cada 19 de junio, con la misma intensidad que aquella primera vez.