Explorar la Patagonia a pie es adentrarse en un mosaico de ecosistemas que combinan la fuerza de los glaciares, la inmensidad de la estepa y la imponencia de los volcanes. Cada sendero propone un contacto íntimo con la naturaleza y una historia que se despliega en cada paso, desde antiguos restos arqueológicos hasta formaciones moldeadas por siglos de viento y agua.
En Villa Traful, Neuquén, el trekking a las Lagunas Las Mellizas invita a una jornada completa de caminata guiada por Jorge Nemesio “Pichu” Olate. El recorrido incluye un alero con pinturas rupestres de entre 500 y 700 años, seguido por la visita a las lagunas Verde y Azul, y un ascenso hasta un mirador natural a 1.200 metros sobre el nivel del mar, con vista al lago Traful y a los cerros Monje y Negro.
Conoce Patagonia a pie
De acuerdo con LU17. Más al sur, en El Calafate, Santa Cruz, el glaciar Perito Moreno ofrece experiencias únicas con Hielo y Aventura. Las opciones van desde el Minitrekking de tres horas hasta el Big Ice de siete, con navegación previa por el brazo Rico del lago Argentino. Equipados con crampones y casco, los visitantes caminan sobre el hielo, se asoman a cuevas naturales y finalizan con un brindis singular: whisky con hielo glaciar.
En Bariloche, Río Negro, La Buitrera sorprende con sus formaciones rocosas de ceniza volcánica y piedra, rodeadas de neneos y coirones. “El cóndor andino suele usar los huecos rocosos para descansar”, cuentan en el predio de la familia Crespo, donde el acceso se complementa con la posibilidad de disfrutar tortas fritas y pan casero.
El Parque Nacional Perito Moreno, en Gobernador Gregores, ofrece 90 kilómetros de senderos y refugios gratuitos, mantenidos gracias al aporte filantrópico y voluntario. Los circuitos combinan paisajes como la Península de Belgrano y la Laguna de los Témpanos, accesible tras vadear el río Hermoso, con vistas de bloques de hielo desprendidos del glaciar Lácteo.
En Chubut, el sendero de Las Palanganas, en el Parque Nacional Los Alerces, volvió a abrir tras una década de cierre. Son 10 kilómetros ida y vuelta hasta un paraje donde se forman pozones habitados por truchas y percas. El camino atraviesa bosques de caña colihue y antiguos trazados que conectaban con Trevelin antes de la construcción de la represa Amutui Quimey.
El glaciar Cagliero, en El Chaltén, propone un desafío más intenso. El acceso combina senderismo por la reserva Los Huemules, un tramo de vía ferrata y finalmente el trekking sobre hielo. Se realiza de octubre a abril y exige buen estado físico para cumplir con los tiempos de cierre de la reserva.
La Patagonia también es volcánica. El ascenso al Copahue, desde Caviahue, lleva a un cráter con lago ácido y fumarolas activas. Con 2.965 metros sobre el nivel del mar y actividad registrada en 2013, la travesía requiere registro previo y guía habilitado.
Rutas únicas entre glaciares, volcanes, lagunas y estepa
Para los amantes de la historia natural, el Valle Cretácico en Cipolletti, Río Negro, combina formaciones rocosas como Los Gigantes y paisajes arcillosos de aspecto prehistórico. Guiado por expertos, el circuito abarca 11 kilómetros y permite recorrer senderos junto a paredes y cañadones.
El Parque Patagonia, en Perito Moreno, Santa Cruz, integra conservación y turismo. Con senderos que llevan a la Cueva de las Manos y al Cañadón Pinturas, combina observación de fauna como guanacos, cóndores y pumas con servicios de acampe y refugios.
En El Bolsón, el famoso Cajón del Azul ofrece pozones turquesa y refugios de montaña accesibles tras varias horas de caminata, mientras que en El Chaltén la Laguna de los Tres sigue siendo el punto más buscado para ver de cerca al Fitz Roy.
La lista se extiende hasta Tierra del Fuego, donde la isla Gable combina remo por el canal Beagle, avistaje de pingüinos y senderismo entre vestigios de pueblos originarios y colonos. O en la frontera con Chile, el paso hacia Candelario Mancilla ofrece una experiencia binacional que une bosque andino y navegación por el lago O’Higgins.
Cada uno de estos recorridos es una invitación a caminar con todos los sentidos abiertos, donde el paisaje y la experiencia se vuelven inseparables.