El fútbol argentino perdió a uno de sus grandes artistas. Daniel Willington, símbolo de talento, picardía y elegancia dentro de la cancha, falleció este lunes a los 83 años en el Hospital Cardiológico de Córdoba, donde se encontraba internado desde hacía varios días.
La noticia generó una ola de tristeza entre los hinchas de Talleres de Córdoba, el club donde debutó y donde siempre fue considerado un ídolo eterno. También provocó emoción en Vélez Sarsfield, donde construyó gran parte de su carrera y se consagró campeón del Torneo Nacional de 1968.
Nacido en Santa Fe el 1 de septiembre de 1942, Willington llegó a Córdoba siendo un niño. A los 16 años ya se destacaba por su técnica y su estilo vistoso. En 1958 se puso por primera vez la camiseta albiazul de Talleres, donde enseguida se ganó el respeto del público.
Su juego combinaba habilidad y lectura del campo, un sello que lo convirtió en uno de los jugadores más admirados de su época. En 1960 fue transferido a Vélez Sarsfield, donde jugó durante nueve temporadas y se transformó en un referente absoluto del equipo.
Con la camiseta del “Fortín”, fue protagonista del primer título oficial del club en 1968, un logro que lo consagró en la historia grande de Vélez. “Héroe de la primera gran conquista. Serás siempre eterno, Daniel”, publicó el club en un emotivo mensaje de despedida.
El reconocimiento también llegó desde Talleres. “Hasta siempre, Daniel Alberto. Ídolo eterno del Club Atlético Talleres. Seguirás jugando en los corazones de todo un pueblo”, escribió la institución cordobesa, acompañando la frase con una imagen suya levantando los brazos en el viejo estadio albiazul.
Su regreso a Córdoba en 1973 dejó uno de los recuerdos más intensos en la historia del fútbol local. En un clásico ante Belgrano, anotó un gol de tiro libre desde 40 metros, un disparo que todavía se menciona como una obra de arte. Para los hinchas de la “T”, ese gol representó la esencia de Willington: precisión, coraje y amor por el juego.
Durante su carrera, tuvo el honor de enfrentar al Santos de Brasil de Pelé, quien no dudó en rendirse ante su talento. “Willington es el mejor jugador del mundo”, dijo el astro brasileño tras aquel encuentro. Esa frase quedó grabada en la memoria del fútbol argentino.
Con la Selección argentina, integró el plantel que se consagró campeón de la Copa de las Naciones en 1964, un torneo que reunió a potencias internacionales. Aunque su paso por la Albiceleste fue breve, su jerarquía era reconocida por compañeros y rivales.
En 1978 decidió poner fin a su carrera profesional luego de una segunda etapa en Vélez. En sus últimos años se mantuvo cerca del fútbol, como formador, comentarista y figura respetada por generaciones que lo vieron como ejemplo de pasión y talento.
Quienes lo conocieron dentro del vestuario recuerdan su carácter fuerte y su humor particular, un líder natural que combinaba seriedad con carisma. “Tenía una visión del juego distinta, veía el pase antes que todos”, recordó un excompañero de Talleres.
Su muerte deja un vacío profundo en el fútbol argentino. Daniel Willington fue mucho más que un jugador: fue una forma de entender el deporte, un símbolo de una época en la que el talento valía más que la estrategia.
Los hinchas de Talleres y Vélez coinciden en una frase que hoy se repite en redes sociales y canchas de todo el país: “Gracias por tanto fútbol, Gran Daniel”. Información extraída de LA17.




