Puerto Madryn amaneció este martes con una noticia que conmovió a toda la comunidad deportiva: falleció Coco Zapiola, emblema del Club Ferrocarril Patagónico y figura fundamental de la pelota paleta regional.
Su partida deja un vacío difícil de llenar, no solo en el club, sino también en el corazón de quienes compartieron con él una cancha, una charla o un mate. Su nombre, grabado para siempre en el estadio que lleva su nombre, seguirá siendo sinónimo de respeto y pasión.
Zapiola llegó a la ciudad a comienzos de los años setenta, proveniente de Punta Alta, para trabajar en Aluar, la gran fábrica de aluminio que por entonces transformaba la economía local. Sin embargo, pronto encontró en el club Ferro un espacio donde desplegar su verdadera pasión: la paleta. Allí se integró a un grupo de vecinos entusiastas que soñaban con tener una cancha cerrada y un deporte que uniera a la comunidad.
“Coco era un tipo sabio, de palabra justa y mirada serena”, recuerdan sus amigos. supo ganarse el respeto de todos. No hacía falta que hablara demasiado; su forma de estar ya transmitía valores de compañerismo, humildad y compromiso.
Durante los años ochenta, su impulso fue determinante para concretar la construcción de la cancha cerrada del Club Ferro, que con el tiempo se convertiría en un ícono del deporte madrynense. Aquella obra, que empezó como un sueño compartido, terminó siendo un símbolo de identidad local. Hoy, la cancha lleva su nombre en reconocimiento a su entrega y su amor por el club.
Más allá de los logros deportivos, Coco fue un ejemplo de vida sencilla y solidaria. Su manera de jugar reflejaba lo que era como persona: generoso, atento y dispuesto a ayudar. Para él, ganar no era tan importante como disfrutar del encuentro y del respeto por el rival.
Incluso en los últimos años, ya como veterano, seguía participando de torneos con el mismo entusiasmo de siempre. No competía por títulos ni reconocimientos, sino por el placer de estar con sus amigos y mantener viva la tradición. Su presencia, inconfundible por su sonrisa y su serenidad, inspiraba a jóvenes y adultos por igual.
Este 4 de noviembre no será un día cualquiera para Puerto Madryn. La familia de Ferro y numerosos deportistas locales lo reconocen con emoción. Cada palabra de agradecimiento, cada anécdota contada en voz baja, fue un homenaje sincero a un hombre que dejó una huella profunda.
El eco de sus enseñanzas seguirá resonando en cada golpe de paleta, en cada nueva generación que se inicie en el deporte. Coco Zapiola se fue físicamente, pero su espíritu quedará para siempre en el aire de esa cancha que lleva su nombre. Puerto Madryn despide a un referente, pero celebra el legado de un hombre que supo unir a todos con humildad y cariño. Información extraída de LA17.





