En un histórico discurso en Oslo, el presidente del Comité Noruego del Nobel pidió al mandatario venezolano que respete la voluntad popular y dimita para abrir paso a la democracia. Su intervención describió un panorama de brutalidad y éxodo masivo.
Desde el prestigioso Ayuntamiento de Oslo, donde se entrega el Premio Nobel de la Paz, se escuchó este miércoles el mensaje político más directo de las últimas décadas. Jørgen Watne Frydnes, presidente del Comité Noruego del Nobel, instó públicamente a Nicolás Maduro a aceptar los resultados de las elecciones de 2024 y a renunciar a la presidencia de Venezuela.
El llamado, emitido durante la ceremonia donde la opositora María Corina Machado fue galardonada, fue un duro alegato contra lo que calificó como un «régimen brutal y autoritario». La información central fue extraída del reporte original de la agencia internacional Deutsche Welle (DW).
«Debe aceptar los resultados electorales y renunciar a su cargo. Debe sentar las bases para una transición pacífica hacia la democracia, porque esa es la voluntad del pueblo venezolano», declaró Frydnes. La ceremonia tuvo una carga simbólica adicional, ya que la galardonada, María Corina Machado, no pudo llegar a tiempo, por lo que su hija, Ana Corina Sosa, recibió el premio y leyó su discurso en nombre de su madre.
Un discurso que expuso una realidad desgarradora
El llamado a la renuncia fue solo la punta del iceberg de un discurso que detalló con crudeza la situación en Venezuela. Frydnes acusó al gobierno de Maduro de convertir al país en «un Estado brutal y autoritario sumido en una profunda crisis humanitaria y económica», mientras «una pequeña élite en la cúspide, protegida por el poder, las armas y la impunidad, se enriquece».
El presidente del Comité Nobel no se limitó a las generalidades. Su discurso estuvo lleno de nombres y testimonios concretos. Denunció que, mientras se celebraba la ceremonia en Oslo, había «personas inocentes encerradas en celdas oscuras en Venezuela», que solo podían escuchar «los gritos de los presos que están siendo torturados».
Mencionó la muerte bajo custodia del Estado del exgobernador opositor Alfredo Díaz en las instalaciones del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, a las que describió como «la mayor cámara de tortura de América Latina».
Para ilustrar la represión, narró el caso de Samantha Sofía Hernández, una adolescente de 16 años secuestrada por fuerzas de seguridad por el «pecado» de que su hermano, un soldado, se negara a cumplir órdenes brutales contra la población.
La crisis humanitaria y la advertencia global
Más allá de la violencia política, Frydnes puso el foco en la catástrofe humanitaria. Destacó que más de 8 millones de venezolanos, una cuarta parte de la población, ha huido del país, configurando «una de las mayores crisis de refugiados del mundo». Señaló que, en la sombra de esta crisis, miles de mujeres y niños son empujados a la prostitución y la trata de personas.
Su análisis trascendió las fronteras venezolanas para situar el caso dentro de una tendencia mundial preocupante. Advirtió sobre un avance global del autoritarismo, en el que «cada vez más países, incluso aquellos con una larga tradición democrática, están derivando hacia el autoritarismo y el militarismo».
En este contexto, afirmó que «detrás de Maduro están Cuba, Rusia, Irán, China y Hezbolá», países y grupos que proporcionan «armas, sistemas de vigilancia y vías de supervivencia económica» al régimen, haciéndolo «más robusto y más brutal».




