Rusia y China denunciaron ante la ONU el bloqueo estadounidense contra Venezuela, calificándolo de «agresión flagrante» y de «actos de intimidación».
En una tensa sesión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU, celebrada este martes, Rusia y China se alinearon para condenar enérgicamente la presión militar y económica que ejerce Estados Unidos sobre Venezuela. Según informó la agencia de noticias DW, los representantes de Moscú y Pekín calificaron las acciones de Washington como un «comportamiento de cowboy» y actos de «intimidación», mientras que Venezuela denunció ser víctima de «la mayor extorsión conocida en nuestra historia».
Esta escalada diplomática se produce en medio de una creciente tensión militar en la región. Estados Unidos, que desde agosto mantiene una importante flota de guerra en el Caribe, anunció recientemente un bloqueo naval para impedir las exportaciones de petróleo venezolano. El gobierno del presidente Donald Trump acusa a Caracas de utilizar los ingresos del crudo para financiar lo que califica como «narcoterrorismo». Estas medidas han derivado en la suspensión de numerosos vuelos comerciales hacia Venezuela, aislando aún más al país y afectando a miles de venezolanos en el exterior que planeaban reunirse con sus familias para las fiestas.
Las acusaciones en el Consejo de Seguridad: una batalla de narrativas
La sesión del Consejo de Seguridad se transformó en un campo de batalla retórico donde cada parte presentó su visión radicalmente opuesta del conflicto. El embajador ruso, Vasili Nebenzia, fue contundente: «Los actos cometidos por Estados Unidos van en contra de todas las normas fundamentales del derecho internacional», afirmó, tildando el bloqueo de «agresión flagrante».
Por su parte, el representante chino, Sun Lei, expresó el apoyo de su país a Venezuela: «China se opone a todos los actos de unilateralismo e intimidación y apoya a todos los países en la defensa de su soberanía y dignidad nacional». Este respaldo fue crucial para que Venezuela, respaldada por estos dos miembros permanentes con derecho a veto, pudiera convocar la sesión de emergencia.
Frente a estas críticas, el embajador estadounidense, Mike Waltz, defendió la postura de su gobierno. «Estados Unidos hará todo lo que esté en su poder para proteger nuestro hemisferio, nuestras fronteras y al pueblo estadounidense», declaró, reiterando las acusaciones de que el presidente venezolano Nicolás Maduro es «el jefe de la organización terrorista extranjera Cartel de los Soles».
El costo humano: venezolanos atrapados por la crisis aérea
Más allá de la política de alto nivel, la tensión tiene un costo humano tangible y inmediato. La advertencia de la Administración Federal de Aviación (FAA) de EE.UU. y los comentarios del presidente Trump sobre el cierre del espacio aéreo han llevado a la mayoría de las aerolíneas internacionales a suspender sus vuelos a Venezuela.
Esta situación ha dejado en tierra a miles de venezolanos en la diáspora que habían planeado viajar para las fiestas de fin de año. Personas como Sol, una venezolana residente en Buenos Aires, vieron cómo se cancelaban sus vuelos a solo cuatro días de viajar con su familia para reencontrarse con su madre después de años. Ante la imposibilidad de volar, la frontera terrestre con Colombia se ha convertido en una de las pocas vías de entrada, con viajes en autobús que pueden superar las 15 horas desde Bogotá.
Un conflicto que profundiza el aislamiento y la incertidumbre
La confrontación en la ONU deja en claro que la crisis venezolana ha escalado a un nuevo nivel, internacionalizando el conflicto y enfrentando a las grandes potencias. Mientras Rusia y China aprovechan la oportunidad para desafiar la influencia estadounidense en su patio trasero y defender un principio de no intervención, Washington profundiza una estrategia de máxima presión que busca, según sus argumentos, proteger la seguridad hemisférica.
El resultado inmediato es un mayor aislamiento para Venezuela y una profunda incertidumbre para su población, tanto dentro como fuera del país. Con el espacio aéreo efectivamente cerrado para la aviación comercial internacional y un bloqueo naval en marcha, la crisis humanitaria y económica podría intensificarse, dependiendo de la duración y el alcance de estas medidas. La sesión del Consejo de Seguridad, lejos de acercar posiciones, evidenció un abismo diplomático que no parece tener solución a corto plazo, dejando a Venezuela atrapada en el centro de una nueva guerra fría regional.




