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El juez tiene cruces de llamadas de ex funcionarios K, imágenes de las entregas de coimas y declaraciones que implican a la ex presidenta.

Cristina Kirchner le leyó a su secretario de Obras Públicas, José López, uno de los cuadernos secretos de su gestión. Era marca “Arte” y contenía las anotaciones de los negocios “paralelos” que su ex marido, Néstor Kirchner, escribía con precisión obsesiva. Montos de dinero. Sector del Gobierno y funcionario que los recaudaban. A quién iban esos billetes. Por qué. Cuándo. El producto de ese sistema de recaudación le era entregado después a Kirchner. La plata se cargaba en bolsos y viajaba a la Patagonia en aviones oficiales. Sin control.

Néstor había muerto, pero el esquema para acumular dinero seguiría viviendo después de una suspensión de una cantidad de meses aún desconocida. Cristina tomaría la posta tras el fallecimiento de su marido.

“José, ¿vas a ser parte del problema o de la solución”, le preguntó la hoy senadora al ex funcionario, preso y bajo custodia del programa de protección de testigos. López le respondió que sería parte de la “solución”. Significaba que continuaría pidiendo sobornos bajo mandato de la Jefa, así como lo había hecho antes para su Jefe. Pero antes fue pedagógico con la Presidenta. “Entonces le conté cómo era todo”, declaró el ex secretario de Obras Públicas ante el fiscal Carlos Stornelli y su colega y ayudante en esta investigación de los “Cuadernos K”, Carlos Rívolo.

López es uno de los veinte “imputados arrepentidos” que Stornelli logró hacer “hablar”, un récord absoluto para una causa judicial por corrupción.

Esa declaración de López será el nudo central que usará el juez Claudio Bonadio para procesar a Cristina. El magistrado pediría también su prisión preventiva. El escrito que hace temblar a los empresarios más influyentes del país, a la oposición y al oficialismo, la prensa y la opinión pública informada, se conocería el lunes o el martes.

Además de las palabras de López, Bonadio se apoyará para dictar el procesamiento de Cristina y de otros cincuenta indagados en el expediente en otras pruebas aún no conocidas.

Entre ellas, en escuchas telefónicas a ex funcionarios de Planificación Federal, como las del teléfono que usó Roberto Baratta cuando salió de la cárcel. El chofer Oscar Centeno no solo escribió en sus cuadernos las escenas de cobro y reparto de la plata que tenía como destino final el departamento de los Kirchner en La Recoleta, o la propia residencia presidencial. El remisero hizo 46 filmaciones y fotos de momentos de lo que él llamó “la distribución de los bolsos con dinero”. Entre ellas, hay imágenes tomadas dentro de la Quinta de Olivos.

En un expediente de más de 38 cuerpos, Bonadio acusa a Cristina de haber liderado una “organización criminal” que usó medios del “Estado Nacional” para acumular sumas de dinero ilegítimas, por parte de diversos particulares, muchos de ellos, empresarios contratistas de la obra pública…”.

El organizador de esa asociación ilícita -según el magistrado- fue el ex ministro de Planificación Federal, Julio De Vido.

El mismo rol le sería asignado al secretario de coordinación de ese organismo, Roberto Baratta, el juntador de los bolsos con plata en sus viajes delirantes por la Capital Federal a bordo del Toyota de su chofer, Oscar Centeno, el “arrepentido” que dio inicio a esta investigación.

La confesión de José López, que según fuentes que conocen el caso es rotunda por su nivel de veracidad y descripción de cómo funcionaba por dentro la matriz de la probable corrupción K, ayudó a los investigadores a conocer cómo sería el armado de la “organización criminal” que se extendería a otros ministerios y a otros recaudadores de los Kirchner.

Las escuchas telefónicas que ordenó realizar Bonadio incluyen a las comunicaciones que tuvieron antes del 1 de agosto algunos de los indagados.

Entre los escuchados se encuentran Baratta; Centeno; su ex mujer, Hilda Horowtiz; Walter Gayas, ex presidente del ente público Enarsa; y el ex secretario de Baratta, Nelson Lazarte.

Según pudo saber Clarín, en las conversaciones que mantuvo Baratta en el período que salió en libertad tras estar preso por la causa madre por sobreprecios en la compra de gas licuado, se comprueba que el vínculo laboral con Centeno se extendió hasta el día en que ambos cayeron presos.

Este diario pudo reconstruir, en base a fuentes que tuvieron acceso al expediente, que Baratta, por ejemplo, enviaba a su chofer a una casa que el ex funcionario usa como propia en el country Mapuche para que prendiera la calefacción.

Baratta también recibió llamados desde la cárcel de Claudio “El Mono” Minnicelli, cuñado de De Vido, preso en Marcos Paz por delitos de contrabando. “Hola Monito”, lo saluda Baratta, contento. Minnicelli le responde que se ilusiona con “recuperar el tiempo perdido”, después de hablarle en clave sobre posibles transacciones financieras.

En esas escuchas también se detectó que la ex esposa de Centeno, Horovitz, le enviaba a Baratta fotos de los bolsos que alguna vez había transportado su esposo con dinero. Serían mensajes de presión para conseguir alguna ayuda económica de parte del ex funcionario.

Hay escuchas que no trascendieron. ¿La Justicia tendrá interceptadas comunicaciones de Baratta con su jefe De Vido, también detenido en Marcos Paz? La respuesta estará en el escrito de Bonadio.

Hay más confesiones de hombres de negocios y ex funcionarios que tomó Stornelli, y que homologó Bonadio, que alimentan aun más el expediente.

Directivos de la más grande multinacional de la Argentina, Techint, aceptaron que pagaron dinero para destrabar negocios que les quitó en Venezuela el Gobierno de Hugo Chávez.

Enrique Pescarmona, el heredero y expansor de IMPSA, la constructora de turbinas hidroeléctricas más importante del país, también contó cómo pagó a Baratta y De Vido para que el presidente del país caribeño le liberara pagos frenados para la construcción de una represa.

El empresario Aldo Roggio reveló que pagó también a Baratta dinero en negro porque se vio presionado para hacerlo. Esa declaración provocó su renuncia a la dirección de sus empresas. Abonó, dijo también, el 5 por ciento de los subsidios que recibió como concesionario del subte de Buenos Aires.

Varios de estos “arrepentidos” coincidieron en que De Vido o sus funcionarios les pidieron en algún momento no sólo plata, sino también acciones de sus compañías para que puedan así seguir ganando contratos con el Estado.

El financista Ernesto Clarens, por ejemplo, ayudó a los investigadores a conocer cómo cobraban y cuánto pagaban los constructores de obra pública que se habían cartelizado para ganar obras que pagaba vialidad nacional.

Él mismo admitió que se encargaba, por orden de De Vido, López y del ex presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, Carlos Wagner, de transformar coimas que salían de los certificados de adelanto de pagos de Vialidad Nacional a alrededor de cuarenta empresas. Esa plata, dijo Clarens, era llevaba por él mismo al departamento de los Kirchner en La Recoleta. O era retirada por otro personaje clave de esta historia, el ex secretario privado de los Kirchner, Daniel Muñoz, ya fallecido, súbito multimillonario e inversor en propiedades en Miami.

Entre los ex funcionarios K que más complicaron a su ex jefa Cristina se encuentra también el ex titular del Organismo de Control de las Concesiones Viales (OCCOVI), Claudio Uberti, que confesó cómo y por qué los Kirchner le ordenaban recaudar cientos de miles de dólares de modo ilegal.

Hay pruebas que se encontraron en los allanamientos a las casas de la ex Presidenta que también será usados por el juez para determinar la situación procesal de la principal imputada.

La madrugada del 1 de agosto pasado, Bonadio ordenó detenciones y allanamientos que dieron a conocer a la sociedad que nacía un nuevo caso de corrupción gubernamental. En rigor, desde hacía cuatro meses que, bajo confidencialidad total con el fiscal Stornelli, seguían esa pesquisa recolectando información.

Cuando cayeron presos los primeros ex funcionarios y empresarios, la dirigencia K trató de instalar la idea de que hasta ese momento el caso solo contaba con una única prueba: “fotocopias” de los cuadernos de Centeno.

No era así. Bonadio había ordenado cruces de llamados de los protagonistas de la causa de la época en que el remisero escribió dónde cobraban sobornos y quién les pagaba. Las geolocacalizaciones de sus celulares coincidían con las anotaciones.

También se revisaron los registros de entrada y salida de la Quinta de Olivos durante toda la era K. Baratta es uno de los pocos personajes que visitó la residencia de los presidentes desde 2003 hasta el 2015. Solo comparte ese privilegio con De Vido, algo que tendrá en cuenta Bonadio para dictar el procesamiento a Cristina. Los otros que nunca dejaron de ir son amigos de los Kirchner o personajes que nada tienen que ver con esta trama, como la personal trainer de la ex presidenta o su peluquero.

Cuando el caso de los “cuadernos K” recién empezaba, Bonadio advirtió que podía transformarse en una avalancha. Ni él ni Stornelli tenían en cuenta a qué nivel podía llegar esa acertada metáfora del juez.

Clarín

El ministro de Trabajo, Jorge Triaca , habló sobre la causa de los cuadernos de las coimas , la investigación llevada adelante por un equipo de periodistas de LA NACION que destapó el circuito de coimas del kirchnerismo con empresarios de la construcción en el sector de la obra pública, y advirtió que si se prueba que la expresidenta Cristina Kirchner estaba al tanto de los sobornos y los millones de pesos, debe ir a prisión.

«Si las instituciones funcionan y se prueba el delito, Cristina debería terminar presa», aseguró el funcionario macrista, quien agregó que los cuadernos escritos al detalle por Oscar Centeno, el chofer de la mano derecha del exministro Julio De Vido , Roberto Baratta , muestran el negocio que implicaba un país controlado en un ciento por ciento por el Estado.

La Nación

Como si fuera tarea para el hogar, José López se llevó el miércoles las copias de las confesiones de Claudio Uberti, Carlos Wagner y otro material adicional de la causa por los cuadernos de las coimas . Por distintas razones que incluyen cuestiones más personales que políticas -sostienen en su entorno-, esa lectura precipitó su cambio de actitud.

Dos días después, el exsecretario kirchnerista confesó ante la Justicia cómo eran los pagos ilegales por la obra pública , explicó de qué manera se juntaba dinero negro para las campañas y, por primera vez, contó detalles sobre los US$9 millones que llevaba en bolsos cuando fue detenido, allá por junio de 2016.

López punteó 12 temas relevantes como su primera oferta para convertirse en arrepentido, según pudo reconstruir LA NACION de fuentes judiciales. La propuesta sorprendió el viernes al fiscal Carlos Stornelli y al juez Claudio Bonadio , que incluso ya había abandonado Comodoro Py.

El hombre de los bolsos llegó después de las 14 hasta el despacho del fiscal. Pidió un mate cocido y, tal como lo había ensayado con su abogado, declaró sobre los temas más relevantes. López contó, por ejemplo, cómo fue instruido por el kirchnerismo para juntar dinero durante la campaña de 2013 con el único fin de destruir la candidatura de Sergio Massa , que recién había creado el opositor Frente Renovador tras su paso por el gobierno de Cristina Kirchner .

Temor reverencial
Pero toda la determinación que el exfuncionario mostraba para relatar cómo funcionaba el sistema de coimas quedaba inhibida a la hora de precisar el rol de Cristina Kirchner.

«Tenía un temor reverencial», resumió una fuente judicial. Le preguntaban el fiscal Stornelli, el fiscal adjunto Carlos Rívolo y su abogado Gustavo Kollmann, que intentaba guiar su relato.

«En ese momento iba diciendo las cosas con cuentagotas», dijo uno de los protagonistas sobre el momento más tenso de esa declaración, que finalmente involucró a la expresidenta.

La percepción de varios testigos presenciales que consultó LA NACION era que López ya había manifestado que tenía mucho temor de las consecuencias que esa declaración pudiera generarle en su regreso al penal de Ezeiza , donde llevaba más de dos años detenido.

Pero la sorpresiva confesión que complicó a la familia Kirchner comenzó a gestarse 48 horas antes. «Me niego a declarar por ahora», lanzó López el miércoles, ante Bonadio, en su primera indagatoria por los cuadernos. Ese «por ahora» fue un guiño que interpretó alguno de los investigadores como una oportunidad para negociar.

López conoció ese mismo miércoles a su nuevo abogado, el defensor oficial Kollmann, el mismo que representa al chofer Oscar Centeno, primer arrepentido de la causa. Después de una larga reunión, el hombre de los bolsos se llevó de su despacho varias copias del expediente que incluían las confesiones de Uberti, excompañero del Ministerio de Planificación , y Wagner, un empresario al que frecuentó durante varios años.

López leyó las confesiones en el penal de Ezeiza. El exfuncionario compartió el módulo N° 6 del penal de Ezeiza con Amado Boudou , Ricardo Jaime , Cristóbal López y Juan Manuel «Pata» Medina, entre otros personajes del entorno kirchnerista. Sabía que si aceptaba convertirse en arrepentido ya no podría volver a ese lugar.

El viernes era el día. Sus defensores cuidaron hasta los detalles más pequeños para no despertar sospechas. Fue citado en Comodoro Py por la abogada Pamela Bisserier Díaz, que lo representa en el juicio por los bolsos y comparte la Defensoría General con Kollmann, su abogado por los cuadernos.

Estuvieron reunidos más de tres horas en Comodoro Py para coordinar la defensa. López todavía dudaba, pero finalmente tomó la decisión. Antes de enfrentar a Stornelli, sus defensores intentaron estructurar lo máximo posible el relato, una tarea nada fácil para un hombre acostumbrado a oraciones cortas y frases secas.

López habló durante seis horas. Repitió su mate cocido y, sobre el final, volvió a sorprender cuando pidió ingresar en el programa de protección de testigos. Nunca más volverá a cruzarse con sus compañeros kirchneristas.

La Nación

La senadora nacional Cristina Fernández de Kirchner dijo hoy que «es típico de machirulo» tratar de loca a una mujer, en respuesta al mensaje del presidente Mauricio Macri en el que pidió a los senadores del peronismo que «demuestren que no se dejan conducir por las locuras de Cristina».
La ex presidenta eligió responderle al jefe del Estado a través de su cuenta de Twitter: «Tratar de loca a una mujer. Típico de machirulo», afirmó.
A través de un mensaje grabado que fue difundido públicamente este mediodía, el Presidente les pidió a «los senadores y gobernadores peronistas» que «sean responsables con el futuro de los argentinos y no voten una ley inconstitucional», en referencia al proyecto opositor de tarifas que cuenta con media sanción de Diputados y que este miércoles será analizado en el recinto de la Cámara alta.
En ese marco, hizo un llamado a los senadores opositores para que «demuestren que existe un peronismo responsable y confiable, que no se deja conducir por las locuras que impulsa Cristina Fernández de Kirchner».
De esta forma, el mandatario aludió a la iniciativa que busca retrotraer las tarifas de servicios públicos a sus valores de noviembre del 2017 y, a la vez, le pone a los incrementos salariales como techo a su evolución.