“Penal para el Arse, ahí suena”, comienza relatando Carla en el video que dura 20 segundos, mientras trata de colar sus ojos entre las piernas de otros hinchas. Al segundo 11, a Mía se le dibuja una sonrisa en la cara, el grito de gol le retumba en los odios y la tribuna se derrumba en una fiesta junto a ellas, y no pueden dejar de gritar, de reír ni de llorar.

“Desde que era chiquita la llevo a la cancha dal Arse, nos juntamos con amigos antes de cada partido y hacemos toda la previa como se debe, gritamos, cantamos y nos vamos todos juntos a la cancha, cuenta Carla, emocionada.

Y continúa: “Mía es una hincha más. A la salida siempre nos vamos todos a comer a un lugar que queda cerca del Viaducto, es una especie de rito”.

Aunque la tradición no solo es válida cuando el equipo de Sarandí juega de local. Si es visitante y televisado se juntan en la casa de algún amigo para alentar desde ahí.

El video se hizo viral en Twitter y porque, según cuenta Carla, sus amigos en las redes sociales son tan fanáticos como ella.

Cuando lo filmó, la idea principal era que quedara como un recuerdo para los hinchas, sobre todo porque era el partido del ascenso. Nunca se imaginó lo que vendría.

“Siento que fue una nota de color dentro de todo lo que significó el partido, porque a Arsenal lo tienen mal visto”, comenta, haciendo referencia a los años de Julio Grondona en la AFA y la sospecha permanente de que movía hilos para favorecer al club del que fue fundador y presidente.

Ese domingo arrancaron temprano, la ansiedad se expandía a medida que pasaba la hora y veían el partido cada vez más cerca. Es que luego del triunfo contra Defensores de Belgrano, Carla le insistió a Mía durante todo la semana con la final, la historia, el retorno y los colores.

Se pusieron las camisetas y sacaron a relucir las banderas desde la mañana, al mediodía almorzaron en la pizzería a la que van siempre, antes o después de cada partido.

El lugar fue como punto de encuentro desde donde, junto con sus amigos, iniciaron el largo camino al estadio Florencio Sola, una rareza para ellas que siempre van de locales.

«Había mucha gente, caminamos varias cuadras hasta la cancha de Banfield, algunos nos reconocían y nos ayudaban”, concluye. El final se sabe: ese 1-0 que las dos gritaron con alma y vida.

Mía vive los partidos a su manera, entre lo que su mamá le va contando y la emoción del ambiente. Su momento favorito es el gol, la palabra mágica. Es feliz cuando la pelota revienta el arco y el grito individual se une en uno solo y colectivo, y en el medio ellas dos, eternas, se abrazan y gritan, entre todo el mar de hinchas, hasta que la garganta les estalla y ahí ya no les importa nada.

Fuente: Clarín