El acceso hasta la base del Torrecillas, ubicado en el corazón mismo de Los Alerces, implica una verdadera travesía de aventura que combina navegación lacustre y un trekking de mediana dificultad que asciende hasta los 700 metros de altura.
Situado dentro del Parque Nacional Los Alerces, el Torrecillas es un nevero colgante, cuyos témpanos se aprecian a escasa distancia. La travesía de acceso combina navegación y una caminata que asciende a más de 700 metros de altura.
El Parque Nacional Los Alerces, situado en la región cordillerana de la provincia de Chubut, alberga en sus 263 mil hectáreas numerosos tesoros que esperan ser explorados. Un sitio ideal para conectarse con la naturaleza, tal como lo hiciera a fines del siglo XIX el viajero y científico Perito Moreno, reconocido en el mundo entero por sus largas travesías en la Patagonia argentina.
La reserva natural se encuentra sobre el límite con el vecino país de Chile y fue creada en 1937 con el fin de proteger los bosques de alerces, entre otras especies que integran la flora andino-patagónica, como maitenes, cipreses, coihues, arrayanes, notros, calafates y lengas. Además, el área posee una cuenca de 14 lagos conectados por diversos ríos y 28 senderos de trecking pensados para los espíritus más curiosos.
Uno de los paseos más atractivos que el Parque ofrece es al Glaciar Torrecillas, una travesía de cierta dificultad que se desarrolla en toda época. El Torrecillas es un ventisquero colgante en retroceso y, al igual que otros glaciares regionales -como el Río Manso, en cercanías de Bariloche (Río Negro)- divide su extensión en un área “limpia” y una lengua inferior “sucia”, producto de los sedimentos.
Un glaciar diferente
La excursiones se pueden realizar desde la ciudad de Cholila, a unos 30 kilómetros del Parque, o también desde la Villa Futalaufquen, situada dentro del área protegida. Y si bien en la zona se realizan otras caminatas de menor dificultad, el ascenso al Glaciar Torrecillas se hace de manera obligatoria con guías que revelarán al viajero algunos secretos de la vida patagónica.
A los pies del ventisquero -que es la máxima aproximación que se autoriza para el turismo- se encuentra un lago proglacial que es cada vez mayor, producto de los desprendimientos de bloques o icebergs, los cuales brindan un espectáculo único. Según los especialistas, en el último siglo hubo un retroceso muy importante del frente de hielo y un adelgazamiento de la porción superior del glaciar.
Distinto a los clásicos glaciares alimentados por un manto de hielo -como el Perito Moreno en la ciudad de El Calafate (Santa Cruz)-, el Torrecillas es un glaciar “de circo” por erigirse sobre una montaña. De acuerdo a estudios científicos, el antiguo campo de hielo que le dio vida tuvo su máximo desarrollo durante la última glaciación que ocurrió hace casi 24 mil años.
Camino a la aventura
El acceso hasta la base del Torrecillas, ubicado en el corazón mismo de Los Alerces, implica una verdadera travesía de aventura que combina navegación lacustre y un trekking de mediana dificultad que asciende hasta los 700 metros de altura.
El trekking por el sendero llamado glaciar Torrecillas es uno de los más completos e interesantes para tener una visión general de la diversidad del parque. Comienza en la pasarela del río Arrayanes, que en sí ya ofrece una de las mejores panorámicas de la zona gracias a las aguas turquesas del río, que desembocan en el lago Verde, rodeado de picos nevados. La primera parte de la caminata incluye el sendero de autointerpretación de 1500 metros, que hace la mayoría de los visitantes hasta Puerto Chucao, en el lago Menéndez, para tomar la embarcación que va al Alerzal Milenario. En el camino al puerto aparecen los lagos Futalaufquen y Verde, más el río Arrayanes con su tentador color turquesa, tan intenso que rivaliza con la mejor playa del Caribe.
En media hora de caminata se llega a Puerto Chucao, donde se toma una embarcación para quince personas que cruza el brazo este del lago Menéndez. Durante la navegación se levanta en cada orilla una muralla verde de árboles, al pie de una cadena de montañas. En pocos minutos se bordea la isla Grande –poblada por cauquenes y martines pescadores– donde el lago se divide en dos brazos. Y de repente aparece el glaciar de altura del cerro Torrecillas, que resplandece a los 2253 metros. Como éste es un sector de mucha lluvia, se levanta aquí la tupida selva valdiviana.
A los 45 minutos de navegación se llega a Puerto Nuevo, donde no hay muelle sino que se desembarca directamente en la costa. A partir de aquí comienza una caminata de complejidad entre media y baja, subiendo un desnivel de 300 metros. Primero se atraviesa una zona muy boscosa, con un bosque mixto de tineos, coíhues y algunos alerces, hasta llegar a un arroyo que nace de la laguna formada por el derretimiento del glaciar Torrecillas. La caminata bordea ese arroyo y también lo cruza usando como puente un tronco de coíhue caído.
Al ganar altura, las panorámicas son cada vez más asombrosas y en algunos lugares empinados los guías tienen instalados una escalerita y un sistema de sogas que sirven de apoyo ante algún resbalón, especialmente si hay un poco de nieve (aun en verano). Así y todo este trekking –que sólo se puede hacer con guía– lo han llevado a cabo sin problema personas de más de 70 años y niños pequeños. Eso sí: se aconseja llevar un buen calzado para el trekking y, si el día acompaña, sandalias y traje de baño para algún chapuzón desde la lancha. El punto máximo de aproximación al glaciar está a 500 metros de la masa de hielo, en una pequeña península que ingresa en la laguna glaciaria, a veces rodeada de témpanos. Y con un poco de suerte los viajeros verán alguna atronadora avalancha o un rompimiento de la pared del glaciar cayendo en la laguna desde la cima de la montaña. Los cóndores también suelen aparecer a menudo volando a corta distancia.
En la península rocosa los caminantes hacen un descanso de 40 minutos para reponer energías comiendo bizcochuelos, frutas y granolas, todo acompañado con mate y café. Mientras tanto, el guía da una pequeña clase de glaciología, explicando que el Torrecillas que se ve en las alturas es un glaciar “de circo” por estar sobre una montaña, a diferencia de los glaciares alimentados por un manto de hielo como el Perito Moreno. El Torrecillas, vale recordar, es un relicto en retirada de un antiguo campo de hielo que vivió su esplendor en la última glaciación, hace unos 24.000 años.
El regreso se hace por el mismo camino (de tres a cuatro horas de caminata en total) para tomar la embarcación y almorzar durante el regreso a Puerto Nuevo. La excursión, de todos modos, también se puede extender para visitar el Alerzal Milenario por la tarde.
Fuente Senderos Patagonia.
Si desea hacer este sendero informarse al celular 2945-15469869.