El republicano retoma las teorías conspirativas sobre Obama y reitera la promesa de prohibir la entrada de musulmanes a EE UU.
Donald Trump, el candidato republicano a la Casa Blanca, apeló este lunes a su futura autoridad presidencial para vetar la entrada de musulmanes a Estados Unidos e insinuó que el presidente Barack Obama podría tener algún grado de complicidad con la matanza en Orlando (Florida), donde el domingo murieron cincuenta personas. “No se entera”, dijo. “O se entera mejor de lo que cualquier persona pueda entender. O una cosa, o la otra”. Hace unos años Trump fue uno de los principales promotores de la teoría conspirativa según la cual el demócrata Obama, que es cristiano, era musulmán.
La insinuación sobre Obama, en una entrevista en la cadena Fox News, fue lo suficientemente sutil como para que después Trump pudiese distanciarse de ella. En la NBC explicó que “muchas personas” piensan que el presidente no quiere entender el terrorismo. “Yo pienso que simplemente no sabe lo que hace, pero muchas personas piensan que quizá no quiere entenderlo, que no quiere ver lo que ocurre realmente”.
Un 43% de republicanos cree que Obama es musulmán, según un sondeo de 2015. Trump sabe bien a quién se dirige con estas palabras. Cuando la posibilidad de que fuese el candidato a la Casa Blanca era lejana, encabezó la demanda de que Obama mostrase su certificado de nacimiento, una campaña con tintes racistas que cuestionaba la lealtad del primer presidente negro. La campaña convirtió al magnate en una figura de peso en los márgenes más paranoicos de la derecha.
Trump no esperó ni un día, tras la peor matanza con armas de fuego de la historia de EE UU y el peor ataque terrorista tras el 11-S, para lanzarse a usar la tragedia en campaña. Reprogramó el discurso que tenía previsto dedicar en New Hampshire al historial de escándalos de Clinton, y lo dedicó a la inmigración y terrorismo. Para Trump ambas cuestiones están ligadas: los terroristas, según él, entran como inmigrantes y refugiados.
En un discurso en New Hampshire, Trump dijo que la ley permite suspender la entrada a EE UU de cualquier grupo de personas que considere dañina para los intereses de EE UU. “Usaré este poder para proteger al pueblo americano”, dijo. “Cuando sea elegido, suspenderé la inmigración de zonas del mundo con una historia demostrada de terrorismo contra Estados Unidos, Europa y nuestros aliados, hasta que entendamos cómo acabar con estas amenazas”.
No importa que Omar Mateen, el autor de la matanza de Orlando, hubiese nacido en EE UU y fuese estadounidense, y, por tanto, el veto a la entrada de musulmanes no hubiese impedido el crimen. El mismo domingo Trump, con actitud triunfalista, se felicitó a sí mismo porque aparentemente los hechos le daban la razón sobre sus advertencias sobre el islam. Y exigió a Obama que dimitiese y a Clinton que abandonase la campaña presidencial por no usar la palabra “islam radical” en referencia.
En New Hampshire, Trump dijo que Clinton quiere permitir la entrada de radicales “que esclavizan a mujeres y asesinan a gais”. Dijo que las comunidades musulmanas de EE UU conocen a los criminales pero no los denuncian. Equiparó a refugiados e inmigrantes con el criminal de Orlando. “No podemos seguir permitiendo que miles de miles de personas lleguen a nuestro país, muchas de ellas con los mismos pensamientos que este asesino salvaje”, dijo. Los planes de Clinton en inmigración, “podrían ser una versión mejor y más grande del legendario caballo de Troya”.
La Casa Blanca se resiste a usar el térmimo «islam radical», porque considera que hace el juego a los terroristas permitirles identificarse con una religión. El objetivo es evitar convertir la guerra contra el ISIS o Estado Islámico en una guerra entre religiones o culturas. Según Trump, y en esto la mayoría de republicanos están de acuerdo, no llamar las cosas por su nombre significa caer en la dictadura de lo políticamente correcto: si no se identifica al enemigo, no se le puede derrotar, según este razonamiento.
“Hoy no es el día para la política”, dijo Clinton en un discurso en Cleveland (Ohio). Clinton, sin referirse por nombre a Trump, expuso sus recetas ante el ataque de Orlando. Las recetas son parecidas a la de Obama: bombardeos contra el ISIS, cooperar con los aliados y reforzar la regulación de los rifles de asalto como el que utilizó Mateen. El tono fue más propio de un discurso programático que de un mitin de campaña. La cautela de Clinton, candidata virtual del Partido Demócrata desde la semana pasada, contrasta con la reacción de Trump.
«Nos dirige un hombre», dijo Trump en Fox News, «que, o bien no es fuerte ni listo, o tiene otra cosa en mente. Y esta otra cosa que tiene en mente, ¿saben?, la gente no puede creerlo. La gente no puede creer que el presidente Obama actúe como actúa y que ni siquiera pueda mencionar las palabras terrorismo islámico radical. Aquí ocurre algo. Es inconcebible».
En campaña electoral, todas las crisis acaban siendo motivo de manipulación y propaganda, pero existen pocos precedentes en EE UU de un uso tan desacomplejado y rápido. Trump logró la candidatura republicana hace más de un mes. Desde entonces, las especulaciones sobre si rebajaría su retórica incendiaria se han visto desmentidas. Su atractivo es que dice lo que sus votantes piensan pero no se atreven a proclamar en voz alta. Orlando no ha cambiado nada. Trump es Trump.
El País