Que el campo patagónico se encuentra en peligro de extinción no es una novedad, y la situación se agrava debido a la intención de reconvertir la actividad rural hacia la explotación de recursos naturales.
En los últimos años se han perdido más de 1500 empleos en el sector rural, particularmente en la meseta central. Trabajadores advierten que las tareas de exploración minera han desplazado a la actividad productiva.
La situación social y económica que amenaza con hacer desaparecer definitivamente una formación cultural que supo ser parte de la historia patagónica más de un siglo. El riesgo de desaparición de una forma de economía, deviene en parte de la propia extinción generacional de los descendientes de pioneros que hasta bien entrada la década del 80` del siglo XX continuaron pujando por esa forma de vida, y desde entonces comenzaron a migrar a la urbanidad.
Adrián Nocera, dirigente de UATRE (Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores) en Chubut, reconoció que en los últimos años aumentó el desempleo en el sector rural en toda la región patagónica, y paulatinamente “de diez años a esta parte se fueron cerrando campos, primero fue la sequía, después cayó el valor de la lana, y al caer la rentabilidad, conllevó a que hoy tengamos una gran cantidad de campos improductivos”.
“Los campos improductivos afectan a quienes quieren seguir en la actividad, porque los campos cerrados son reservorio de predadores que atentan contra los animales de otros establecimientos”, dijo el dirigente, al tiempo que agregó que la desocupación del sector es creciente, y que en los últimos años se han expulsado cerca de 1500 trabajadores del empleo rural, eso sin considerar la mano de obra indirecta que se ha perdido”.
Aumento de canon
Recientemente las autoridades provinciales advirtieron que aplicarán un canon a campos improductivos en Chubut, y de ese modo atacar las especulaciones inmobiliarias. Existen hoy grandes extensiones de estancias abandonadas, que han dado paso al crecimiento de especies depredadoras como el zorro, el puma y el jabalí.
En ese marco el Gobierno de Chubut, trabaja en un esquema vinculado a aplicar un canon que genere un verdadero impacto, cuestión que es acompañada por referentes ruralistas en actividad y por los trabajadores del sector, “con un canon mayor, de alguna manera se obligaría a los que tienen los campos abandonados a que los vendan o los alquilen a quienes lo quieran trabajar”, indicó Nocera.
Especulación inmobiliaria y uranio
La zona de la Meseta Central es la que atraviesa la situación más crítica respecto de la pérdida de rentabilidad, que derivó en cientos de trabajadores desempleados, y la dirigencia gremial coincide con las autoridades gubernamentales que “el abandono del campo, evidencia especulación inmobiliaria”, advierte Nocera.
El Gobierno de Chubut realizó un relevamiento vinculado a determinar las zonas ricas en uranio, y atento al interés nacional para desarrollar su explotación, advirtieron que algunos empresarios se hicieron de campos ricos en ese mineral con la clara intención de sacarle provecho en un futuro cercano.
En ese marco, elaboran los argumentos legales para declarar esa zona de interés público, lo que podría ser un paso previo a la expropiación de esas tierras por parte del Estado provincial.
Productividad
En enero último, autoridades de la Dirección Nacional de Tierras, organismos productivos de Chubut relevaron la situación de campos en el departamento Gastre para regularizar estado dominial y garantizar acceso a financiamiento.
El objetivo era la implementación del programa nacional de titulación y arraigo rural, dependiente del Ministerio de Agroindustria de Nación. Una iniciativa que propone regularizar el estado administrativo de los campos lo que podrá mejorar la productividad de productores de la Meseta Central. Sin embargo, las políticas públicas nacionales, parecen estar muy lejos de acompañar al sector productivo.
Actualmente no se registran avances significativos en defensa del sector y la tierra se está perdiendo por enajenación de unidades de tenencia, dando lugar a otras formaciones económicas como ser el conservacionismo, la exploración minera, la economía petrolera y en menor medida el denominado Turismo Sustentable.
Abandono de infraestructuras e instalaciones y consiguientes problemas de seguridad que se expresan en incremento constantes de depredadores animales; mientras que los saqueos, abigeato, faenas y comercialización urbana clandestina; las sequías incontroladas, cenizas, políticas fiscales, políticas crediticias, condiciones de derechos de adquisición de grandes extensiones de tierra en manos de consorcios transnacionales mineras y conservacionistas, abandono de obligaciones fiscales como pago de impuesto inmobiliario, y otros son parte de las consecuencias de la inexistencia de un plan que tabique, que estabilice al sector.
El salario de un trabajador rural
Un sueldo formal de un trabajador rural necesita como mínimo 2.000 ovinos en producción, situación que afecta en particular al pequeño y mediano productor. Ante cada guanaco que nace desparecen un promedio de 4 ovinos que competirán por los pastizales.
Los trabajadores rurales argentinos debidamente registrados en el sistema formal ganan, en promedio, $14.471; con un piso de $8.689 y un techo de $26.799.
Así lo señala un informe elaborado por la consultora Economía & Regiones que analiza los datos del reporte de salarios y puestos de trabajo registrados al cuarto trimestre de 2016, difundido por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).
Según el informe, en Chubut el salario de un trabajador rural oscila los 14.712 pesos, en el duodécimo lugar en el ranking nacional.
El Diario de Madryn