Su hábitat se redujo el 95% por acción del hombre. La cifra es estimada y nadie se aventura a dar otra. ¿Qué se hace por salvar a la especie?
Es el rey de América. Sobre él se escribieron mitos y leyendas. Su majestuosidad e imponencia felina causaron celos entre los mortales que creyeron que al despojarlo de su piel ganarían su fuerza y belleza. El avance de la civilización se convirtió en su peor enemigo: deforestaciones descontroladas, reducción del hábitat y de sus presas naturales lo echaron de su tierra hasta dejarlo confinado a un sector al que aún no llegó el cemento. Hoy, las balas constantes reducen más su espacio y posibilidad de supervivencia. El resultado es estremecedor: quedan apenas 250 yaguaretés (o menos) y no está claro si los proyectos que buscan protegerlo serán efectivos. Es la especie que jurídicamente está más protegida, sin embargo, nada impidió su situación crítica. ¿Por qué el emblema argentino podría desaparecer?
«En los últimos dos siglos la especie ha mostrado un nivel de retracción importante», dijo a Infobae Diego Moreno, secretario de Política Ambiental del Ministerio de Ambiente. «De hecho se calcula que hoy está presente sólo en el 5% de su área de distribución original en Argentina. Esto no es un evento reciente: en los primeros desembarcos, los colonizadores españoles sufrieron ataques de los yaguaretés porque eran una especie predominante en la zona, pero hoy la tenemos solamente en unas pocas localidades en el norte del país: en la mitad norte de Misiones, algunos lugares del oeste del Chaco, sur de Formosa, probablemente norte de Santiago del Estero —es una población complicada en estos momentos— y en la zona de las yungas en Salta y Jujuy», detalló.
Venancio, un imponente macho fotografiado en el Parque Nacional Baritú, Salta. (Red Yaguareté)
¿Qué se hizo para que la especie esté en peligro de desaparecer?
Hacerla victima de la cacería —por el propósito que fuere (venta de pieles, cabezas del animal como trofeo, etc.)— y de la fragmentación de su territorio causada por la deforestación de su hábitat fueron los motivos que pusieron a la especie en jaque y hoy apenas quedan 250, o menos, individuos. La seducción por su piel no es reciente. Alexander Von Humboldt a principios del S. XIX escribió: «Sólo del puerto de Buenos Aires salían para Europa 2.000 cueros de yaguareté». Si bien se considera que ese tipo de caza no sucede desde hace siete décadas, lo siguen matando.
«Hoy la causa mayor es por represalia a ataque de animales domésticos y la reducción de su hábitat», dijo Nicolás Lodeiro Ocampo, director ejecutivo de Red Yaguareté y agregó: «Hay mucha cacería en distintos lugares y en esa cacería el hombre disminuye las presas naturales del yaguareté, después le saca la selva —con lo cual las presas tienen sentencia de muerte porque sin ambiente no pueden vivir—, entonces se aleja y llega a zonas ganaderas donde mata a las vacas y el ganadero mata al yaguareté. Históricamente esto pasó en todo el Continente y hoy es la gran causa del peligro de extinción».
Para el yaguareté los ataques colonizantes no terminaron y quizás como manera de avisar a la sociedad de esa situación, el 29 de junio pasado el Banco Central presentó el billete de 500 pesos que lleva impreso la imagen del yaguareté y de la selva, su espacio por antonomasia.
¿Qué se está haciendo para que la especie sobreviva?
En marzo de este año, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable publicó en el Boletín Oficial la resolución 149-E/2017 que aprueba el Plan Nacional de Conservación del Monumento Natural Yaguareté que apunta a la conservación y recuperación de la especie y su hábitat, «considerando la viabilidad genética y demográfica, su interconexión y distribución a lo largo de las ecorregiones que habita en Argentina». El nuevo plan remarca la Ley 25.463 de 2001 que lo declaró «Monumento Natural» aunque las primeras legislación datan de la década del 80. (Ver reglamentación jurídica).
¿Qué se hizo por ellos desde entonces? «En estos 16 años se hizo poco y nada en el aspecto legal. Fuimos pioneros en trabajar con las causas judiciales», recordó Lodeiro de Red Yaguareté y afirmó que desde ese espacio «estamos orientados a hacer cosas concretas tratando de encontrar soluciones a los problemas que llevaron al yaguareté a estar al borde de la extinción». En tanto, desde Ambiente aseguraron que están haciendo foco en cada problemática, entre ellas, la principal: la acción del hombre. «Las intervenciones son múltiples: cuidar el ambiente en el que están y mejorarlo, trabajar en la educación de la población humana, trabajar sobre el control de la caza y desmontes ilegales y empezar a ensayar medidas como la reintroducción en algunos sitios que hoy tienen condiciones y nivel de protección para asegurar que la población siga estando», aseguró Moreno y subrayó: «Creo que la injerencia del hombre puede frenarse. Ese es un poco el caso de Misiones donde ya se está dando una relación diferente entre la especie y el ser humano, por más que la tendencia de la población humana sigue creciendo». Moreno remarcó que eso se logró a partir del ordenamiento territorial tras la implementación de la Ley de Bosques y de las leyes provinciales que «promovieron un mayor nivel de control en las áreas protegidas con remanente de bosques nativos». «Se ha logrado reducir en parte las amenazas y eso generó recuperación de la población. Es factible frenar la injerencia del hombre», apuntó.
Menos convencido, el director de la ONG agregó que el problema depende de la región. «En Argentina quedan yaguaretés en tres regiones: la Selva Misionera, en el Chaco central (es la zona más extensa, pero en la que menos hay -se estima que hay menos de 20-) y en una franja de Yungas, en la selva de Salta y Jujuy. Los problemas de cada zona son distintos, pero el mayor son las represalias por ataques al ganado. En la zona chaqueña los desmontes siguen avanzando y el Impenetrable ya no es tan impenetrable porque hay muchos grandes emprendimientos, por ejemplo, en parte de Salta crecen la plantaciones de soja». A modo de frenar las represalias de los ganaderos—reveló Lodeiro— comenzaron a electrificar los cercos alambrados que delimitan las zonas donde pastan los animales que luego irán al matadero. «Ya tenemos cuatro campos electrificados en los que no hubo ataques. Monitoreamos la zona para ver dónde se producían y no hubo, paralelamente se está trabajando con el Ministerio del Agro y Ecología y en la Cámara de Diputados hay un proyecto de ley que establece el pago de un monto para los ganaderos que sufran pérdidas por los ataques, en tanto tenga medidas para proteger a las vacas».
Respecto a las acciones que el Estado piensa llevar a cabo para detener el avance del hombre, Moreno señaló que «hay intervenciones múltiples para proteger al yaguareté: cuidar el ambiente en el que están y mejorarlo, trabajar en la educación de la población humana, trabajar sobre el control de la caza y desmontes ilegales y empezar a ensayar medidas como la reintroducción en algunos sitios que hoy tienen condiciones y nivel de protección para asegurar que la población siga estando ahí».
Eusebio fue fotografiado por primera vez en 2016 en el norte de Salta. (Red Yaguareté)
«La acción de conservación hoy es promedio —observó Moreno— diría que estamos en 5 puntos porque hemos tenido buenas experiencias en la población de Misiones, pero tenemos una deuda con la población del Chaco y del Noroeste. La buena noticia es que cuando se implementan medidas con una inversión sostenida de recursos y trabajo interinstitucional se logran resultados. Nos falta extenderlos a algunos sitios donde aún hay yaguaretés, pero que están en situación crítica». Un poco más decepcionado con la región, Londeiro lamentó: «En la región Chaco el yaguareté puede desaparecer en 5 años. Requiere que hoy se frenen los desmontes, que se acabe ya la cacería porque cuando el hombre deja de cazar y destruir la fauna enseguida empieza a recuperarse».
Pese a los intentos, tardíos, de recuperar terreno para el felino más imponente de América, la idea de salvar a la especie en las tres zonas en las que hoy quedan algunos individuos parece una utopía.
¿Tendrá un futuro del yaguareté?
Mombyry. Macho de Misiones, destinatario estrella del “Programa Convivencia Yaguaretés y Personas”. Hace cuatro años que convive en zonas de producción ganadera y ha superado ocho veces el tiempo de supervivencia para la zona del Valle del Cuñá Pirú. Es la prueba de que yaguaretés y personas pueden convivir. (Red Yaguareté)
Desde el Ministerio de Ambiente, Diego Moreno, aseguró que «pensar a futuro tiene que ver con conservar el ambiente natural en la mejor condición posible en las áreas donde habitan las especies» y asumió que mirar para adelante implica educar y concientizar a las poblaciones que hoy ven al yaguareté como enemigo. «Hay un tema cultural y hay que trabajar sobre la conciencia de la gente en temas ambientales. En Misiones, por ejemplo, hubo campañas de educación y se lo empezó a revalorizar, pero en las otras regiones se necesitan instrumentos jurídicos y regulaciones que eviten la pérdida del hábitat natural de la especie. Ahí entra la Ley de Bosque que preserva millones de hectáreas en áreas críticas».
Por su parte, Lodeiro opinó confiado de sus acciones: «El yaguareté se salva, pero lo primero que necesita es que no lo cacen y tener comida porque podría vivir donde la selva ha sido destruida si encuentra comida. Sólo necesita que no lo maten». Desde la cartera ambiental remarcaron que lo que resta es trabajar sobre la recuperación y las actividades productivas para que el bosque sea un hábitat adecuado para los yaguaretés y «esos procesos van a llevar algunos años».
Respecto de las responsabilidades de la situación «roja», Lodeiro acentuó: «Si el yaguareté desaparece el estado tendrá la responsabilidad máxima, pero nosotros también porque podemos ser los testigos de su desaparición. El Estado tiene que estar más activo, hoy está en 4 puntos, pero el año que viene tiene que estar en 8 porque no hay más tiempo».
Jurídicamente la especie está protegida aunque hasta ahora nadie fue preso por matarlos
El yaguareté está amparado por diferentes leyes tanto a nivel nacional como provincial en distintas jurisdicciones. Las más importantes son la Ley 25.463 que lo declara Monumento Natural Nacional, la Ley Nacional de Conservación de la fauna (ley 22.421) y la Resolución del Ministerio de Ambiente. El problema es que éstas leyes le dan atención a las especies cuando ya están desapareciendo y ninguna establece penas serias a modo de evitar que los yaguaretés sigan siendo cazados.
Sixto. Macho de gran tamaño, según los monitoreos de los últimos tres años, es el dominante dentro del Parque Nacional Baritú, en Salta. Esta área protegida es la que más yaguaretés alberga en el país. (Red Yaguareté)
«La ley 22.421 (de Fauna) es nacional y tiene que tener la adhesión de las provincias, pero de conservación, en sí, no tiene nada. Poseé artículos que son de aplicación para todo el país: el articulo 1º declara de interés público, su protección, conservación, propagación, repoblación y aprovechamiento racional de la fauna silvestre que habita en el suelo argentino. Eso es lo que marca el puntapié inicial para todo lo que va a ser la ley: los propietarios de un terreno pueden aprovechar de su fauna, pueden hacer que otros aprovechen de la fauna silvestre que hay en ese terreno, que transite o esté permanente», explicó Juan Ignacio Serra, abogado especialista en Derecho Animal. A su vez señaló que el articulo 20 establece que el Poder Ejecutivo frente a un problema de «grave retroceso de la especie deberá adoptar medidas de emergencia para asegurar su repoblación y perpetuación» y además evitar la caza y el comercio internacional y nacional de esa especie en retroceso. A diferencia de otras especies, «el yaguareté no se extingue por causas naturales sino directamente por la acción del hombre. La primera es la pérdida del hábitat y la segunda es la caza por los fines que pueda tener, que son muchos», señaló Serra.
La ley mencionada está reglamentada por el Decreto 666/97 (Conservación de Fauna) que clasifica a la fauna autóctona según estén en: peligro de extinción, amenazada, vulnerable, no amenazada y desconocida; y la Resolución 1030/2004 la clasifica y categoriza al yaguareté como especie en peligro de extinción. «Lo más importante en legislación es lo que ocurrió este año: por Resolución 149/17 acordaron el Plan Nacional de la Conservación del Monumento Natural Yaguareté, es un plan con participación de distintos organismos y distintas fundaciones», amplió el abogado.
(Martín Rosenzveig)
Recién en septiembre de 2001, el yaguareté fue declarado Monumento Natural por Ley 25.463, pero ésta no aplica penas y se limita a lo que impone la ley de fauna (dos años es la pena máxima). «En el pasado a los ganaderos se les aplicaba multas, pero ahora se habla de compensación por el daño a modo de incentivo para que puedan implementar medidas de prevención y evitar futuros ataques», dijo Moreno.
Otro punto a tener en cuenta es cuidar al felino de ser atropellado en las rutas. «En el norte de Misiones debido al crecimiento del parque automotor en las rutas que atraviesan la selva mueren más de 3 mil animales por año. De esto se habla, pero no se hace nada. Por eso le pedimos al Estado, por medio de Guillermo Dietrich que pongan radares con foto multa para que se baje la velocidad a 60km/h que es la que está comprobada que estos animales pueden esquivar». Para esto se creó una petición en la plataforma Change que pide Radares en las rutas de Misiones.
El rey de América camina solitario en la inmensidad de la noche buscando comida, se cruza con poblaciones humanas a las que no toca, pero el hambre lo puede y caza a otro animal que el hombre que le disparó iba a comer. Menos de 250 yaguaretés esperan que entre todos salvemos a su especie.