Son innegables los beneficios económicos que ha generado el uso de plaguicidas para aumentar la productividad y mejorar los rindes de los sistemas productivos agrícolas y las cadenas de valor involucradas. Incluso en el ámbito de la salud pública mundial durante décadas, la utilización de plaguicidas ha permitido reducir la población de vectores de enfermedades muy difíciles de controlar. En contraposición con estos beneficios, se conocen muy bien los riesgos que conlleva la aplicación de estas sustancias tóxicas, no solo para la salud de las personas, sino también para la biodiversidad y el medio ambiente.
Actualmente no existen dudas de los efectos negativos de los plaguicidas. En la mayoría de los casos las consecuencias en la salud no son fácilmente vinculables a un químico o a una fuente en particular. Si a esto le sumamos que rara vez las consecuencias se manifiestan de forma espontánea, nos encontramos con que es difícil poner el tema en el tapete. La realidad es que su aplicación es constante y se realiza en todo el país en los distintos sistemas productivos de manera extensiva e intensiva.
El Valle de Río Negro y Neuquén se especializa en la producción frutihortícola. El área productiva representa 50.000 hectáreas implantadas, con una alta generación de puestos de trabajos directos e indirectos y gran relevancia en la estructura socioeconómica de las dos provincias.
De la gran cantidad de agroquímicos que se aplica, sólo un mínimo porcentaje alcanza los organismos blancos, y el resto es dispersado en el ambiente incluyéndose como parte de la dinámica del ecosistema y de los organismos que alcanza, incluyendo al ser humano. En consecuencia, se constituye un ciclo por el cual la persistencia de los pesticidas favorece la contaminación de las aguas (el principal transportador de la carga contaminante hacia el ecosistema), la incorporación a suelos, pasturas, vegetales y animales comestibles, los que al ser consumidos, actúan como transportadores de los pesticidas facilitando su acumulación en los organismos vivos. Asimismo, mediante los residuos y desechos producidos, los agroquímicos y sus metabolitos vuelven al agua, al suelo, a la flora y la fauna provocando el reforzamiento del ciclo.
En consecuencia, surge la necesidad imperativa de realizar controles para asegurar el cumplimiento de las leyes nacionales existentes, tanto en la comercialización y distribución como en la aplicación y uso de pesticidas.
El tema del control de residuos de plaguicidas es un amplio e importante aspecto de la sanidad y calidad de los alimentos relacionado en forma directa con la salud del consumidor
En tal dirección, el Centro INTI-Neuquén está trabajando desde hace más de 15 años con el Mercado Concentrador de Neuquén y el Control de Ingreso Provincial de Productos Alimenticios (Cippa) de esa provincia, en el monitoreo diario de los residuos de plaguicidas en frutas y verduras comercializadas en el mercado interno, informando al ente contralor los niveles encontrados en base a los límites máximos de residuos de plaguicidas establecidos por Senasa.
El desafío es precisamente garantizar la inocuidad alimentaria apuntando a una producción sustentable mediante la adquisición de compromisos conjuntos de manera interinstitucional entre los organismos de control, los gobiernos municipales, provinciales y nacionales y, las instituciones educativas, académicas y científicas, así como la sociedad en su conjunto; brindando información sólida y confiable que sea aplicable a la problemática actual y que genere un cambio en las prácticas de campo.
En este sentido y apuntando a una producción agrícola responsable, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y la Provincia de Neuquén, con el apoyo del Consejo Federal de Inversiones (CFI), conformaron en 2010 el Programa Regional de Uso Racional de Agroquímicos en Horticultura para reducir el impacto que tiene la aplicación de los plaguicidas en la salud de las personas y en el ambiente. Más allá de la difusión y concientización en la temática, la intención de este Programa es capacitar a profesionales, técnicos y productores rurales, promover el control de residuos de agroquímicos en hortalizas, así como la realización de un estudio de estatus sanitario y las subsecuentes estrategias de intervención en el territorio
El principal logro de este Programa ha sido la constitución de un grupo interinstitucional de referencia, así como una serie de documentos técnicos y de difusión.A través de este grupo, se han generado investigaciones aplicadas que permiten conocer el estado actual del impacto de estas aplicaciones durante tantos años de manera intensiva.
Se han centrado en las producciones hortícolas ya que son aquellas en las que se cuentan con menos datos confiables.
La fruticultura, con el avance de las presiones comerciales internacionales para lograr la exportación, ha generado mucha documentación de base y un gran avance en la implementación de técnicas de manejo integrado de plagas, para reducir el impacto del uso de plaguicidas.
Mientras tanto la horticultura ha sido muy poco considerada, y sin duda es la que está más relacionada con posibles consecuencias en la población regional, dado que son de consumo en el mercado interno regional. Estos estudios se realizaron en una zona hortícola de muestra que representan alrededor de 500 hectáreas destinadas a horticultura intensiva en la provincia de Neuquén. Allí están concentrados productores de pequeña y mediana superficie con una amplia diversidad de cultivos quienes comercializan los productos en el mercado local, y algunos abastecen directamente a los supermercados. Los resultados arrojados develaron que las principales fallas en los métodos de intervención de los productores radican en la desviación de usos de plaguicidas, que probablemente se deriva de la falta de registros de productos agroquímicos para los cultivos hortícolas. Por otro lado, si bien el 52% de las muestras contenían residuos de plaguicidas, en ningún caso se encontraron residuos que excedan los Límites Máximos de Residuos (LMR).
También se evidencia que hay una importante falta de información por parte de los productores para la identificación de plagas y enfermedades hortícolas, así como para la elección del tratamiento químico a aplicar en cada caso.
De esto surge la importancia de contar con el asesoramiento técnico a campo y la implementación del monitoreos de plagas para determinar la situación del cultivo y justificar tanto económica como ecológicamente el momento adecuado para la aplicación fitosanitaria. Asimismo, se evidencia la relevancia de realizar monitoreos de residuos de plaguicidas en los cultivos para poder tener un seguimiento de las prácticas a campo y asegurar la inocuidad alimentaria.
(*) Coordinadora de la Unidad Técnica Servicios y Asistencia Técnica a la Industria del Centro INTI Neuquén.