Desde sus tiempos en el hockey, Ariel Holan es un amante de la experimentación. Le gusta probar, innovar, en los métodos y en el juego. Anoche dio una nueva muestra. Las ausencias de varios ttulares lo invitaron a poner en marcha ese ejercicio que tanto le gusta: le salió bien durante un buen rato, aunque al final debió conformarse con un empate que Tigre mereció largamente.
La ocasión pintaba perfecta para Fernando Gaibor. La adaptación no le está resultando nada fácil al volante ecuatoriano llegado este verano, y no solo por los problemas relacionados con su condición de extranjero, relatados hace algunos días por Ariel Holan, sino por cuestiones estrictamente futbolísticas. Nadie duda de sus condiciones técnicas ni de su conocimiento del juego, pero le está costando encontrar el ritmo de funcionamiento que mejor se adecue a la velocidad crucero del equipo.
Gaibor llegó a Independiente con la misión de dotar al conjunto de la pausa necesaria para elegir mejor las opciones y manejar los tiempos de un partido. Sin embargo, y más allá de algunos chispazos, el ex de Emelec no terminaba de sintonizar la frecuencia más conveniente: o se prendía en el vértigo general o enlentecía la circulación de la pelota más de lo debido, y en cualquiera de los dos casos perdía eficacia.
En Victoria, ausentes por diferentes razones Martín Benítez y Maximiliano Meza, los dos motores de ataque del equipo pero también los que más aceleran el ritmo general, tenía una oportunidad de dar un paso al frente y hacerse con las riendas del juego. Y por primera vez desde que viste de rojo logró hacerlo con cierta continuidad.
Ubicado como volante interior por izquierda en el 4-3-3 que planteó Holan en el arranque, Gaibor se sintió cómodo, tuvo la inteligencia suficiente para encontrar espacios libres escapando de la marca de Prediger y sacó a relucir la precisión de su pegada para buscarle las espaldas a la defensa local.
Se le fue un poco largo un primer intento hacia Gigliotti, estaba fuera de juego Menéndez cuando lo buscó con una cortada con el exterior del pie y la tercera fue la vencida. Lo dejó solo a Silvio Romero (apenas adelantado según determinó la televisión, indetectable en el campo) y el ex Lanús estrenó su casillero particular definiendo arriba a los 31.
Después, en el complemento, Holan movió todo el equipo, con Domingo metido casi de tercer central, el Torito Rodríguez como tapón por delante, Jonás Gutiérrez por izquierda y el ecuatoriano por derecha donde fue perdiendo protagonismo a medida que pasaban los minutos.
Enfrente Tigre y sus inquietudes, que avanzan por una vía muy diferente. Si bien la permanencia en Primera este año parece asegurada -los 12 puntos de diferencia que le lleva a Temperley en la tabla de promedios parecen indescontables, aunque sea por demérito de los del Sur-, la mirada está puesta en lo que suceda en el próximo campeonato. En el todavía incierto torneo que llegará después del Mundial el Matador arrancará con el peor promedio de los 24 que se quedarán en la categoría. Solo los dos ascendidos estarán por debajo, y lo que es peor, la desventaja respecto a los que estén por encima amenaza con ser bastante amplia.
La angustia anticipada no suele ser buena compañera para jugar al fútbol, pero desde que el Lobo Ledesma se hizo cargo del equipo lo disimula bastante bien. El Matador pone sobre el mantel una propuesta tan honesta como interesante. Pelota contra el suelo desde la salida del arco, Menossi y Pérez García con la batuta de la distribución y la búsqueda de socios en ataque, y la pretensión de llegar en bloque y con muchos efectivos.
Le falta a Tigre pólvora en ataque. Lo indica la escasa cantidad de goles convertidos, lo enseñó en la primera parte, cuando sumó unas cuantas ocasiones que Federico González se ocupó puntualmente de despilfarrar, hasta que a los 72 cumplió con la ley del ex y le puso justicia al desarrollo empatando el partido tras una preciosa jugada que urdieron Janson y Luna por izquierda.
Entre las pruebas de uno y las urgencias del otro fue empate. Entretenido, vibrante, justo, para que nadie se sienta del todo defraudado.
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