Más de 3.600 pruebas gratuitas para detectar hepatitis C se realizarán en 29 hospitales de 18 provincias del país durante la primera quincena de junio, con motivo de la edición 2018 de la campaña de información, concientización y detección de esa enfermedad, informaron hoy los organizadores.
La iniciativa, a cargo del Laboratorio Nacional de Referencia para Hepatitis Virales del Instituto Carlos Malbrán y la Asociación Argentina para el Estudio de las Enfermedades del Hígado (Aaeeh), consistirá así en la realización de pruebas rápidas a grupos que presentan estadísticamente mayor vulnerabilidad a la infección, una estrategia llamada «microeliminación».
«La microeliminación representa un cambio de paradigma interesante que mostró buenos resultados en otras enfermedades, como poliomielitis o sida. Entre sus beneficios destacamos que plantea objetivos realistas, es más pragmática y reduce el tiempo hasta conseguir resultados», explicó Jorge Enrique González, jefe del Servicio de Hepatitis y Gastroenteritis del Malbrán.
Precisó que los más vulnerables o grupos de riesgo incluyen pacientes con HIV, hemofilia o que han recibido un trasplante, veteranos de guerra o personas con cirrosis descompensada y quienes hayan sido usuarios de drogas inyectables.
La hepatitis C afecta a unos 400.000 argentinos, muchos de los cuales aún no fueron diagnosticados, y existe un tratamiento que es curativo en más del 95% de los casos, precisaron los organizadores de la campaña.
«La recomendación general es realizarse el test de hepatitis C al menos una vez en la vida, ya que se trata de una enfermedad silenciosa que no expresa síntomas hasta que está en un estadio avanzado», explicó la presidenta de la Aaeeh, Beatriz Ameigeiras.
«Si bien muchas personas creen que no estuvieron expuestas a situaciones de vulnerabilidad para el contagio de hepatitis, la realidad es que la mayoría de los diagnósticos son una sorpresa para los pacientes, quienes suelen no recordar cómo se contagiaron», alertó González.
Las vías de contagio son la sangre infectada -fundamentalmente por transfusiones realizadas antes de 1994 en Argentina-, el uso de instrumental médico y odontológico mal esterilizado y el uso compartido de cepillos de dientes, afeitadoras, jeringas u otros elementos cortantes.
También puede transmitirse a través de la realización de tatuajes y piercings sin los cuidados necesarios, relaciones sexuales sin protección y de madre a hijo durante el embarazo.
Si el paciente con hepatitis C no recibe tratamiento, se genera un daño progresivo que puede provocar falla hepática, cirrosis, tumores y hasta la necesidad de recurrir a un trasplante.