Este River de Gallardo tuvo (y tiene) una particularidad a lo largo de su ciclo: la necesidad de competir por algo relevante. «La zanahoria», como llegó a definir el entrenador en ocasión de la Supercopa Superclásica. Prefiere la cornisa del mano a mano a los torneos de largo alcance. Lo cuentan los números y también sus actuaciones. En el ciclo en el que el Muñeco pasó a ser Napoleón River sumó ocho títulos, ninguno de ellos de Liga; siempre el mano a mano, la adrenalina, la definición, la competitividad al palo. En el ámbito internacional o en el local. Es un rasgo de este River.
Y el partido frente a Estudiantes se puede entender desde ese lugar. A simple vista no ofrecía nada grande. Pero no es tanto lo que River tenía por ganar sino lo mucho que podía perder. Un año afuera del ámbito internacional sería un absurdo en el exitoso recorrido de esta era. El equipo lo entendió desde hace un puñado de fechas. Y con el impulso del triunfo en la final ante Boca, recuperó la ambición.
Quería llegar a la Libertadores. No le alcanzó. Ahora, con esta victoria clara, se asoma a la chance de acceder a esa Sudamericana en la que todo empezó. De todos modos, corresponde aclararlo: River puede acceder a la máxima competición continental a través de la Copa Argentina y de la vigente edición de la Libertadores. Tratándose de La Banda de Gallardo, proclive a protagonizar y a vencer en ese tipo de competiciones, habrá que esperar.
No hubo azar ni casualidad en la victoria de River. Ganó de principio a fin. Porque fue más en todos los rubros.
Primero, golpeó de entrada, con ese cabezazo goleador del creciente Pinola. Iban diez minutos. Un inconveniente demasiado grande para un Estudiantes en días complicados, de técnico interino. El equipo que dirigía Lucas Bernardi y que ahora conduce Leandro Benìtez sumó apenas cuatro puntos de los últimos 21 en juego.
Segundo, River se sostuvo en los momentos incómodos porque cuenta con un arquero inmenso. Más allá de discusiones de bar, se trata de un futbolista que ofrece garantías para un puesto que la Selección no tiene cubierto. No es casualidad que el hincha de River reclame su presencia en el Mundial, incluso más allá de las exageraciones mediáticas alrededor de sus atajadas y de sus actuaciones. Se llama Franco Armani.
Tercero, el equipo local contó también con los intérpretes más lúcidos. Juan Quintero -otro que se juega un lugar en Rusia 2018, pero para el seleccionado colombiano de José Pekerman- luce motivado, con una gran capacidad para aprovechar espacios con su talento. Fue la figura de la cancha.
Esta vez tuvo un valioso lugarteniente: Pity Martínez, quien con sus destellos también iluminó a River. Casi hace un gol de área a área como para cerrar el Monumental. Esa jugada también resultó un síntoma de las dificultades del rival: para atacar, Estudiantes ofrecía muchos espacios en su defensa.
Pero no es el único problema para El León de La Plata: más allá de que suena Sebastián Beccacece -ayudante de Jorge Sampaoli- nadie sabe qué será de su futuro inmediato. Por lo pronto tiene una final en el horizonte: el 24/5 enfrentará a Nacional de Montevideo, de local. Necesita ganar por dos goles para llegar a los octavos de final de la Libertadores.
El golazo llegó justo después de ese contraataque que merecía un final feliz. Lo hizo Scocco, con una definición de crack, cerquita del ángulo. Ese grito sucedió veinte minutos después de su ingreso y 10 antes del final del encuentro. El ex atacante de Newell’s no pide Selección, pero merece titularidad hace bastante, casi desde el momento en el que lo hicieron sentar frecuentemente en el banco.
Cosas de este River que ya cumplió los dos grandes objetivos del semestre: ganar la Supercopa y continuar en la Libertadores. Ahora,el lunes ante San Lorenzo, procurará finalizarlo con otro logro complementario: garantizarse un 2019 como competencia en Sudamérica. No parece mucho. Sin embargo, Gallardo ya les hizo saber a sus jugadores la relevancia. Y lo entendieron al Profesor. Parece.
Fuente: clarín