La automatización amenaza con la pérdida de empleos. Sin embargo, en el último tiempo también creó nuevos trabajos, muchos de ellos impensados y que nadie pudo anticipar. Por esa razón, hoy la pregunta es: ¿será beneficioso o destruirá la capacidad laboral de la sociedad?.
“Hacer la cuenta neta es complejo. Si nos basamos en la historia, en cada una de las revoluciones industriales, se generaron más trabajos de los que se destruyeron. Más que trabajos, se destruirán muchas tareas que van a ser innecesarias que desarrolle el hombre. Va a cambiar la naturaleza de muchos empleos y lo que sí es seguro es que los nuevos empleos van a ser de más calidad que los que desaparecerán”, dijo a Infobae Alejandro Melamed, autor de El futuro del trabajo y el trabajo del futuro.
Sebastián Siseles, director internacional de Freelancer.com, adhiere a una visión más optimista: “Creo que hay un gran susto, pero esto ya pasó en la historia. Cuando Henry Ford comenzó con la producción a escala de autos, los encargados de fabricar los carruajes, de mantener a los caballos, creyeron que se iban a quedar sin trabajo. Y, al contrario, la industria automotriz creó cientos de miles de empleos. La tecnología obliga a aggiornarse, pero no destruye los trabajos”, consideró.
Por su parte, Marcela Romero, gerente de la consultora ManpowerGroup Solutions, señaló: “Hay quienes afirman que entre el 45 y el 50% de algunas tareas -las más estandarizadas y rutinarias- están siendo reemplazadas por máquinas, pero también comienzan a emerger otras nuevas funciones. A medida que las industrias migran a procesos automatizados más avanzados, se necesitan equipos capaces de impulsar esta transformación. Por eso el éxito radicará en habilidades blandas como la comunicación, la colaboración, la resolución de problemas, el servicio al cliente, el liderazgo y la gestión”.
Nuevas actividades
Un informe de McKinsey Global Institute, de noviembre de 2017, plantea que al menos un tercio de las actividades que se desarrollan en el 60% de las ocupaciones podrían ser automatizadas. Peso a ello, dice, hay áreas estratégicas que crecerán exponencialmente hasta 2030.
La tercera y cuarta edad será una de ellas. Se estima que en 2030 habrá 300 millones más de personas de 65 años o más, por lo cual en servicios médicos y acompañamiento habrá entre 50 y 80 millones de nuevos empleos. La tecnología traerá entre 20 y 50 millones de trabajos que, aseguran, serán muy bien remunerados. La construcción también se potenciará con más trabajo para arquitectos, ingenieros, electricistas, carpinteros.
Las inversiones en energía renovable, como eólica y solar, comenzarán a llegar para mitigar los efectos del cambio climático, según el informe. Crearán una demanda de entre 10 y 20 millones de empleos. A su vez, otra tendencia que analizan es la formalización de trabajos domésticos: cuidado de niños, educación infantil, limpieza, cocina y jardinería, por ejemplo, inyectarán entre 50 y 90 millones de empleos en todo el mundo.
En el listado de profesiones con mejor proyección, con menos riesgo de extinción y más probabilidad de crecimiento, incluyen: proveedores de servicios de salud, profesionales tecnológicos, ingenieros y científicos, educadores, sobre todo en economías emergentes, “creativos”, constructores, trabajos manuales y de servicio, pero que se dan en “entornos impredecibles”, como enfermeros en el hogar y jardineros.
“Todas las áreas vinculadas al procesamiento de la información que manejan las organizaciones serán clave y continuarán en expansión. El data analytics y las actividades adyacentes cobrarán cada vez mayor impulso porque las estrategias de negocio no pasarán ya por la comercialización de un producto o servicio, sino que buscan construir ‘experiencias’ de consumo”, aseguró Romero.
Pero para empezar a ver el impacto de la tecnología en el trabajo no hace falta irse hasta 2030. Hoy mismo ya hay profesiones que un par de décadas atrás hubieran sido imposibles de prever. “A nadie se le ocurría hace 15 años que un teléfono celular podía tener aplicaciones, por ejemplo. Ya hoy vemos trabajos que no existían y esos puestos, en general, están muy bien remunerados”, dijo Melamed.
Ahora hay desarrolladores de apps. Los que antes eran actuarios hoy son científicos de datos, que se encargan de sistematizar las toneladas de información que recibe una plataforma y, a partir de ello, delinear estrategias. Con la explosión de las redes sociales, llegaron los community managers. También surgieron los influencers que las marcas contratan por la atracción que despiertan en sus seguidores. La masificación de los videjuegos generó gamers. Y los gamers generaron instructores de videojuegos.
Hay conductores de Uber. Los diseñadores gráficos también se orientan hacia el diseño web o incluso 3D. Hay empleos vinculados a drones: pilotos, mecánicos, fotógrafos. El marketing digital, con el llamado “growth hacking”, se volvió un rol central en las empresas. En recursos humanos se crearon cargos como “gerente de felicidad” para potenciar el buen clima laboral. La creciente preocupación por el medioambiente dio lugar a gerentes de sustentabilidad. Por fuera de la tecnología, nadie imaginaba hace 10 años, por ejemplo la explosión de la zumba.
Los trabajos que vendrán
La frase se repite cada vez con mayor frecuencia: “Los chicos que están empezando la escuela, cuando se gradúen trabajarán en empleos que hoy no existen”. En un marco incierto, hay una certeza: “El contenido es rey”. La calidad marcará la diferencia.
Un informe del Center for the Future of Work proyectó algunos puestos de trabajo que surgirán en los próximos diez años. Todos ellos cubren áreas diversas, pero comparten “tres C”. El coaching: la ayuda a otras personas; el cuidado: mejora en la salud y el bienestar; y la conexión entre el hombre y la máquina, entre lo físico y lo virtual.
“Estas 3C hablan de una verdad universal. No importa cuán tecnológico se vuelva nuestra era, en última instancia, como humanos, necesitamos el toque humano. Queremos que la tecnología nos ayude, como herramienta, a nosotros. No queremos la tecnología por el bien de la tecnología, ni una distopía cibernética. Se aspira a un mundo reconocible en el que la tecnología mejore las cosas para los humanos”, escriben los autores del informe.
Algunas profesiones parecen cercanas, otras más propias de ciencia ficción. Dentro del listado, están los detectives de datos, una superación de los científicos de datos, encargados de desentrañar los “misterios” que se esconden en la Big Data, con conocimientos en investigación, matemática y leyes. También proyectan la existencia de “oficiales de abastecimiento ético” con la función de garantizar la distribución del ingreso e investigar los deseos de la empresa, con capacidad en comunicación, análisis y negocios.
La inteligencia artificial pisará fuerte en el futuro inmediato. Las compañías que la expriman tendrán, de acuerdo al informe, gerentes de desarrollo de negocios IA, expertos en machine learning y ventas. La realidad aumentada también avanzará con determinación y estiman que habrá constructores de viajes ficticios, históricos o actuales, a cargo de profesionales del cine, desarrolladores de videojuegos, con experiencia en 3D.
En las próximas décadas, la gente vivirá más. Se necesitarán, entonces, los llamados walkers y talkers(caminantes y hablantes) con dotes en comunicación y empatía. Por el mayor cuidado del cuerpo, habría consejeros de compromiso de fitness para asesorar y motivar a las personas, con saberes en nutrición, psicología y tecnología vestible, los famosos wearables.
Las ciudades del futuro, especulan, recopilarán datos de sus ciudadanos para garantizar su seguridad y bienestar. Harán falta analistas de ciberciudades. Los datos personales ya son un bien valioso, pero su precio se disparará al punto de crear agente de datos personales, brokers que comercialicen los datos a las empresas y ayuden a maximizar las ganancias de los clientes. Con la explosión de las criptomonedas y la banca digital, habrá tantas opciones de inversión que se requerirán “entrenadores de bienestar financiero”.
La biotecnología, la irrupción de la edición genética, creará la necesidad de expertos en comercializar las nuevas soluciones. Los “directores de cartera genómica” necesitarán experiencia en laboratorios y marketing. Con una población cada vez más vieja, creen que habrá “curadores de memoria personal”, que crearán entornos virtuales a partir de los recuerdos de los clientes. Así, cuando llegue el decaimiento cognitivo, sería menos traumático.
La última área que explora el documento son los negocios online. Por un lado, proyectan la figura del “sherpa de tienda virtual”, un asistente que oriente, escuche y entienda las demandas de los clientes dentro de una oferta online cada vez más amplia. A su vez, plantean que habrá un “sastre digital” en los locales de ropa; un modisto que vaya a la casas y diseñe vestimenta, según la talla y el gusto del cliente, a través de softwares.
Infobae