El Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia le envió una causa de trata al Ministerio Público Fiscal para que investigue complicidad policial para permitir este delito en esta ciudad. Una víctima reveló que no denunció su caso en la Comisaría Primera por “presunta connivencia” con el sujeto que la explotó sexualmente. Una policía, que identificó con nombre y apellido, habría sido testigo de los mensajes que recibía la chica en su celular, pero no actuó.
Ahora, el TOF condenó a seis años de prisión al changarín santafesino Héctor Rivarola, por trata de personas para explotación sexual abusando de la vulnerabilidad de la víctima. Está preso en la Unidad 6. Rivarola tiene prontuario por estupefacientes y condenas en Santa Fe por robo calificado. Además, el jubilado Segundo “Cacho” Ferreira está condenado a seis años y a Miriam Noemí “Mariana” Aranda se le dieron tres años de prisión en suspenso. “Mariana” hará 100 horas de trabajo comunitario en una institución de bien público.
Jornada publica en un informe sobre el caso que se ordenó el decomiso del cabaret “Bagatelle”, en calla Belgrano 694 de la ciudad petrolera, y de todo el mobiliario vinculado al delito. Al fallo lo firmaron Nora Cabrera de Monella, Enrique Guanziroli y Luis Giménez.
Esta causa empezó en noviembre de 2015 con la denuncia de la joven M.G.C. ante la Comisaría de la Mujer en Comodoro. La chica llegó a las 3 de la madrugada y relató que había escapado del prostíbulo, donde era obligada a realizar servicios de “copas” y “pases”. Las encargadas eran “Mariana” y “Susana”. Con 28 años, había llegado al sur engañada y amenazada por Rivarola, quien le había prometido plata suficiente para construir una casa en tres meses si trabajaba en un bar, le pagó el pasaje y le dio un celular. No le habló de prostitución. El sujeto era vecino de su madre en Villa Constitución, Santa Fe.
En su primera noche en “Bagatelle” se negó a trabajar, por eso la llamó Rivarola desde el norte y la amenazó con matar a sus hijas -las nenas tenían 10, 6 y 1 año-. Cada día la llamaba a las 6 y a las 18 para para pedirle que le envíe dinero o saber cuánto había recaudado. Hubo 226 comunicaciones, según detalla el diario valletano.
En la casa eran nueve mujeres. Eran tres habitaciones y en cada una dormían tres en una cucheta y una cama de una plaza. Cada noche tomaban remises en tandas para ir al cabaret en grupo. De lo que ganaba sólo recibía $100 o $200 diarios, el resto quedaba para las encargadas del lugar y para enviar los lunes a Rivarola en giros del Correo Argentino. Hubo nueve transferencias de M.G.C. a Santa Fe.
Comían en tandas porque había cubiertos y sillas para cuatro personas, podían dormir de 7 a 16 y debían comer antes de las 21. La Policía controlaba el local pero solo a los clientes. El sexo era en el baño. M.G.C. trabajó del 17 de octubre al 21 de noviembre, de 0 a 6.
La madrugada del 21 de noviembre, el local no abrió porque era la víspera de las elecciones presidenciales. Un tal Martín pagó una salida con ella. Ganaron confianza, fueron a un hotel y el hombre le prestó su celular. Llamó a su ex en Santa Fe, quien radicó la denuncia e intervino la Oficina de Trata de Personas. Le dijo que trate de escaparse a pedir ayuda en la policía. Lo hizo cuando todas dormían, por una ventana. Por consejo de “Valeria”, otra mujer prostituida, no fue a la Comisaría Primera “porque eran ‘cómplices’ de Ferreira.
La madrugada del 24 de noviembre se allanó “Bagatelle”. Secuestraron una Libreta de identificación Personal de la Municipalidad, un carnet sanitario a nombre de M.G.C. y un libro de actas. Había otras 10 mujeres y cinco hombres, cantante incluido. Había nombres anotados: Mariana, Luli, Agustina, Gisel, Belén, Vero, Meli, Ale, Maca, Eli, Flor y Sole, con números en casilleros. También tragos y precio, y preservativos sin usar. Por la “copa” la mujer cobraba $ 65 y $ 85 el comercio; del “pase” $ 280 para la mujer y $120 el comercio; y las “salidas”, $ 490 la dama y $ 210 el comercio.
Las mujeres tenían polleras y remeras cortas. En el operativo se prenden las luces, reúnen a todos en el centro y los policías cuidan las salidas. No había ventanas. Ninguna se asustó: habían trabajado en otras ciudades antes de Comodoro.
La misma madrugada se allanó Suipacha al 500, domicilio de Ferreira. Había un carnet de control sanitario de la Municipalidad, recortes con anotaciones, boletos de micro, agendas y cuadernos, efectivo, un exhibidor de 12 fotos de un local nocturno, y tarjetas de publicidad e invitación: “Bagatelle veni a disfrutar un buen momento- excelente compañía” o “La alegría de sentirte cerca de nuestros corazones feliz día del amigo Bagatelle” o “La Cadena de Placer Nigth Club Vía Libre Caleta Olivia, Santa Cruz, Bagatelle Pub Comodoro Rivadavia, Venus Bar, atendido por las más lindas señoritas”.
Según el fallo, los procesados se aprovecharon de una muchacha santafesina pobre, sin familiares en la zona, con “generando miedo, desconcierto e incertidumbre sobre su presente y futuro que significaba un estado de vulnerabilidad”. Estaba atrapada. “Tenía una triste vida de necesidades y se animó a costa de su propia integridad y la de sus hijas, a denunciar a quienes lucran con la explotación ajena”.
El Comodorense