Ana María se quedó viuda tiempo atrás. Todos los días se levanta con la ilusión de que su realidad cambie y sea un poco más cómoda, para ella y sus cinco hijitos. Vive en un ranchito levantado con pocos materiales y plásticos, en barrio Ferroviario, en Salvador Mazza, casi en el límite entre Salta y Bolivia. Su situación es realmente crítica. No tiene ni agua potable para cocinar una sopa.
La mujer contó que su hijo mayor, que tiene 13 años, está a punto de egresar de la primaria y no tiene ni zapatos para poder asistir al acto de colación. Si alguien pudiera ayudarles, sería de gran utilidad.
Y no solo es la falta de vestimenta y calzado lo que los afecta. No tienen agua potable, por lo que cocinar se dificulta el triple.
«Estamos acostumbrados a irnos a dormir temprano en Navidad, con el estómago vacío y sin Papá Noel. Confiamos en que algún día esto se revertirá»,
Contexto Tucumán