El salto del precio de los alimentos resultó determinante para que la inflación de marzo haya terminado, según las estimaciones privadas, en torno de 4%.
En febrero el aumento del costo de vida fue de 3,8% y el mes pasado lo habría superado de la mano de una suba de 5% en el rubro alimentos.
¿Fue el motor la suba del dólar? Dicen los expertos que hizo su contribución pero corriendo desde atrás. En esta ocasión la inercia se adelantó a la trepada del dólar en el comienzo de la semana precedente que, entre el jueves y el lunes, dio paso a una baja de la divisa.
Dentro y fuera del Gobierno dicen que en estas semanas se estaría concretando el traslado de subas entre los precios mayoristas (aumentaron 64,5% en un año) y los minoristas que lo hicieron en 51,3%.
La inercia tiene un sustento importante, también, en los aumentos de las tarifas.
Para abril, por ejemplo entre las subas del gas, la nafta y el subte la inflación ya tendría un «piso» de 0,6% con lo cual los primeros pronósticos apuntan que se repita un 4%. De cumplirse, la inflación del primer cuatrimestre rondaría 15%, en línea con lo que lleva el dólar en el año, un 16,6%.
La relación dólar-inflación y su impacto en la canasta familiar, especialmente alimentos, muestra en estos días un alineamiento muy claro: cinco productos clave cuestan en torno de un dólar ratificando, una vez más, que la Argentina exporta lo que come y que los precios de sus productos esenciales en el mercado doméstico se rigen por los de exportación.
Una botella de aceite de girasol de 900 centímetros cúbicos anda por los $ 49, un kilo de harina en $ 46,90. el arroz en $ 44,30 y un paquete de fideos de medio kilo ronda los $ 48.
Todo cuesta en torno a un dólar y el moño lo puso la nafta en el comienzo del mes con un aumento de 4,5% en YPF y Axion que después, y tras un vaivén, fue seguido por Shell.
Shell (la propietaria del negocio minorista es Raizen que, a su vez pertenece a la brasileña Cosan y a la anglo-holandesa Shell) anunció un aumento 9,5% en naftas y gasoil que sorprendió frente a las subas dispuestas por sus competidores.
A las pocas horas anunció que los aumentos descendían 4,5 puntos para igualarse con las subas de 4,5% de sus competidores. ¿Intervino el Gobierno?.
Los funcionarios aseguran que no hizo falta porque el riesgo de quedar descolocado en materia de precios le generó el suficiente temor. La super de Shell pasó a costar $ 41,80 y la premium $ 47,48.
En la Argentina recesiva de hoy el que sube mucho los precios afronta riesgos concretos de perder mercado. Ocho años de estancamiento, y después de uno en el que los salarios reales cayeron 11,5%, no habría mucho margen para pensar en desbordes.
Según las petroleras la suba respondió a que el barril de petróleo Brent trepó cuatro dólares en un mes y ahora ronda los US$ 70.
Entre tanta suba, el Gobierno extremó los recaudos en el intento de que el dólar se mantenga tranquilo en estos días.
El anuncio del lunes del Banco Central de fijar en 62,5% anual «la tasa mínima» para las Letras de Liquidez (Leliq) habla a las claras de la preocupación por mantener calmado al circuito cambiario.
La lógica de la medida es que el Central le promete a los bancos una tasa alta y claramente superior a la inflación para que estos, a su vez, le paguen más a los depositantes por las colocaciones a plazo fijo.
La idea oficial es que si la inflación de marzo y abril ronda el 4% mensual un ahorrista medio debería obtener una tasa de 50% anual para sentirse tentado a renovar sus depósitos.
En esta película los bancos recibirían un mínimo de 62,5% anual por pasarle al Central lo que recolecten pagándole 50% a los depositantes. El círculo cierra si los depósitos quedan dentro del sistema.
En los últimos 45 días el monto colocado a plazo fijo creció por debajo de 3% mensual lo que indica que no hubo renovación de operaciones con reinversión de intereses.
Eso prendió luces amarillas en el tablero de control del presidente del Central, Guido Sandleris, que ahora pone el énfasis de su acción en que los pesos se mantengan en los bancos y no vayan al dólar.
La apuesta oficial tiene centro en que, a partir de esta semana, empiecen a entrar a razón de US$ 1.500 millones por mes en abril y mayo la avanzada de los US$ 10.000 millones que se esperan de la liquidación de exportaciones del campo.
Y a eso se adicionen los US$ 9.600 millones del desembolso del FMI previsto para la otra semana que el Gobierno ya anunció que comenzará vender el 15 de abril a razón de US$ 60 millones por día.
Mayor oferta de dólares, menos pesos abasteciendo la economía y la garantía de tasas de interés altas y superiores a la inflación constituyen el esquema defensivo para un futuro cercano muy trabajoso y que hará que transitar en medio de la creciente incertidumbre política y con la actividad económica seriamente golpeada.
Los datos oficiales sobre la recaudación impositiva de marzo mostraron nuevamente un mal resultado.
Tanto la recaudación total que creció 37,3% como la del IVA-consumo que lo hizo en 35,6% aumentaron por debajo del 51% de la inflación. Pero el dato más preocupante fue el aumento de sólo 27,3% de la recaudación previsional, un dato que confirma la notable debilidad del nivel de empleo y de ingreso de los trabajadores que aportan al sistema formal.
Clarín