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Los precios mayoristas subieron un 7% en febrero y acumularon un incremento del 14% en lo que va del 2023, según informó este martes el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). En rigor, el Índice de Precios al por Mayor (IPM) se ubicó 0,4 puntos porcentuales por encima del Índice de Precios al Consumidor (IPC), que fue de 6,6% en febrero.

El dato de la inflación que dio a conocer la semana pasada el organismo que conduce Marco Lavagna acumuló un 13,1% en lo que va de 2023 y registró una variación interanual del 102,5%, la más alta desde 1991.

Según indica el informe oficial, el crecimiento del 7% de los precios mayoristas responde a una suba del 6,8% en los “Productos nacionales” y de un incremento del 9,2% en los “Productos importados”.

En tanto, los nacionales estuvieron impulsados por los productos primarios que subieron un 8,8%. Ese aumento fue desacelerado por la suba del 6,2% promedio de los productos manufacturados y la energía eléctrica.

En términos interanuales, los precios de los productos importados se incrementaron un 124,1% respecto de febrero del 2022. Por su parte, los nacionales crecieron un 102,7%. En este caso, el incremento acumulado más fuerte dentro de los elementos de producción local fue el de los manufacturados (103,5%) y la energía eléctrica (103,4%). Mientras que los productos primarios se incrementaron un 100,3%.

Cuál fue el aumento de los precios mayoristas en febrero

El INDEC publica tres tipos de índices sobre los precios mayoristas:

  • El más representativo es el índice de precios internos al por mayor (IPIM), que mide la variación de los precios a los que los productores e importadores venden en el mercado interno, incluyendo impuestos. Este mostró un alza de 7% en febrero y una variación interanual de 104,3%.
  • Por su parte, el índice de Precios Internos Básicos al por mayor (IPIB), que excluye el efecto impositivo del IPIM, mostró un aumento de 6,9% el mes pasado y de 105,4% interanual.
  • Finalmente, está el índice de precios básicos del productor (IPP), que calcula la variación de los precios de la producción local, sin impuestos. Este componente mostró un aumento de 6,4% y en los últimos 12 meses totalizó un incremento del 104,3%.

Comprar un abrigo este invierno cuesta, en centros comerciales, el equivalente a alquilar un departamento de dos ambientes. Un par de zapatos sale lo mismo que dos pasajes a Mendoza. Y así se multiplican los ejemplos para dar cuenta de lo difícil que se volvió comprar ropa en marcas de “primera línea” -pero no de lujo- en la Argentina. La dinámica se replica en lugares más accesibles, como la avenida Avellaneda y Once, donde los valores también aumentaron por encima de la inflación promedio.

El aumento del precio de la ropa fue del 121,7% en la medición interanual a febrero, se ubicó bien arriba de la inflación general interanual (102,5%), y hace meses lidera el ránking de los rubros que más aumentan.

Ese dato tiene un correlato directo en la comercialización: desde el segundo semestre de 2022 se estancaron las ventas y en febrero la caída fue de casi el 17% interanual, según datos de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC).

La retracción contra febrero de 2020, mes previo al inicio del aislamiento preventivo por la pandemia, fue mayor: una caída de 30% según los datos de la CAC. En el primer bimestre de 2023 acumula bajas del 6% contra el mismo período del año pasado y del 22% frente a 2020 -según publica TN-.

La caída de febrero da cuenta de “la pérdida de dinamismo a lo largo de 2022 que paulatinamente se fue acentuando, acompañada de un encarecimiento relativo de los precios del sector en la comparación interanual”, señala el informe de la CAC, que analizó el consumo en febrero con el Indicador de Consumo (IC). (Imagen ilustrativa Pexels)

El retroceso en las ventas de febrero da cuenta de “la pérdida de dinamismo a lo largo de 2022, que paulatinamente se fue acentuando, acompañada de un encarecimiento relativo de los precios del sector en la comparación interanual”, señala el informe de la CAC, que analizó el consumo en febrero con el Indicador de Consumo (IC).

Con datos de febrero, el IC mostró un avance de 0,8% en términos interanuales, mientras que en la comparación con enero se observó un retroceso desestacionalizado de 1,7%”, detalla el informe. Sin embargo, en la comparación prepandemia todavía cae un 1%.

Este magro crecimiento interanual visto en febrero da continuidad al proceso de retroceso exhibido por el IC desde mediados del 2022 y su posterior estancamiento. Esta dinámica es consistente con una macroeconomía que se encuentra en tensión y a una capacidad de compra de los hogaresargentinos que mostró una nueva contracción en el segundo mes del año”, añade el informe.

El resto de los rubros analizados -transporte, recreación y cultura y vivienda, alquileres y servicios públicos- tuvieron un avance interanual, aunque no necesariamente recuperaron los niveles prepandemia.

El rubro indumentaria es uno de los que, mes a mes, aumenta fuerte y el consumo se repliega. (Foto: gentileza Los Andes)

El capítulo de transporte y vehículos mostró un crecimiento estimado del 3,2%, pero sigue un 4% con respecto a la prepandemia. “Esto se da en el marco de un proceso de desaceleración y enfriamiento del sector que continúa hasta el día de hoy, con patentamientos de autos y motos que apenas crecieron 1,8% y 3,3% interanual, respectivamente”, señala el informe.

Recreación y cultura aún muestra tasas de crecimiento significativas (con un avance estimado de 26,2%) “como consecuencia de las abruptas caídas vistas a raíz de la pandemia y un proceso de reapertura y recuperación que fue más lento que en otros sectores”.

“En cuanto al apartado de vivienda, alquileres y servicios públicos, este mostró un avance estimado de 4,8% interanual en el segundo mes del año, ubicándose más de 15% por encima de los niveles previos a la disrupción sanitaria”, concluye el informe.

La Argentina es ese país que choca una y otra vez contra sus traumas. Y ahora ha vuelto a caer en la trampa histórica de la inflación. Es el efecto devastador de la suba de precios que, sin embargo, en los últimos años era subestimado por la Generación Sub 40. La que no vivió la híper de Raúl Alfonsín ni la de Carlos Menem, previas al remanso de la Convertibilidad en los ‘90.

Desde hace varios meses, los más jóvenes que consideraban a la inflación un fantasma de personas mayores, comenzaron a poner en práctica mecanismos para resguardarse del impacto de la suba de precios sobre sus salarios. Cada vez son más los argentinos que, apenas cobran sus sueldos, los depositan en plazos muy cortos (de siete, y hasta de tres días) para volver a recuperarlos con un interés que les permita hacer una diferencia.

Los bancos les llaman fondos de ahorro, y los promueven a través de las redes sociales para captar a los clientes que quieren ganarle la carrera a la inflación. No es la única herramienta de autodefensa. Hay quienes sacan créditos personales a 12, a 24 o a 36 meses porque aún con las altas tasas de la actualidad, con el paso del tiempo las cuotas amortiguan el daño de la inflación.

Otros argentinos, que prefieren no sacar tantas cuentas, invierten el sueldo en dólar blue y lo van pasando de nuevo a pesos a medida que lo van necesitando. Es el método anti inflación que patentaron los boomers a fines de los ‘80. Entonces no había bancos digitales ni créditos a tiro de click en el smartphone. El mejor aliado era un arbolito de confianza con dólar a buen precio en alguna vereda del micro centro porteño.

Las estrategias contra la inflación son una medalla que muchos argentinos exhiben incluso en el exterior -según publica Infobae-. Los banqueros de Madrid o de Roma se sorprenden porque cuando un argentino solicita un crédito o una hipoteca jamás acepta pagarlo en cuotas a interés variable. Aún con una inflación promedio del 6% anual (la que soporta Europa después de la pandemia y la invasión rusa a Ucrania), el pequeño inversor argentino reclama cuotas fijas. El que se quema con la inflación, ve una cuota variable y llora.

Mientras la inflación destruye el poder de compra de los argentinos, también comienza a ser determinante sobre el destino electoral del Frente de Todos. El más perjudicado en estos días es, sin dudas, Sergio Massa. El ministro de Economía ingresó al Gobierno con el mandato de vencer a la inflación (o al menos el de lograr ponerla en retroceso) para convertirse en el candidato presidencial inevitable del oficialismo.

Esa posibilidad, una certeza para muchos hasta hace pocas semanas, ha ingresado al territorio de las dudas con el índice del 6.6% que arrojó la inflación de febrero. Ya se sabe que en marzo la cosa no irá mejor. Es el mes inflacionario por excelencia y el impacto de alimentos, combustibles, colegios y transportes está llevando las cifras al umbral del 7%. “Quizás me apuré con los números”, es la frase que Massa ha pronunciado ante sus colaboradores. El ministro se había entusiasmado con tener un 3% de inflación mensual para abril. Está claro que no sucederá.

La semana pasada, el Banco Central subió las tasa de interés del 75 al 78%, un remedio clásico pero insuficiente para resolver la cuestión de fondo. Massa volvió el domingo de Panamá y se espera que lance otras medidas para que su proyecto personal no naufrague bajo el mar de la inflación. El último miércoles, el diputado kirchnerista Carlos Heller había sorprendido al afirmar que el ministro se disponía a lanzar un paquete de medidas de shock. Nadie en el Gobierno supo explicar a qué se refería.

Como ya lo había hecho en el inicio de la gestión de Massa en Economía, el viceministro Gabriel Rubinstein volvió a sugerir esta semana la posibilidad de ensayar una suba fuerte del dólar oficial. Especialista reconocido en macroeconomía, Rubinstein es partidario de achicar la brecha entre el dólar oficial y los financieros aprovechando el desarrollo de la crisis inflacionaria para generar una devaluación clásica. Pero la idea nunca termina de convencer a Massa, temeroso de que un toque en el dólar oficial termine provocando más inflación y una suba descontrolada de los otros dólares. Por eso, es que la idea de una devaluación en medio del tembladeral no encuentra espacio.

En todo caso, las medidas de shock en las que trabaja Massa tienen más que ver con aplicar nuevos torniquetes a la importación. El ministro prefiere que la inflación baje al menos un poco por efecto recesivo y poder llevar el Titanic al puerto de las próximas elecciones. En dos meses, determinará si es con él como candidato presidencial o como un simple observador.

Alberto desayuna en Olivos con Guzmán

Es tan endeble la situación del Frente de Todos que los dos adversarios principales de Massa en este momento son sus socios políticos. Cristina Kirchner no lo mencionó en su último discurso y La Cámpora tampoco lo nombró, pero salió a criticar previsiblemente el índice de inflación y el acuerdo con el FMI por el que flexibilizó las metas de reservas monetarias. La altísima inflación ha sosegado a los kirchneristas más entusiastas con privilegiar a Massa como el candidato presidencial confiable.

De hecho, y como ya se señaló en esta columna hace una semana, la Vicepresidenta se despega de la estrategia de la “proscripción”, con la que intenta contrarrestar el perjuicio de la condena provisional a seis años de prisión que la Justicia le impuso por fraude al Estado en la causa Vialidad, y evalúa seriamente ser candidata a senadora en la provincia de Buenos Aires. El objetivo es fortalecer la posibilidad de que Axel Kicillof sea reelecto gobernador; mantener el control del Senado y contar con los fueros parlamentarios para la eventualidad de la confirmación de su condena por corrupción en la Corte Suprema.

Claro que fue Alberto Fernández el que intentó sacarle rédito al traspié inflacionario de febrero, como si no fuera una falla más de su gobierno. Primero fue la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, quien calificó públicamente la cifra del Indec como “malísima”. Y luego fue el propio Presidente, quien aprovechó el resbalón de Massa para reunirse y compartir una evaluación de la economía con el anterior ministro de Economía, Martín Guzmán. Con él desayunó en la Quinta de Olivos este domingo.

En otras circunstancias, el encuentro entre el Presidente y Guzmán no habría tenido mayores consecuencias. En definitiva, fue Massa quien lo detectó en Washington y se lo presentó a Alberto Fernández. Claro que ahora las cosas son diferentes. Guzmán tiene pretensiones políticas y no le disgustaría competir por una banca legislativa. Pero Massa siente que fue él quien debió hacerse cargo del desastre anterior a su gestión, y ya ha deslizado con sutileza la amenaza de su renuncia al cargo si siente que lo hostigan en medio del terremoto económico.

En Juntos por el Cambio las cosas no van mucho mejor. Cuentan con la ventaja de que es el gobierno de Alberto, Cristina y Massa el que debe administrar su crisis, y observan con algo de alivio las internas que atraviesan al Frente de Todos. El domingo tuvieron un descanso de su propia confrontación porque la victoria de la oposición en la intendencia cordobesa de La Falda les dio un respiro estratégico. Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales compartieron el festejo tras la reelección del intendente radical, Javier Dieminger, en un distrito donde la UCR es competitiva.

Juntos a ellos aparecieron los dos referentes opositores en Córdoba, el senador Luis Juez y el diputado Rodrigo de Loredo, quienes mantienen una pulseada para ver quien será el candidato a gobernador. Además de Rodríguez Larreta y Morales, también Patricia Bullrich y Mauricio Macri negocian para poder llevar una lista única en la provincia, y conseguir algo parecido en Mendoza, Salta y Tucumán, distritos donde la batalla entre UCR y PRO amenazaba con terminar en listas separadas.

Las diferencias electorales entre los presidenciables de Juntos por el Cambio a cinco meses de las PASO son, en cambio, casi insignificantes cuando se habla de cómo combatir a la inflación. Todos han unificado el discurso con una palabra: shock. Esa es la bandera que levantan Rodríguez Larreta y Bullrich; Macri y María Eugenia Vidal; Morales, Facundo Manes y hasta Martín Lousteau.

El shock anti inflacionario es la receta que explicaron este fin de semana Martín Redrado y Fernando Straface. El ex presidente del Banco Central, quien trabaja ahora con Rodríguez Larreta, dio entrevistas a Clarín y Perfil donde explicó en detalle que el próximo gobierno tendrá apenas veinte días de plazo (entre el 10 y el 30 de diciembre) para hacer los anuncios y enviar las leyes al Congreso que pongan a la inflación como el enemigo principal a vencer. Hacia ese objetivo deberían converger las políticas fiscales, monetarias y de ingresos del futuro gobierno.

En la misma línea se expresó Straface, secretario de Relaciones Internacionales de la Ciudad, en una entrevista con CNN Radio. “El gradualismo solo se puede financiar con alguien que nos preste plata, y a Argentina nadie le presta así que hay que encarar las medidas para estabilizar la inflación desde el día 1″.

Horas después, María Eugenia Vidal defendía las medidas de shock contra la inflación durante un reportaje con el canal Todo Noticias. Y en la misma línea que lo hacen Bullrich y su economista de cabecera (Luciano Laspina); Ricardo López Murphy y los presidenciables radicales como Morales y Manes.

Desde el sector más extremo de la oposición, el libertario Javier Milei, insiste en que la inflación “es un delito” con una única causa: la emisión monetaria. Y que la mejor manera de evitar la suba de la inflación es estrictamente el cierre del Banco Central.

En realidad, y respondiendo a su perfil de celebridad provocativa, Milei convoca a sus seguidores a “quemar” el Banco Central, planteando que la ausencia de toda autoridad monetaria sería el verdadero remedio a los males económicos de la Argentina.

Una propuesta, la de Milei, que va llamativamente a contramano del salvataje que los países capitalistas aceleran en estas horas para poner a resguardo la salud de los mercados financieros.

No solo es el banco UBS el que participa de la compra de sus compatriotas del Credit Suisse para que la tormenta financiera iniciada con la caída del Sillicon Valley Bank no se transforme en un desastre similar a la crisis de las hipotecas en 2008. También ha puesto dinero el Banco Nacional de Suiza y están colaborando el Banco Central Europeo y la Reserva Federal de EE.UU.

Después de la pandemia y con el agravante de la invasión rusa a Ucrania, el planeta no es lo que era. Han cambiado los términos de la globalización financiera y la cooperación se torna indispensable. De los actores privados y de los estados también. Los Trump, los Bolsonaro y todos aquellos que desprecian las imperfecciones de las democracias han fracasado sin atenuantes.

Las urgencias económicas de la Argentina, empezando por la inflación y terminando por la pobreza, se han vuelto demasiado complejas para calmarlas con facilismo populista. Por eso, la solución requiere mucho más esfuerzo intelectual y valentía que gritar desde una tribuna. Ya no basta con ir a quemar el Banco Central para que la magia se haga cargo y lo resuelva todo.

La inflación vuela en Argentina. El aumento de precios interanual ha roto la barrera de las tres cifras por primera vez desde 1990, según datos oficiales. En febrero, el IPC avanzó un 6,6% respecto a enero y un 102,5% al compararlo con febrero de 2022. El dato que más alarma genera es la subida de los alimentos, que aumentaron un 9,8%. La noticia es un mazazo para el Gobierno peronista de Alberto Fernández y para su ministro de Economía, Sergio Massa, a sólo siete meses de las elecciones presidenciales.

El gran aumento de precio de los alimentos estuvo liderado por la carne y los productos lácteos, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Los acuerdos gubernamentales para frenar el valor de estos productos han fracasado y preocupa el impacto de los aumentos para la población con menores recursos. En Argentina, a mitad de 2022, casi una de cada diez personas vivía en la indigencia, es decir, no tenía ingresos suficientes para comprar la canasta básica de alimentos. La escalada inflacionaria hace prever que este dato empeorará más aún este año, al igual que el de pobreza, que era del 36,5%.

El podio lo completan los sectores de Comunicación, con una subida del 7,8%, y restaurantes y hoteles, que remarcaron sus precios un 7,5%.

Los movimientos sociales han tomado las calles de Buenos Aires en señal de protesta por la situación económica. “La deuda es con nosotros”, puede leerse en algunas pancartas de los manifestantes acampados frente al Ministerio de Desarrollo Social para exigir más ayudas y protestar contra recortes.

Muchos participantes de esta protesta viven de planes públicos de empleo, que complementan con otros subsidios estatales y pequeños trabajos ocasionales. “Trabajar no alcanza, está todo carísimo”, lamenta Jennifer Paso, quien protesta en la calle junto a dos hijos bebés en una mañana abrasadora, la quinceava jornada consecutiva de ola de calor en la capital argentina. A su lado asienten otras dos madres, que denuncian que los bolsillos se vacían cada vez más rápido.

En América Latina, sólo Venezuela supera a Argentina en inflación. La población local está acostumbrada a que los precios suban mes a mes pero los jóvenes no habían visto nunca que algunos productos se encareciesen de una semana a la otra como ocurre hoy en día o que diesen saltos tan grandes como los actuales. En los horarios menos concurridos, es posible encontrar a comerciantes etiquetadora en mano cambiando los precios a toda velocidad; también, recibir llamadas por teléfono para informar del aumento de valor de un bien encargado pocos días antes.

La inflación en el país fue del 6,6% durante el mes de febrero de acuerdo al INDEC.

Se estimaba que el IPC podría superar el 6%, y así sucedió. De acuerdo al informe acumuló en el primer bimestre del año una variación de 13,1%. Y en la comparación interanual, tuvo un incremento de 102,5%.

En tanto, el rubro de mayor aumento en el mes fue alimentos y bebidas no alcohólicas (9,8%), principalmente por la incidencia que tuvo el alza de Carnes y derivados y de leche, productos lácteos y huevos.

A este le siguieron: Comunicación (7,8%), sobre la que incidió el alza de los servicios  de telefonía e internet y restaurantes y hoteles (7,5%), por las subas en restaurantes y comidas fuera del hogar. También se destacó en el período el aumento de: las cuotas de las prepagas, que impactó sobre Salud (5,3%); cigarrillos, en bebidas alcohólicas y tabaco (5,2%); los combustibles, dentro de Transporte (4,9%); y los servicios de electricidad y agua en algunas regiones, en vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (4,8%).

Según el INDEC, el aumento de alimentos y bebidas no alcohólicas (9,8%) fue el que más incidió en todas las regiones. Al interior de la división, se destacó principalmente la suba de carnes y derivados. A su vez -expuso- y con menor magnitud, se destacaron las subas en leche, productos lácteos y huevos; y en frutas, por cuestiones estacionales.

Menos

En la Patagonia – llamativamente-  el índice fue menor: 5,8%. En enero en la misma región la inflación fue del 5,9%, una décima mayor, pese a que el mes pasado se sintieron fuerte las subas.  Es que en febrero, la carne, por la sequia, que provocó  faltante de animales en los feedlots mas la inflación, tuvo una suba considerable en todo el país.

El pan fue otro de los productos que aumentaron,  y la causa no fueron más allá de los problemas económicos internos, sino la guerra entre  Rusia y Ucrania,  ya que este último es uno de los principales productores  mundiales de trigo. Se sumó el huevo y hasta el pollo, cuyo consumos e incremento  por la suba de la carne.

La suba de estos artículos fue notorio en Santa Cruz. El kilo de pan ronda los 700 pesos; el kilo de  carne, como corte no popular  como el lomo, llego a los 4.000 el kilo. No es el más consumido, pero es un techo de costos que aumenta y estira el precio de los que si son cortes populares. Un maple de huevo alcanzó los 1.400 pesos.

La variación internaual, es decir, desde febrero del 2022 al mismo mes de este  año, fue del 100,3%

Sea cual fuere el pronóstico económico para el país, la guerra contra la inflación iniciada el año pasado, sigue perdiéndose.

El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) dio a conocer hoy el nivel general del Índice de Precios al Consumidor (IPC), que registró un alza mensual de 6,6% en febrero de 2023 y una variación interanual de 102,5%.

Según informó el organismo encargado del relevamiento, el aumento de Alimentos y bebidas no alcohólicas (9,8%) fue lo que más incidió en todas las regiones, superando en más de 3 puntos porcentuales al índice general (6,6%). Dentro de este rubro se destacó la suba de los precios de la carne, que se incrementaron un 33% en promedio, respecto del mes anterior. En este sentido, se destaca que el acuerdo de precios no tuvo incidencia en febrero y recién se sentirá en marzo, según estimaciones del Gobierno.

A su vez, aunque en menor medida, sobresalió la incidencia de productos lácteos y huevos.

En este sentido, el incremento de los artículos de la canasta básica alimentaria se encuentra alineado con el índice inflacionario de los últimos doce meses, al totalizar un aumento de 102,6% contra un 102,5% del índice general de precios.

En particular, los productos cárnicos como la carne picada (35%), cuadril (34,3%), paleta (33,5%), la nalga (32,8%) y el asado (28,6%), fueron los que repercutieron en la fuerte tendencia alcista.

Respecto al rubro frutas y verduras, la naranja lideró el listado de subas con un 72% de aumento respecto al mes pasado, mientras que el precio del tomate redondo registró una disminución de 18,7% en comparación con el mes de enero.

Entre los productos que más subieron en el último mes, en base una selección de artículos que el INDEC releva en el área del Gran Buenos Aires, se destacan algunos estacionales relacionados a frutas y verduras y otros de productos de almacén, aunque muchos de estos últimos ingresaron en el programa Precios Justos, con una pauta de aumento mensual del 3,2% hasta el mes de junio inclusive.

A continuación, detallamos los principales productos de almacén que sufrieron cambios significativos:

La leche fresca entera en sachet por litro tuvo un aumento de 4,8% alcanzando los $236,04 por litro. El aceite de girasol en botella de 1,5 litros se incrementó de un mes a otro en un 6,6%, alcanzando un valor promedio de $867,07. El queso cremoso ascendió 9,9%, mientras que el agua sin gas embotellada en 1,5 litros subió un 5,5% y las gaseosas de base cola un 5%.

Otros rubros para destacar, que aumentaron muy por encima de la inflación, y del 3,2% que no podrán pasar en los próximos meses, fueron productos como los fideos secos guiseros por 500 gramos (6,4%), el arroz blanco por kilo (14,6%), las arvejas secas remojadas (6%), la leche en polvo (5,4%), el yogur firme (9,9%), el pan francés (5,4%) y los huevos de gallina (13,2%).

Se observó también que ningún producto de almacén arrojó una baja en el precio respecto de enero.

Por otra parte, la mayor parte de las frutas y verduras sufrieron aumentos, pero también cabe destacar que son los productos más volátiles por la estacionalidad y los problemas que puede acarrear la sequía en el mercado agrícola.

En el mes de febrero, los principales aumentos estuvieron dados por los tubérculos como la batata que registró una suba de 13% mensual cotizando $356,54 el kilo contra $315,40 en el mes de enero, mientras que la lechuga por kilo se incrementó un 6,8%. Cabe mencionar que el kilo de papa descendió un 2,4%, arrojando un precio de $256,70 en febrero versus $263,02 en enero.

No obstante, mediante el acuerdo de Precios Justos de productos frescos, vigente hasta el 31 de marzo, se busca estabilizar estos valores.

Por último, cabe destacar que otro de los aumentos relevantes dentro del rubro Alimentos, lo componen el pollo y pescados al 6,8% en ambos casos.

Respecto de los productos de supermercado, hay que poner especial atención en virtud del mencionado acuerdo de Precios Justos, renovado hasta el 30 de junio. A través de este programa casi 2.000 productos de primera necesidad mantendrán fijo su precio, en tanto que alrededor de 50 mil artículos adicionales aumentarán al ritmo del 3,2% mensual. 

Los precios relevados por el INDEC se dispararon por encima de lo que pronosticaban consultoras y analistas. Alimentos y bebidas, los que más subieron.

El costo de vida mostró una fuerte suba en febrero y llegó al 6,6%, mientras acumuló un 102,5% de suba en los último doce meses, informó el INDEC.

El rubro alimentos y bebidas mostró una fuerte disparada y llegó al 9,8%. La suba se ubicó por encima de las proyecciones de las principales consultoras y analistas.

En el primer bimestre, la inflación acumuló un alza del 13,1 por ciento, lo que abre dudas sobre las proyecciones de un costo de vida del 60% para todo el año.

En enero los precios habían subido 6% y acumulaban 98,8% en doce meses. En el primer bimestre, la inflación acumuló un alza del 13,1 por ciento.

También hubo un salto importante en los precios de comunicaciones (celulares y otros), del 7,8%, mientras que restaurantes y hoteles subieron 7,5%, impulsados por el turismo de verano.

La división de mayor aumento en el mes fue Alimentos y bebidas no alcohólicas, principalmente por la incidencia que tuvo el alza de Carnes y derivados y de Leche, productos lácteos y huevos.

Las siguientes divisiones con mayores aumentos fueron Comunicación (7,8%), sobre la que incidió el alza de los servicios de telefonía e internet y Restaurantes y hoteles (7,5%), por las subas en Restaurantes y comidas fuera del hogar.

También se destacó en el período el aumento de: las cuotas de las prepagas, que impactó sobre Salud (5,3%); cigarrillos, en Bebidas alcohólicas y tabaco (5,2%); los combustibles, dentro de Transporte (4,9%); y los servicios de electricidad y agua en algunas regiones, en Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (4,8%).

Un informe sostiene que el haber mínimo sólo pudo ganarle a la inflación en 4 de los últimos 10 años, mientras que hoy queda por debajo del costo de un alquiler y compra menos alimentos.

La jubilación mínima en Argentina quedó un 112 por ciento por debajo de la inflación en el período 2020-22, sin considerar el bono complementario, mientras que la merma es menor a la del período 2016-19, cuando quedó un 166 por ciento debajo de la inflación. Sólo en el período 2011-15, los jubilados le ganaron al índice de precios, cuando el haber mínimo quedó 23 por ciento por arriba.

Las conclusiones pertenecen a un estudio de la consultora Focus Market, que dirige el economista Damián Di Pace, quien además añade que en el período 2020-22, la jubilación mínima tuvo una actualización del 306 por ciento, con bono incluido. En el período 2011-15 había subido un 200 por ciento y en 2016-19, un 129 por ciento.

Esos datos deben compararse contra el aumento de la inflación en los distintos períodos, ya que entre enero 2020 y marzo 2023 los precios crecieron más del 335 por ciento. En 2011-15 la inflación acumulada fue del 177 por ciento y en 2016-19, un 295 por ciento.

“En el estudio comparativo de cobro de la Jubilación Mínima en América Latina, en el puesto 1 se encuentra Ecuador (cuya economía está dolarizada), donde reciben 450 dólares –añade Di Pace en su informe-. En último lugar se encuentra Venezuela, donde un jubilado cobra 5,8 dólares al mes. Argentina es el octavo de los once países analizados considerando la jubilación más bono (195 dólares), mientras que sin bono se encuentra en puesto 10, anterior a Venezuela”.

El trabajo también advierte sobre la pérdida de financiamiento del sistema, por el crecimiento del empleo en negro y la baja relación de aportantes activos por cada persona jubilada en el país:

“La sostenibilidad del sistema previsional Argentino es una gran preocupación, presente y futura. La falta de generación de empleo privado, es decir de aportantes nuevos en relacíón al ingreso de mayor cantidad de jubilados y pensionados, hace que se tenga que achicar la pirámide de cobro hacia abajo, ampliando la base de beneficiarios”, sostiene el informe.

“Mientras en 2016 había 2,1 aportantes al sistema por cada 1 que cobraba, hoy cayó a 1,6 aportante por cada jubilado que cobra, cuando se necesitarían al menos 3 aportantes activos. Argentina se encuentra dentro de los últimos puestos a nivel mundial respecto de la sostenibilidad el sistema a futuro. A su vez, hoy el sistema cuenta con más jubilados que cobran por moratoria, sin haber aportado que jubilados que han aportado al sistema”.

Fue en el marco de un anuncio de gestión en el que el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, presentó un proyecto para simplificar el trámite de VTV para aliviar el bolsillo de los vecinos.

Consultado por el índice de inflación que se conocerá esta semana, el mandatario sostuvo: “Lo garantizo, yo voy a bajar la inflación; es el primer objetivo que tenemos.”

Rodríguez Larreta describió la difícil situación que atraviesan las familias argentinas: “Hoy la gente ya no es que no llega a fin de mes, sino que no llega a fin de la semana.”

Y agregó: “Cada día, el sueldo que tienen vale menos. Hoy no hay precios, vas a comprar algo y a los dos días cuesta más.”

También se refirió a la actividad comercial: “Los comerciantes no pueden trabajar. Venden y cuando van a reponer, reponen mas caro que lo que vendieron, pierden plata.”

“No se puede vivir así”, aseveró. Y detalló que está trabajando en un plan integral, ya que “no existen medidas mágicas”.

“La Argentina no puede gastar todos los años más de lo que tiene y emitir con la maquinita, tenemos que cortar eso.”

También sostuvo que hay que exportar más para no depender de las subidas y bajadas del tipo de cambio. “Tenemos que encararlo y rápido”, cerró.

Más tarde, en diálogo con Radio Mitre Córdoba profundizó: “el mundo necesita los alimentos argentinos y la energía de Vaca Muerta”. Y sostuvo que al exportar más, hay más dólares, eso termina con la volatilidad del tipo de cambio. “Con eso se acaba el dólar soja, el dólar Qatar, el dólar Malbec que quieren poner ahora” reafirmó.

También insistió en que hay que unificar el tipo de cambio, “no de un día para el otro, no hay magia”.

En esa línea, redobló: “yo no voy a prometer soluciones inalcanzables, sí comprometo mi trabajo. Yo trabajo todo el día y me siento preparado para el desafío de gobernar la Argentina y sacarla adelante”.

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) anunciará este martes por la tarde la evolución que registró el índice de precios al consumidor (IPC) durante febrero, luego de que en enero marcara una suba del 6%.

Según las estimaciones privadas, reflejadas en el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) que realiza el Banco Central, la inflación de enero se ubicó en torno al 6,1%. Y en base al relevamiento realizado por la IET, se estima que en febrero la suba de los precios fue de 6,3% promedio, según publica Télam.

Una de las entidades que releva la marcha de los precios, el Instituto de Estadística de los Trabajadores (IET) de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) señaló que el dato más relevante de febrero será que la inflación de los doce últimos meses será de tres dígitos, debido a que se ubicará por encima del 100%.