«Qué difícil es aceptar que nuestros hijos ya no conocerán aquellos árboles que conocimos y hoy sólo existen grabados en la retina y memoria de quienes amamos los bosques que algunos pocos decidieron exterminar”, remarcó el guía de turismo Gabriel Verge, vecino de El Hoyo, preocupado por la destrucción de las pitras, una planta nativa patagónica en vías de extinción (pariente de los arrayanes, aunque de corteza blanca), y que ahora se apunta a recuperar mediante un programa especialmente diseñado.
Hace un par de años, el Concejo Deliberante de El Hoyo declaró por unanimidad a los pitrantos como “bosque protegido intangible en todo el ejido municipal”, merced a un proyecto gestionado por los mismos pobladores y organizaciones ambientalistas. Por entonces, se esperaba que los restantes municipios de la Comarca Andina copien la iniciativa, pero nada pasó.
En la región, la pitra apenas prolifera dentro del Parque Nacional Lago Puelo (Sendero del Pitranto Grande, Bosque de las Sombras); mientras que en las chacras cercanas a los ríos y lagos ha sido talada para dar lugar a campos de cultivos o nuevas construcciones.
Según Verge, entre otros factores, dicho árbol “ha sido víctima de negocios inmobiliarios, tala, incendios forestales y urbanizaciones no planificadas y desarrolladas a costa de la destrucción del bosque nativo. Se acabó la suerte de las patagüas (como también se la conoce) que supieron desarrollarse y vivir en perfecta armonía durante los últimos 100 años en la costa del río Epuyén”. Además recordó que “los pitrantos cobijan al fío fío silbón, un pajarito que viaja desde el Amazonas para reproducirse en verano”.
La norma aprobada por los ediles de El Hoyo establece que “queda prohibido el corte, poda y raleo de pitras, como así también la alteración total o parcial provocada por cualquier actividad humana o animal que ponga en riego la continuidad de bosques puros, mixtos o ejemplares aislados de pitra en cualquiera de sus etapas de crecimiento”; determinando que “las construcciones, urbanizaciones o mejoras deben realizarse a una distancia mínima de 30 metros”.
Cabe destacar que los pitrantos son “ecosistemas formados por una gran diversidad de especies de plantas, helechos, hongos, líquenes y lianas asociadas a los ambientes acuáticos del bosque andino patagónico”, que alberga a la paloma araucana (se alimenta del fruto comestible de la pitra entre los meses de mayo a noviembre), al monito del monte, zorro gris, gato huiña y ranita borravino, entre otros”.
A criterio de los ecologistas, “la destrucción ambiental para el progreso para unos pocos genera el calor de las sequías, el viento extremo, las inundaciones, los aludes y nos deja la basura que se impone a nuestra sociedad de consumidores/consumidos y vecinos reclutados como mano de obra barata para la construcción de las nuevas mansiones”.
Otra de las críticas en la zona apunta a que “más allá de la leyes, tampoco el Estado garantiza los controles. Generalmente se enteran cuando las plantas ya están en el suelo y ni siquiera cobran una multa a los infractores”. Precisamente, pequeños bosques de pitras son comunes de ver a un costado de la ruta nacional 40 desde Epuyén hasta El Hoyo, y también en Lago Puelo, pero al no tener valor comercial como madera o leña, se la termina talando con la única finalidad de ampliar las chacras.
Dentro del Parque Nacional Lago Puelo, los senderos “Bosque de las Sombras”, “Pitranto Grande” y “Mirador del Lago” permiten ver de qué manera interactúan distintas especies botánicas (el tique, el ulmo, el olivillo, el avellano) dentro de un pitranto, especies que sólo crecen en este particular ambiente, donde es escasa
Diario Jornada