La madrugada del pasado domingo, una impresionante bola de fuego cruzó el Mediterráneo a 40.000 km por hora. El objeto, tan luminoso como la Luna, pudo ser visto a 500 kilómetros de distancia. Se trata de una roca, procedente de un asteroide desconocido, que logró atravesar la atmósfera terrestre y alcanzar una altitud de 31 kilómetros sobre el mar antes de desvanecerse. Probablemente, algún fragmento sobrevivió al viaje pero se hundió bajo las aguas.
Los detectores que operan en el marco del proyecto SMART de la Universidad de Huelva lograron grabar el paso del meteoro sobre las tres de la mañana. Debido a su gran luminosidad, pudo ser visto desde los observatorios astronómicos de Calar Alto (Almería), Sierra Nevada (Granada), La Sagra (Granada), La Hita (Toledo), Sevilla y Huelva. La bola de fuego se inició a unos 85 km de altitud frente a las costas de Marruecos, desde donde continuó en dirección noreste para finalizar a 31 km de altitud sobre el mar, en la línea de Tarifa, pero más cerca de las costas africanas. «Ha llegado hasta una altura muy baja, por lo que es muy probable que haya podido sobrevivir algún fragmento, aunque sea de unos pocos gramos, que ha caído al mar», explica José María Madiedo, profesor de la Universidad de Huelva e investigador principal de SMART.
La baja altitud que alcanzó la roca también indica que su procedencia es un asteroide. «Si fuera de un cometa ya se habría destruido a los 80 o 90 metros, debido a que está compuesto de materiales muy porosos y frágiles», señala el investigador.
Más pequeño que una nuez
La roca se precipitó en el mar pero de haber caído a tierra tampoco habría causado daños. «Los fragmentos que hayan quedado no serán más grandes que una nuez, no suponen ningún peligro en absoluto», asegura Madiedo.
Esta bola de fuego es la segunda sobre la península en muy pocos días. Durante la madrugada del viernes, otra también muy luminosa atravesó los cielos de Cáceres aún más rápido, a 65.000 km por hora, para desintegrarse sobre Ávila a 35 km de altitud. Este meteoro también procedía de un asteroide pero el investigador niega que los dos eventos estén relacionados.
Hace unas semanas se dio a conocer que una gran bola de fuego impactó en la atmósfera de la Tierra el pasado diciembre provocandola mayor explosión desde el meteorito de Chelyabinsk en Rusia hace seis años y la segunda más grande en 30 años. El fenómeno fue captado por satélites sobre el mar de Bering, frente a la península rusa de Kamchatka, sin previo aviso. Si hubiera ocurrido sobre una localidad se habría oído el boom sónico, habrían temblado los cristales y habrían saltado las alarmas de los coches, pudiendo dejar también algunos heridos.
ABC.es