“Hace mucho, en la antigua China, los pavorreales gobernaban la ciudad, pues habían inventado los fuegos artificiales. Pero lo que trajo color y alegría también trajo oscuridad y destrucción”.
(Anónimo, siglo XVII)
En carta a sus padres, desde Sierra Maestra, Ernesto Guevara se despidió así: “Los recuerdo y los quiero. No olviden a este pequeño condotiero del siglo XX”. (Los condotieros fueron soldados mercenarios italianos de la Edad Media).
Ese final, como otras tantas cartas y páginas de su diario y de libro El socialismo y el hombre nuevo (1965), y por cierto la fotografía casual tomada por Alberto Díaz (Korda, su seudónimo), en 1960, titulada “Guerrillero heroico”, bastaron para que millones de jóvenes de izquierda de América Latina y de Europa se arrodillaran ante ese naciente mito, luego centuplicado por la foto de Korda en también millones de remeras…
Maravillados, además, por su humanismo. ¿Cómo no abrazar al hombre que dijo “El verdadero revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor”?
Pero, como los pavorreales chinos ante los fuegos artificiales, debajo de esa idílica cáscara había oscuridad y destrucción…
Y alguien clavó una pica en Flandes. En agosto de 2013, Payton Alexander, intelectual norteamericano experto en política y relaciones internacionales, publicó un artículo en The Libertarian –traducido al castellano por el profesor y economista ecuatoriano Richard Eduardo Salvatierra: una recopilación estremecedora de hechos y frases de ese Che Guevara falsamente glorificado ante la hipnosis que produce su figura…
Cita textual: El Che no es un inocente combatiente por la libertad. Apodado como “El Carnicero de la Cabaña” (fortaleza militar usada como cárcel y fusilamientos), es reconocido por ordenar la ejecución de cientos de personas. Y a veces, por su propia mano…
Ya tercero en el poder, detrás de Fidel Castro y su hermano Raúl, determinó la ejecución de todos los disidentes políticos, guillotinó la prensa independiente, intentó prohibir… ¡el rock and roll!, arrastró la economía cubana a la quiebra –fue su ministro de Industrias–, y (créase o no), hizo encarcelar a todos los homosexuales.
Según testimonios de muchos que lo conocieron, “era un homófobo fanático, y también lo era Fidel”.
Las frases recopiladas en el artículo lo explican todo…
“Los jóvenes deben aprender a pensar y actuar como masa. Pensar como individuos es criminal”.
“Hay que acabar con todos los periódicos. Una revolución no puede lograrse con libertad de prensa”.
“Para enviar hombres al pelotón de fusilamiento no es necesaria la prueba judicial. Ese procedimiento es un detalle burgués arcaico. ¡Esta es una revolución! Y un revolucionario debe ser una fría máquina de matar motivado por odio puro”.
“Tengo que confesarte, papá, que realmente me gusta matar” (En carta a su padre).
Confesión de Guevara, fecha 18 de febrero de 1957, sobre la ejecución del guía campesino Eutimio Guerra, acusado de pasar información al enemigo y condenado a muerte: “Sus compañeros no querían pasarlo por las armas, pero acabé el problema dándole en la sien derecha un tiro de pistola 32 con orificio de salida en el temporal derecho. Boqueó un rato y quedó muerto. Al proceder a requisarle las pertenencias no podía sacarle el reloj, amarrado con una cadena al cinturón. Entonces él me dijo con una voz sin temblar muy lejos del miedo: Arráncala, chico, total…´ Eso hice, y sus pertenencias pasaron a mi poder”.
Como eco del artículo de The Libertarian, el periodista Manuel Villatoro encaró en la sección Historia del tradicional título español ABC, coincidiendo con el 28 de junio, Día del Orgullo Gay, un largo trabajo acerca de la cerril homofobia de Guevara. Casi al comienzo escribe, sin filtro, “La realidad es que poco tenía el Che de santo, y mucho de asesino”. Y pivotea sobre el tema: “Según él, los homosexuales son contrarios al ideal de ‘hombre nuevo’. Son pervertidos sexuales. Por eso los persiguió y los internó en campos de trabajo”.
Por supuesto, de trabajo forzado…
Dato sorprendente. José Martí (1853-1895), el mayor héroe de la Independencia cubana, en su obra Nuestra América escribió: “El homosexual es un ser afeminado incapaz de construir una nación. Es un inservible detritus del materialismo moderno”.
Guevara y Fidel, tiranos, abjuraron de los ideales libertarios de Martí, pero heredaron –frenéticos– su odio a la condición gay.
Fidel y Raúl Castro junto a Ernesto «Che» Guevara. Los tres tuvieron un desprecio profundo y manifiesto por los homosexuales.
El periodista Villatoro retoma un estudio de Guillermina Sutter Schneider, de la entidad Investigaciones del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global, titulado ¿Eres gay? El Che Guevara te hubiera enviado a un campo de concentración. Y sigue: “Los castristas aunaron todos sus esfuerzos para que la sociedad viera a los guerreros barbudos como “hombres viriles capaces de salvar a la revolución”. Todo lo contrario en cuanto a los homosexuales, ya que “en la revolución, la homosexualidad se consideraba una fase que había que superar si se pretendía cumplir con los objetivos marcados por el sistema”.
Según el periodista, escritor y político cubano Carlos Alberto Montaner, el hombre nuevo debía ser “un obrero vigoroso, gallardo, trabajador, patriota, desinteresado, heterosexual, monógamo y austero”. Por lo tanto, como describió el gran escritor cubano Guillermo Cabrera Infante (1929-2005), “los gays y las lesbianas eran ´gente enferma´ que debía dejar paso al hombre nuevo, políticamente sano y producto de la Cuba comunista”.
Se comprende que Cabrera Infante -autor de la maravillosa novela La Habana para un Infante difunto- haya huido al exilio (a Londres) apenas sonaron los primeros y siniestros compases de la tiranía que aun asfixia a Cuba pasado medio siglo desde aquel primer día de enero de 1959.
(Advertencia: todo cuanto aquí se ha escrito, citado y recopilado de ninguna manera exculpa al corrupto dictador Fulgencio Batista, que aplastó la libertad de expresión, de reunión y de huelga, estableció la pena de muerte, eliminó la autonomía universitaria y tuvo a sus órdenes una policía torturadora y criminal)
(Advertencia II: cualquier similitud de esa tiranía con la saga de los Castro y Guevara…, no es mera coincidencia: es deliberada)
Fidel Castro no le fue en zaga a Guevara: en varias entrevistas declaró que “nunca creímos que un homosexual pudiera tener las condiciones y requisitos de conducta que nos permitan considerarlo un verdadero militante comunista, ya que esa desviación sexual es incompatible con el hombre nuevo que necesita Cuba”.
Jacobo Machover, escritor y periodista cubano, recordó en una entrevista de la cadena BBC, año 2017: “Suele olvidarse que fue el Che Guevara quien creó el primer campo de trabajo de Cuba, en la península Guanahacabibes. Una prisión donde metían a funcionarios y militantes del Partido Comunista que no habían cumplido con las normas, y que fue el primer paso hacia más campos iguales en 1960, tristemente conocidos como Unidad Militar de Ayuda a la Producción. Enclaves en los que fueron encerrados homosexuales, católicos y adeptos a las religiones afrocubanas”. Algo que reforzó Guillermina Sutter Schneider: “Esos crueles centros eran como el campo de Auschwitz. Sólo cambiaron la inscripción “El trabajo libera” por “El trabajo los hará hombres”, claramente dirigido a los homosexuales”. La peregrina y científicamente refutada idea de que el homosexualismo es una “desviación patológica que puede curarse”.
Además, en los años 70 se dictó la increíble Ley de Ostentación Homosexual, que prohibía “las manifestaciones públicas de afecto entre personas del mismo sexo”.
Humberto (Bert) Corzo, director desde 1994 del sitio Cubanet, Prensa Independiente, cuenta que Carlos Figueroa, amigo de Guevara en los días juveniles de Alta Gracia, Córdoba, recordó: “Yo le puse el Gallo Rápido, porque estaba comiendo, y al entrar la mucama la obligaba a subirse a la mesa para hacerle el sexo desesperadamente. Después se deshacía de la infeliz, y seguía comiendo como si nada. Usaba a las mujeres de nivel social inferior como objetos sexuales”.
Y así termina Corzo su artículo: “El Che fue fanático, dogmático, rencoroso, envidioso, arrogante, soberbio, mentiroso, racista, carente de moral, mercenario y homófobo. Una fría máquina de matar que el fanatismo de la izquierda ha convertido en héroe”.
Ernesto Guevara habla en el Consejo Interamericano Económico y Social durante la conferencia de Punta del Este en agosto de 1961.
No hay que ser bachiller por Salamanca para advertir que el concepto “hombre nuevo”, como la descripción del ideal de soldado revolucionario cubano, tiene indiscutibles puntos de contacto con los preceptos del nazismo.
Respecto de las marchas del orgullo gay, asombra que muchos de ellos luzcan remeras… con la famosa foto del Che que, según algunos ensayistas, “construyó la mitad del mito”. ¿Ignorancia, o idolatría contra toda evidencia?
Un intrincado fenómeno para sociólogo, informó, Contexto Tucuman.