Me dirijo a ustedes como ciudadano, como descendiente de colonos galeses arribados al Chubut en el velero Mimosa en 1865, como médico, y como referente cultural en nuestra provincia, a los fines de hacerles conocer mi repudio personal, que surge del más simple y primitivo sentido común, al proyecto de instalar la megaminería o minería a cielo abierto en nuestra provincia.
No voy a abundar en detalles con respecto a los conocidísimos riesgos ambientales, que más que tales son certezas, que la actividad en cuestión depara para el futuro de los habitantes de nuestra provincia, de zonas aledañas, y en definitiva, del mundo entero, detalles de los que sé que cada uno de ustedes es totalmente consciente. Sobran los ejemplos en todo el mundo y la información está al alcance de cualquier persona hoy en día.
Sólo diré que hay tres maneras, grosso modo, de hacer las cosas: bien, más o menos o mal. En la megaminería no existe demasiado margen: si se las hace bien, el riesgo es, aún así, muy alto en cuanto a las consecuencias. Si se las hace más o menos es altísimo, si se las hace mal es suicida.
Conociendo las sospechas de corrupción que pesan sobre políticos y funcionarios públicos en nuestro país en general y en nuestra provincia en especial- y no necesito dar ejemplos, pues los mismos sobran- podemos estar seguros de que las cosas en cuanto a megaminería respecta se harían muy probablemente más o menos; casi seguro mal; y hasta diría muy mal. Algo muy difícil de controlar para cualquier gobierno.
De manera que si se permite avanzar en el proyecto de instalar este tipo de minería en nuestra provincia, es altamente probable que en unos años haya “accidentes”, o sea derrames de líquidos contaminantes en las aguas del territorio, derrames que contendrán entre otros elementos el conocidísimo veneno cianuro y ciertos metales pesados. Ello más allá del deterioro del paisaje y alteración del ecosistema.
Sabemos que en megaminería la parte del león se la llevan las empresas que hacen el trabajo. Pero también sabemos que esta actividad implica dinero fácil, abundante y rápido. Fácil, porque vendría sin prácticamente inversiones ni trabajo por parte de la provincia; abundante, en forma de regalías, salarios -para un porcentaje relativamente bajo de la población- y, mal que nos pese, coimas, que son las que determinarán que las cosas se hagan más o menos, mal o muy mal, que es más barato para la empresa que intervenga; y rápido, lo que aseguraría el éxito político a corto plazo.
Bien digo, a corto plazo. Pero su deber, Sr. Gobernador, y el deber de todos ustedes, Sres. Legisladores, es el de planificar a largo plazo, pensando patrióticamente en el futuro de nuestra provincia y de sus habitantes, y no en el “éxito” de un mandato. Los resultados de la megaminería para el futuro no serían muy halagüeños que digamos.
Creo que es muy egoísta, en un sentido realmente extremo, sacrificar el futuro por el efímero presente. Así, el deber que ustedes enfrentan hoy, Sr. Gobernador, Sres. Legisladores, es el de planificar el bienestar futuro del pueblo del Chubut.
Comiencen hoy a estimular el desarrollo del turismo, tan abandonado pese a la riqueza natural y cultural de que disponemos. Vuelvan a estimular la actividad ganadera, tan intencionalmente abandonada en los últimos treinta años, no sé si casualmente por compartir el ambiente con la megaminería, y tanto menos contaminante que ésta.
Bajen los impuestos para estos emprendimientos y para actividades industriales de menor impacto ambiental, para estimular su asiento en nuestro suelo, tal como se planea hacer con las empresas mineras, que deben en cambio ser desalentadas. Son procesos más lentos, el dinero llegará más difícilmente y paulatinamente. Pero ciertamente será abundante en el futuro. Claro que los resultados se verán a largo plazo, y eso puede no implicar obtener aquellos votos interesados de gente que ve todo con anteojeras, egoístamente, como en cambio les asegura la megaminería.
Es obligación de ustedes, Sr. Gobernador y Sres. Legisladores, respetar la Ley Provincial N° 5001 del nueve de abril de 2003: “La legislatura de la Provincia del Chubut sanciona con fuerza de ley Artículo 1°.- Prohíbase la actividad minera metalífera en el ámbito de la Provincia del Chubut, a partir de la sanción de la presente Ley, en la modalidad a cielo abierto y la utilización de cianuro en los procesos de producción minera Artículo 2°.”
No ignoro las presiones a que ustedes, tanto como nosotros, estamos expuestos desde el gobierno nacional, las multinacionales y las entidades financieras internacionales. Pero ya hay suficiente y hasta diría excesiva cantidad en el mundo de oro, plata y níquel, y otros metales para suplir necesidades reales, y no las impuestas por el brillo ficticio del valor que les atribuimos. No debemos seguir el ejemplo del rey Midas, que no podía saciar su sed ni alimentarse, porque todo lo que tocaba se convertía en oro. Con el agravante de que nosotros, y todo ser vivo en nuestro medio ambiente, comeremos y beberemos cianuro y otros tóxicos si seguimos por el camino que se nos quiere imponer.
Finalmente, Sr. Gobernador, Sres. Legisladores, sepan que, a quienes firmen o voten a favor de la megaminería, individual o colectivamente, el pueblo del Chubut podría hacerlos penal y civilmente responsables de cualquier “accidente” que, a la manera del departamento sanjuanino de Jáchal, y de tantos otros lugares en el mundo, ocurra en nuestra provincia como consecuencia de este tipo de actividad hoy aún prohibida en el Chubut.
Es todo. Aprovecho la oportunidad para saludarlos con la mayor consideración.
Atte. David Williams