El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, dijo que las conversaciones con Rusia, celebradas este martes sobre la región siria del noroeste de Idleb, último bastión rebelde en el país árabe, «están lejos de cumplir con las demandas turcas» por lo que una operación militar allí es sólo «cuestión de tiempo».
«Si los países con los que llevamos a cabo las negociaciones no hacen en Idleb lo que se necesita, lo haremos nosotros mismos. Hasta ahora las negociaciones no entregan un resultado que nos satisfaga», dijo Erdogan en un discurso ante el bloque parlamentario de su formación, el islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), actualmente en el Gobierno.
El mandatario dijo que Ankara está en condiciones de lanzar la operación militar en esa región siria «en cualquier momento», y la calificó como «vital para nosotros», según declaraciones reproducidas por el diario turco Hurriyet daily News.
«Como con todas las operaciones, decimos que podríamos venir de repente una noche. En otras palabras, una operación Idleb es cuestión de tiempo «, dijo, aludiendo a las tres operaciones turcas anteriores en el norte de Siria desde 2016.
«Estamos entrando en los últimos días para que el régimen sirio detenga su hostilidad en Idleb. Estamos haciendo nuestras advertencias finales», agregó. «Turquía ha hecho todos los preparativos para llevar a cabo sus propios planes de operación en Idleb».
Idleb, el foto del conflicto
En 2011 Idleb se convirtió en uno de los focos del levantamiento contra Bashar al Assad y los rebeldes lograron controlar brevemente la provincia y su homónima capital, que colinda con Turquía y está atravesada por dos arterias vitales: la M4, que conecta Alepo con Latakia; y la M5, que va de Alepo a Damasco.
En 2017 Turquía firmó un pacto con Rusia e Irán en Astana, la capital kazaja, donde acordaron establecer una nueva zona de distensión en la provincia de Idleb y desplegar observadores en toda la zona «para evitar incidentes y enfrentamientos entre las partes en conflicto».
Sin embargo, ni Al Assad ni la oposición aceptaron el acuerdo debido a la falta de garantías y Damasco continuó su avance contra los últimos focos rebeldes: el norte de Homs, Deraa, Quneitra, el Ghouta Oriental.
Tras sucesivos triunfos militares en el último año, en las últimas semanas el ejército sirio apoyado por la aviación rusa, conquistó más de 1.500 kilómetros cuadrados de esta región noroccidental, último bastión de los rebeldes islamistas que luchan contra Damasco.
La ofensiva derivó en combates entre fuerzas de Siria y de Turquía, que posee tropas en el norte de Siria que están aliadas con los rebeldes para combatir al Ejército sirio y a combatientes kurdosirios a los que Ankara ve como amenaza a su seguridad.
El diálogo
Funcionarios turcos y rusos sostuvieron varias rondas de conversaciones en Ankara y Moscú, y los cancilleres también se reunieron el fin de semana, pero no pudieron encontrar una solución, por lo que la escalada de violencia bilateral no encuentra por ahora su techo y la retórica bélica hace temer un inminente conflicto.
En medio de la espiral de choques y declaraciones, este miércoles retomó su actividad el aeropuerto de Alepo tras ocho años de cierre, con el aterrizaje de un avión de la aerolínea estatal que voló desde Damasco, un día después de que el presidente Bashar al Assad predijera la «victoria total» tras el avance militar en el norte del país.
«El hecho de que el aeropuerto de Alepo vuelva a operar y a recibir vuelos nacionales, y luego internacionales, es una gran victoria gracias a los sacrificios del Ejército y la firmeza del pueblo», aseguró el ministro de Transportes, Alí Hammud, citado por la agencia estatal SANA.
El ejército sirio recuperó el control de la totalidad de Alepo de manos de los grupos rebeldes en diciembre de 2016, incluido el aeropuerto, pero el intento de reabrirlo en 2017 debió aplazarse ya que los insurgentes lo atacaron con artillería.
A menos de un mes de cumplirse el noveno aniversario del inicio de la guerra civil, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos denunció que la ofensiva de Damasco contra este bastión opositor obligó a más de un millón de personas a abandonar sus casas y buscar refugio en campos de desplazados desde diciembre.