Los cuerpos deben salir de los sitios donde fallecen a cajón cerrado por tratarse de una patología infecciosa.
Morirse por coronavirus es morir en soledad, aislado y sin los familiares cerca. Es uno de los grandes temores de los pacientes y su entorno. Aunque suene escabroso, es una verdad que se está viendo en televisión, por lo que sucede en Italia y España, donde no sólo el sistema de salud está colapsado, sino también las morgues y los cementerios.
En la Argentina hasta el momento han fallecido ocho personas y el pronóstico según los especialistas es más optimista respecto de los dos países europeos más afectados. «Confiemos en que nuestras medidas de contención adoptadas por las autoridades nacionales surtirán efecto. La Argentina tomó medidas muchos más precoces y drásticas que Italia y España, que reaccionaron más de un mes después del primer caso», afirma el médico infectólogo Lautaro De Vedia, ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología.
De Vedia hace saber que habrán muchos más casos en el país «pero la actitud del gobierno me permite en lo personal tener una visión positiva de la proyección que tendrá la Argentina, mucho más moderada que Italia y España. El Estado tomó cartas en el asunto, ahora es la sociedad la que debe responder si está a la altura de las circunstancias».
El médico infectólogo dice que hay un nuevo protocolo respecto del manejo de los cadáveres en tiempos de coronavirus. «Los cuerpos deben salir de la institución donde fallece a cajón sellado por tratarse de una patología infecciosa, El cuerpo del fallecido por una enfermedad respiratoria aguda grave como el COVID-19 puede resultar un factor de contagio», describe De Vedia.
«En segunda medida hay que tomar recaudo con lo que sería la higienización del cuerpo del fallecido, asegurando que se apliquen precauciones estándares en todo momento como el lavado de las manos y la limpieza ambiental, incluido el uso adecuado de EPP (equipo de protección personal), como delantal de manga larga, guantes de látex y protección facial si existe riesgo de salpicaduras de líquidos corporales del paciente o secreciones en el cuerpo o la cara del miembro del personal», puntualiza.
Finalmente señala que «se puede cremar o enterrar el cuerpo, aunque se recomienda la cremación. Es una sugerencia, no una imposición. Tampoco se puede hacer un velatorio, sólo un familiar puede despedirse, evitando todo tipo de contacto y manteniendo distancia con el cuerpo».
No se puede hacer embalsamamientos -práctica infrecuente-y tampoco se recomienda hacer autopsias, «porque la manipulación y evisceración indefectiblemente generará algún tipo de contacto. Si un paciente con COVID-19 murió durante el período infeccioso, los pulmones y otros órganos todavía pueden contener virus vivos, y se necesita protección respiratoria adicional», focaliza el profesional.
De Vedia sostiene que hay que ser rigurosos con las medidas de seguridad, independientemente del dolor que puede ocasionar a los familiares del fallecido. «No hay visitas al hospital para enfermos por este virus nuevo, suena muy feo, pero no podemos poner en riesgo el sistema de salud, sería una situación irremontable».
Dentro del panorama sombrío, De Vedia remarca que «la tasa de mortalidad de esta enfermedad es muy baja por lo que tratemos de evitar hacer un mundo de esta historia. En la Argentina estamos aproximadamente en el 1.5 por ciento de muerte del total de lo infectados, entonces hagamos un esfuerzo para brindar un panorama alentador», concluye con carácter.
Desde Jardín del Pilar, una empresa funeraria, señalaron que el coronavirus produjo cambios drásticos en lo que se refiere al último adiós. «Cumplimos con las indicaciones que nos dieron desde la Superintendencia de Salud, esto es que no hay entierros, sólo se hacen cremaciones y sin familiares. El procedimiento lo hacen la persona encargada en soledad», afirmaron.
Desde la entidad velatoria afirmaron, además, que ante otro tipo de muertes que no tengan que ver con el COVID-19, «el servicio de entierro y cremación se realiza pero con no más de cuatro familiares dando el último adiós».
Desde la Funeraria Palermo señalaron que «el cuerpo, si es de una persona que falleció por coronavirus, ya no pasa más por cochería. Desde la Morgue Judicial lo llevan directamente al crematorio del cementerio de la Chacarita -si se trata de un caso de Capital- y el procedimiento es inmediato, algo que por muerte natural demoraba 48 horas».
«Hay mucha vaguedad, todavía no tenemos muy en claro la nueva reglamentación, pero entendemos que ya no hay más servicio velatorio porque significa aglomeramiento de personas. El cortejo fúnebre, ahora, se hace con un solo auto con un máximos de cuatro familiares. Y también se suspendió el responso, la misa que se hace desde la capilla del cementerio, aunque los curas de Chacarita propusieron hacerla con un audio de whatsapp».
Para Mauricio Caballero, médico integrante de la Fundación Infant, especializado en enfermedades respiratorias, «el nivel de bioseguridad que el personal de salud (enfermeros, camilleros) debe tener con el cuerpo de un fallecido por coronavirus debe ser altísimo para evitar el más mínimo riesgo. Por eso tampoco se recomiendan las autopsias para evitar el más mínimo contacto con un cuerpo que emana contagio».
Caballero, que es autor de números artículos en revistas médicas de alto impacto, cree que «hoy por hoy el estudio de lo cuerpos infectados es fundamental para conseguir una valiosa información a fin de tomar medidas de salud lo antes posible. Pero son muy pocos los reportes anatomopatológicos realizados sobre este virus, los cuales que sólo se hicieron en China, ninguno en Italia ni en España».
De acuerdo a lo que aporta Caballero, no existe una descripción mecanística con lo que pudo haber pasado con las personas fallecidas por COVID-19; «sí sabemos que hubo una insuficiencia respiratoria severa y una falla multiorgánica, pero no está detallado qué es lo que gatilla todo esto. Por eso es necesario entender que los cuerpos nos darían una información que nos permitirá establecer a los médicos estrategias de tratamiento y vacunación para los pacientes que están internados».
Para el médico especialista el objetivo primordial es entender el detalle de lo que está pasando. «Debemos tener claridad para comprender por qué mata este virus para salvar las vidas de los que están infectados. Si no encontramos las respuestas que estamos buscando a corto plazo, esta guerra con el enemigo invisible será peor el año que viene».
Caballero dice que las respuestas a corto plazo son la vacuna o un tratamiento específico. «Los cuerpos vivos dan información, pero la única forma que nosotros encontramos para dar respuesta es llevar a cabo algún tipo de intervención mínimamente invasiva para tener información de los tejidos y de los órganos para que nos puedan detallar los motivos y así nosotros poder determinar algúna estrategia empírica, o algun ensayo, o tipo de tratamiento para resolver el problema central».
Hasta ahora en los 8 cuerpos de los fallecidos no se llevó a cabo esa intervención mínimamente invasiva, según estima Caballero. «Yo soy una de las dos personas en la Argentina que está entrenada para realizar esta técnica, que se encuentra en pleno desarrollo», revela el profesional, quien se entrenó en Barcelona y en Nairobi (Kenia) para especializarse.
Caballero, que también es médico pediatra, dice que ya se encuentra realizando ese estudio -sin antecedentes en el continente americano- en neonatos en una red de cinco hospitales y tres morgues de la zona sur de la provincia de Buenos Aires, «Ahora nuestro objetivo es implementar esta técnica con adultos infectados de coronavirus. Por lo que podría suceder que dentro de un mes estemos listos para realizar esta intervención».