Brasil, el segundo país más afectado en el mundo por la pandemia del coronavirus, apuesta por una solución a largo plazo y de riesgo con el acuerdo anunciado este sábado y que le permitirá producir la vacuna contra la COVID-19 que viene siendo experimentada por la Universidad de Oxford.
El Ministerio de Salud anunció este sábado haber alcanzado un acuerdo con la Universidad de Oxford y con la farmacéutica AstraZeneca que le permitirá contar con 100 millones de dosis de la vacuna en desarrollo y que, gracias a la transferencia de tecnología, lo habilita a producirla en el país con autonomía.
El acuerdo compromete a Brasil con un desembolso de 288 millones de dólares por las 100 millones de dosis y la transferencia de tecnología de una vacuna que, aunque prometedora, aún está en su tercera fase de pruebas clínicas (con humanos).
El ministerio reconoce que se trata de una inversión de riesgo debido a que pasará a participar en el desarrollo de una vacuna cuya eficacia y seguridad no han sido comprobadas y que, en el mejor de los casos, tan sólo podrá comenzar a producir en diciembre.
«Nuestra asociación consiste en una encomienda tecnológica. Y en una encomienda tecnológica existe un riesgo», afirmó el secretario de Vigilancia en Salud del Ministerio de Salud, Arnaldo Correia de Medeiros, en una rueda de prensa.
«Los estudios preliminares muestran que la vacuna tiene capacidad de respuestas inmunológica bastante significativa pero, en caso de que los ensayos clínicos no muestren que será segura para la población brasileña, obviamente no la usaremos. En ese caso habremos adquirido conocimientos, y tendremos un avance tecnológico y mejorías en nuestro parque industrial», agregó.
En una primera fase del acuerdo, Brasil pagará 127 millones de dólares por 30,4 millones de dosis de la vacuna que recibirá en dos lotes, uno en diciembre de 2020 y otro hasta el 15 de enero de 2021.
El país inicialmente importará toda la materia prima producida por los laboratorios de AstraZeneca en el exterior y producirá las vacunas en la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), el mayor centro de investigación médica de América Latina.
En una segunda etapa, y en caso de que se compruebe la seguridad y la eficacia de la vacuna, la Fiocruz podrá comenzar a producir el principio activo en el país, por lo que será totalmente autónoma en la fabricación de la medicina.
El ministerio pagará 161 millones de dólares por los derechos para producir 70 millones de dosis de una vacuna que tendrá un costo de producción de 2,30 dólares por unidad.
«Nuestro objetivo es ofrecer la vacuna a su precio de costo, sin ninguna ganancia, y queremos ofrecerla al mayor número posible de países. Comenzamos con Brasil por ser un país importante y porque estamos preocupados con lo que está ocurriendo aquí», afirmó Jorge Mazzei, director ejecutivo de AstraZeneca en Brasil.
MAYOR MEDIA DIARIA DE MUERTOS EN EL MUNDO
El acuerdo fue anunciado en momentos en que Brasil acumula 56.197 muertos y 1.284.214 casos confirmados de la enfermedad, según los datos de un consorcio de medios de comunicación que recopila las estadísticas directamente de las secretarías regionales de Salud.
En la última semana, el país registró un promedio diario de cerca de 1.000 muertes diarias, la mayor media en el mundo.
Esas cifras confirman al gigante suramericano como el segundo país más castigado por la enfermedad, por detrás tan sólo de Estados Unidos, y como uno de los nuevo epicentros mundiales de la pandemia.
El acuerdo fue anunciado igualmente en momentos en que la gran mayoría de Gobiernos regionales y municipales de Brasil aceleran sus procesos de desescalada pese a que la pandemia no ha alcanzado su pico de contagios en el país y al temor de los especialistas de que la situación se agrave.
Río de Janeiro, por ejemplo, anticipó para este sábado la apertura de los comercios en la calle, mientas que Sao Paulo anunció que bares y restaurantes podrán abrir el 6 de junio.
Las medidas de distanciamiento social han sido impuestas por los Gobiernos regionales debido a que el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, es uno de los gobernantes más escépticos sobre la gravedad de la pandemia y defiende la inmediata normalización de todas las actividades.
Así como el Gobierno apuesta ahora en una vacuna cuya eficacia no fue comprobada, Bolsonaro ya apostó por la cloroquina, una medicina antipalúdica que aún es experimentada para tratar pacientes con COVID-19 pero cuya eficacia sigue sin ser comprobada.
Según los científicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y AstraZeneca, que ya está siendo experimentada en humanos, incluso en Brasil, es la más avanzada del mundo en términos de desarrollo.
GOBIERNO PIDE CUMPLIR CRONOGRAMA
El viceministro brasileño de Salud, Elcio Franco, admitió que, además de depender de que se demuestre la eficacia y seguridad de la vacuna, el proyecto también depende del cumplimiento del cronograma de los responsables, que inicialmente prevé el fin de los experimentos en noviembre y el inicio de la producción en diciembre.
Franco aseguró que, de ser exitosas las pruebas, los primeros lotes de la vacuna serán ofrecidos a la población de riesgo, principalmente ancianos, pacientes con otras enfermedades y profesionales del área de salud, y enviadas a las regiones que en ese momento estén enfrentando mayor proporción de contagios.
«Con la transferencia de tecnología tendremos autonomía para la producción y eliminaremos los márgenes de ganancia exorbitantes que hemos visto durante la pandemia con productos médicos», afirmó.