El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, afirmó este viernes que la crisis económica inducida por la pandemia de coronavirus en Estados Unidos se está profundizando, por lo que firmó dos decretos de emergencia para ofrecer asistencia financiera a millones de estadounidenses, mientras el Congreso inicia los debates sobre el paquete de 1,9 billones de dólares para ayudar a los afectados por la pandemia de coronavirus.
Los decretos u órdenes ejecutivas aumentan la ayuda alimentaria, protegen a los desempleados y allanan el camino para que los trabajadores del gobierno federal y los contratistas obtengan un salario mínimo de 15 dólares por hora.
“No podemos y no dejaremos que la gente pase hambre. No podemos dejar que la gente sea desalojada por algo que no tuvo que ver con ellos. No podemos ver como la gente pierde sus trabajos. Tenemos que actuar ahora”, expresó el mandatario desde la Casa Blanca antes de firmar los documentos, informó AFP.
El gobierno, agregó Biden en otro tramo de su contacto con la prensa acreditada en la Casa Blanca, tiene una “obligación moral” de proveer alivio, pero la decisión también es un “imperativo económico”.
“Estamos en medio de una emergencia nacional, tenemos que actuar acorde”, dijo el mandatario, quien señaló que la cantidad de muertes como consecuencia del Covid serán «mucho más de 600.000 muertos». Actualmente la cifra llega a caso los 412.500 decesos por la enfermedad.
Funcionarios del nuevo gobierno ya habían defendido la necesidad de implementar las medidas, y de hacerlo rápido: “El pueblo estadounidense no puede darse el lujo de esperar”, dijo el director del Consejo Económico de la Casa Blanca, Brian Deese.
“Muchos penden de un hilo. Requieren ayuda y estamos comprometidos a hacer todo lo posible para brindar esa ayuda cuanto antes”, añadió.
«Esto incluye a uno de cada cinco adultos negros y latinos, según la encuesta más reciente», agregó, y señaló que un total de uno de cada siete hogares tiene dificultades para alimentarse adecuadamente, informó la agencia de noticias AFP.
Deese señaló que los decretos no sustituyen al estímulo adicional que, según Biden, es necesario más allá de los 4 billones de dólares de ayuda ya aprobados, incluidos 900.000 millones en diciembre. Varios legisladores republicanos han declarado su oposición a ciertas disposiciones del plan del demócrata de realizar pagos directos a individuos, brindar ayuda a los gobiernos estatales y locales y el establecimiento del salario mínimo nacional en 15 dólares por hora.
Biden quiere emitir una orden ejecutiva «dentro de los primeros 100 días» de su mandato por la que se requiera a los contratistas privados que paguen, como mínimo, 15 dólares la hora y garanticen a sus trabajadores una «licencia de emergencia pagada».
«Estas medidas ayudarán a hacer del gobierno federal un empleador modelo y restablecerán las protecciones sociales de los funcionarios de carrera que son tan esenciales para el país», dijo el Consejo Económico Nacional en una nota.
En un país donde las escuelas proporcionaban comidas diarias a los estudiantes de familias pobres, se estima que alrededor de 12 millones de niños tampoco tienen suficiente para comer.
Las colas para los comedores populares han aumentado y los bancos de alimentos están abrumados, incluso en los barrios acomodados de Washington.
La mayor parte de los economistas creen que Estados Unidos puede recuperarse con fuerza una vez que la gente esté vacunada contra el coronavirus, pero la situación sigue siendo difícil con el cierre de negocios y escuelas. Se han perdido casi 10 millones de empleos desde febrero de 2020 y alrededor 30 millones de familias no tienen asegurado el acceso a los alimentos.
Biden ya firmó un decreto para extender la moratoria sobre los desalojos de viviendas por rentas impagas.
Cerca de 18 millones de estadounidenses viven de las prestaciones por desempleo. Este subsidio se ha prorrogado hasta finales de septiembre, así como la posibilidad de tomarse una baja por enfermedad remunerada en caso de contagio de Covid-19.
El desempleo se situó en diciembre en el 6,7%, muy lejos del 3,5% de hace un año, antes del estallido de la pandemia.