El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, revocó la norma que prohíbe que el Estado federal norteamericano financie a las ONG extranjeras que ofrecen servicios para abortar en el país o solo den información al respecto.
«Este memorando revierte el ataque de mi predecesor a la salud de las mujeres», declaró el mandatario poco antes de firmar una serie de decretos que dieron marchas atrás con la política de salud de Donald Trump.
La iniciativa fue rápidamente celebrada por organizaciones que trabajan por los derechos sexuales y reproductivos, como la Federación Internacional de Planificación Familiar (IPPF), que lo calificó de «una gran noticia para las mujeres y niñas de todo el mundo».
El tema aborto es central en la política estadounidense hace décadas y, con la conformación de una nueva mayoría ultraconservadora en la Corte Suprema, creció la tensión por una posible revisión del histórico fallo de Roe vs Wade que permitió el aborto legal en todo el país.
Biden prometió en campaña que si esto sucede, el enviará un proyecto de ley al Congreso para legalizar la interrupción voluntaria del embarazo y no depender más de la Corte Suprema.
Bautizada como «la política de Ciudad de México», la norma impuesta por su predecesor Donald Trump prohibió a Estados Unidos financiar cualquier ONG que ofrezca incluso consejos sobre el aborto, aunque financie esa parte de sus actividades con otros fondos.
Biden ordenó igualmente al Departamento de Salud «tomar acciones inmediatas para considerar si debe revertir las regulaciones» que tratan sobre los centros de planificación familiar en Estados Unidos, según la agencia de noticias AFP.
Por ejemplo, la reconocida organización IPPF, que gestiona numerosas clínicas que se dedican a salud reproductiva además de detección de cáncer y otras enfermedades que afectan a las mujeres, tuvo que renunciar durante el Gobierno de Trump a los fondos federales que recibía por estas restricciones.
El aborto es legal en Estados Unidos desde una decisión histórica de la Corte Suprema en 1973, pero todavía divide mucho a la población estadounidense.