Una nueva señal de enfriamiento de la actividad económica llegó este jueves: el consumo privadovolvió a mostrar una contracción durante el mes de noviembre de 2025, según un indicador anticipador.
Los datos revelan una caída mensual del 1.1%, consolidando una tendencia de desaceleración que preocupa a los analistas y refleja el impacto de la coyuntura económica en los bolsillos de los argentinos.
La Caída Mensual y la Desaceleración Interanual
Según el informe del Índice de Consumo Privado (ICP-UP) elaborado por la Facultad de Negocios de la Universidad de Palermo, al que tuvo acceso la Agencia Noticias Argentinas (NA), el consumo retrocedió en la comparación con octubre. Aunque el indicador mantuvo un crecimiento interanual del 1.9%, esta cifra representa una clara desaceleración respecto a los incrementos registrados en los meses previos y se posiciona como el alza interanual más baja registrada en lo que va del año. Pese a esta desaceleración, en los primeros once meses de 2025 el consumo acumula una suba del 11.4%.
Un Indicador para Anticipar la Actividad Oficial
El ICP-UP es un indicador de frecuencia mensual desarrollado con el objetivo de anticipar los datos oficiales sobre el gasto de los hogares que publica el INDEC. Para su elaboración, la Universidad de Palermo utiliza una metodología de regresión lineal múltiple que incorpora más de 50 series mensuales vinculadas directamente al consumo, la producción y otras variables macroeconómicas generales. Según explican sus creadores, busca “medir con cercanía el pulso del consumo privado en la Argentina”, aplicando rigurosos criterios estadísticos para depurar factores estacionales.
El Contexto de un Indicador en Rojo
Esta nueva baja en el consumo se integra, por lo tanto, a una serie de otros indicadores que en conjunto reflejan la compleja situación económica actual. De hecho, la caída del 1.1% registrada en noviembre sugiere claramente que las familias argentinas continúan ajustando sus gastos de manera significativa. Este ajuste se da, principalmente, ante un contexto persistente de alta inflación, una marcada pérdida de poder adquisitivo y, además, expectativas económicas que aún permanecen inciertas.




