En medio de una creciente tensión diplomática entre Londres y Beijing, China anunció este jueves la suspensión de la licencia de la cadena pública británica BBC World News para transmitir en su país, luego de que a principios de febrero el Reino Unido hiciera lo mismo con la televisora China Global Television Network (CGTN).
Asimismo, el ente regulador anticipó que «no aceptará la solicitud de emisión para el nuevo año», que comienza precisamente este viernes, citado por la agencia de noticias Xinhua y replicado por la agencia Europa Press.
De acuerdo al organismo chino, la BBC incumplió la obligatoriedad que se impone a todos los medios extranjeros de informar de forma «cierta e imparcial» y no perjudicar con su cobertura los intereses nacionales de China.
La BBC no tardó en responder a la prohibición.
«Estamos decepcionados de que las autoridades chinas hayan decidido tomar este camino», indicó escuetamente una vocera de la corporación británica, citado por la agencia AFP.
El Gobierno británico, en cambio, fue más duro.
«La decisión de China de prohibir a la BBC World News en la China continental es una limitación inaceptable de la libertad de prensa. China tiene algunas de las restricciones a los medios y la libertad de internet más severas del planeta, y este último paso solo daña la reputación de China ante los ojos del mundo», sentenció el canciller británico Dominic Raab en un breve comunicado difundido a la prensa.
Horas más tarde, Estados Unidos condenó la medida y exhortó al Gobierno chino a brindar acceso completo tanto a Internet como a los medios de comunicación, en lo que constituyó otro foco de conflicto entras las principales potencias mundiales.
«Condenamos absolutamente la decisión de prohibir BBC World News. La República Popular China mantiene uno de los espacios de información más controlados, más opresivos y menos libres del mundo», sentenció esta noche en conferencia de prensa el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Ned Price.
Price instó a «la República Popular China y otras naciones con controles autoritarios sobre su población a permitir el acceso total a Internet y los medios».
Orígenes del conflicto
La decisión de China se conoció siete días después de que el regulador británico de telecomunicaciones Ofcom retirara la licencia de China Global Television Network (CGTN) para transmitir en territorio del Reino Unido, luego que una investigación concluyera que la titular de la licencia no controla la programación, sino el Partido Comunista Chino.
El organismo británico explicó el 4 de febrero último que la licencia se había concedido a Star China Media Limited, quien en realidad «no tiene ninguna responsabilidad editorial en los contenidos emitidos por CGTN», y que no era posible transferirla a la entidad que realmente está a cargo.
Ambas prohibiciones alimentaron una tensión diplomática que viene creciendo hace tiempo entre Londres y Beijing, especialmente luego que China impulsara y consiguiera aprobar en Hong Kong -excolonia británica en proceso de reducir su autonomía para igualar el sistema legal, económico y político de la China continental- una ley de extradición que, a los ojos de Londres, la oposición de esa región y organizaciones de derechos humanos, limitaba las libertades democráticas.
En mayo pasado, Ofcom ya había acusado al canal chino CGTN de imparcialidad en su cobertura de las manifestaciones opositoras contra esta ley en Hong Kong en 2019.
La confrontación escaló aún más cuando el Gobierno británico de Boris Johnson prohibió la utilización de los equipamientos de telecomunicaciones del gigante chino Huawei en el desarrollo de su red de telefonía móvil 5G entre acusaciones de control por parte del Partido Comunista Chino.
La escalada continuó cuando Londres denunció al Gobierno chino por lo que consideró violaciones sistemáticas a los derechos humanos contra la minoría musulmana uigur, una acusación que vienen haciendo opositores y organizaciones internacionales hace años y que incluyen masivos campos de detención para esta comunidad.
La respuesta de Beijing, entonces fue pedirle al Gobierno británico que «deje de injerir en los asuntos internos de China» y acusó a la BBC de publicar lo que calificaron como «noticias falsas» sobre la pandemia de la Covid-19 y abusos contra la minoría uigur.
La BBC negó las acusaciones y ratificó el contenido de sus informes.