El frenético comienzo de semana que afronta el fútbol sudamericano en distintos frentes, desde lo epidemiológico hasta lo sociopolítico, con epicentros muy marcados por esas respectivas razones en Argentina y Colombia, abren serios interrogantes sobre la organización de la Copa América que en poco más de un mes se jugará precisamente en ambos países.
Y como si esto fuera poco, en menos de 30 días, más precisamente el 3 de junio, se jugará la primera de las dos jornadas de eliminatorias sudamericanas previstas justamente antes de ese certamen.
La segunda (en rigor se disputarán la séptima y octava, luego de dejar para después de la Copa América la quinta y sexta) tendrá lugar el 8 de junio, y cinco días después, el 13, se iniciará el más importante torneo de selecciones de la región.
Por eso el problema se agudiza a partir de que en eliminatorias habrá un entrecruzamiento de delegaciones recorriendo toda Sudamérica, hacia el norte y el sur, en menos de una semana, para luego recalar la mitad de ellas en Argentina y las otras cinco en Colombia, a donde deberán ingresar provenientes de sus respectivos países.
Es que al riesgo sanitario por la pandemia de coronavirus que en las últimas horas dejó varado al plantel de Independiente durante 12 horas en el aeropuerto de Salvador de Bahía, donde una docena de sus integrantes debió pernoctar sobre el piso, y que mantiene en duda el regreso al país del arquero de Boca Juniors, Esteban Andrada, desde Guayaquil, se le sumó un conflicto sociopolítico que sigue escalando en Colombia.
Por eso fue que hoy se resolvió que los partidos por Copa Libertadores que debían disputar River Plate y Argentinos Juniors esta semana en suelo colombiano se trasladaran a Paraguay, una suerte de «puerto libre» del fútbol patrocinado por la Conmebol.