La crisis colombiana alcanzó a la Copa Libertadores cuando un grupo de manifestantes se instaló a las puertas del estadio en Barranquilla donde jugó River y terminó siendo reprimido con gases lacrimógeno por la Policía para permitir el inicio del partido.
El humo de los gases llegó al campo de juego mientras River hacía la entrada en calor. El alcalde Jaime Pumarejo dijo que el partido nunca estuvo en riesgo y que se trató únicamente de un grupo de «unos 200 jóvenes que la fuerza pública separó para que no ingresaran».
«Cuando vimos que se acercaba la hora del partido y no abandonaban el lugar, empezamos a repeler y retirar a la gente. Ya se han dispersado a las personas y seguimos manteniendo el perímetro de seguridad. La fuerza pública no va a responder al choque con violencia, sino con disuasión», afirmó.
Pero a los 22 minutos del primer tiempo, el árbitro del encuentro se vio obligado a suspender el partido que entonces ganaba Junior ante la llegada de los gases al campo de juego que imposibilitaba el desarrollo del partido.
Así, el partido estuvo suspendido alrededor de tres minutos, mientras se escuchaba de fondo las detonaciones y la represión que se desarrollaba por fuera del estadio de Junior en Barranquilla.
En las redes circularon fotos de los jugadores de River y del entrenador Marcelo Gallardo cerrando o frotándose los ojos por la acción de los gases y el alcalde Pumarejo contó a TyC Sports que el DT pidió que pasaran reggaetón en el vestuario para que el equipo no escuchara los estruendos mientras se preparaba para salir a la cancha.
Ya iniciado el partido, la represión y las corridas afuera del estadio continuaban.
Por la tarde la Policía ya había actuado frente al Hilton Garden, el hotel donde se alojó el plantel argentino, ante otro grupo que pretendía bloquear el ingreso y la salida.
Otra protesta
En paralelo, escenas similares se están viviendo en la ciudad colombiana de Pereira, donde se tuvo que postergar otro partido de ese campeonato internacional por las crecientes protestas.
La Policía de Colombia dispersó a grupos de ciudadanos que rodeaban el hotel de la ciudad de Pereira en el que se encontraba el plantel de Nacional de Montevideo y que impedían la salida de los jugadores hacia el estadio donde se tuvo que retrasar una hora el inicio del partido frente a Atlético Nacional de Medellín por la Copa Libertadores.
Grupos de hinchas se habían instalado en las afueras del hotel al grito de «No se va a jugar» y sostenían que no habrá partido «mientras en las calles siguen asesinado a jóvenes que luchan por un futuro mejor».
De hecho, lograron demorar la salida primero de la utilería del club uruguayo y después del plantel mismo.
Pero la Policía dispersó a los hinchas a las puertas del hotel Movich y, aunque inicialmente los jugadores no fueron al estadio, la Conmebol decidió que el partido se jugaría, aunque con retraso.
En un punto, el titular de la delegación uruguaya, Enrique Campos, llegó incluso a decir que «no están dadas las garantías de seguridad para que se juegue».
Algo similar ocurrió frente al hotel Mora, donde estaba concentrada la delegación de Nacional de Medellín, pero los jugadores pudieron ir al estadio y esperaron allí la llegada de los uruguayos.
Ayer, un comunicado firmado por «Barristas pereiranos» bajo el título «Sin justicia no hay fútbol» había prometido que no se jugaría ese partido porque el fútbol, «el deporte más popular, vistoso y con más seguidores en el mundo, no puede servir para desviar o silenciar la atención del planeta entero sobre la situación que vive el pueblo colombiano».
Pereira fue sede hoy de una de enorme movilización como parte de la jornada de protestas convocada por el Comité Nacional del Paro, que incluyó también un Concierto por la Vida y la Resistencia en el Parque Olaya Herrera de la ciudad.
«Nuestra sede no será escenario de un partido de fútbol mientras la sangre de nuestros compatriotas sigue siendo derramada por el gobierno colombiano a manos de la Policía, el Ejército y los paramilitares», señaló el texto, que terminó con la sentencia «Si no hay pan, tampoco habrá circo».