La fiscal general de Rawson, Florencia Gómez, denunció ante el Consejo de la Magistratura a su jefe, el fiscal Fernando Rivarola. Le imputó maltrato, violencia laboral y de género, abuso de poder, arbitrariedad y la “búsqueda deliberada” de perjudicar su carrera profesional.
La fiscal describió “una relación problemática y por demás compleja” con Rivarola que “a esta altura es de carácter personal y ajena a lo estrictamente laboral”.
El fiscal llegó a Rawson en enero de 2019 y desde entonces “mantuvo el peor trato conmigo tanto desde lo personal como desde su cargo”, precisa la denuncia. Primero organizaba reuniones sólo con el exfiscal Osvaldo Heiber, sin convocar a Gómez. “O criticando abiertamente mi trabajo, desacreditándolo delante del personal y mis pares”. La funcionaria aseguró que Rivarola “critica incluso cuestiones de mi personalidad, como mi tono de voz”.
La relación “empeoró y su maltrato y animosidad aumentaron al notar que yo no permitía que me falte el respeto y exigía que respete mi trabajo y cargo”.
Gómez denunció que Rivarola “siempre se encargó de modificar mi equipo de trabajo, siempre conté con menos personas a cargo, e incluso intentó alterar o cuestionar desde mis vacaciones hasta cuando debí tomar breves licencia por enfermedad”. Cuando la fiscal fue contacto estrecho de Covid, Rivarola llamó al Hospital de Rawson para exigir información sobre su caso.
“Jamás escuchó mis pedidos de la necesidad de más personal, al cual maneja en forma totalmente arbitraria, para su conveniencia”.
También lo acusó de manipular los turnos: “En la actualidad cumplo con 15 día de guardia pasiva, y 5 de guardia activa, mientras él no cumple con guardias activas e incluso determinó que la Dra. (Eugencia) Domínguez (procuradora fiscal a su cargo) tampoco cumplirá con guardias”.
“Utiliza su cargo para perjudicarme y para hacer valer respecto al resto del personal su poder y conseguir que se acerquen a él y se alejen o se pongan en contra mío –reclamó Gómez-. Rivarola no ocultaba su desprecio hacia mí y busca sin lugar a dudas que no aguante su presión y renuncie o directamente intentar atacarme por intermedio de ustedes (por el Consejo)”.
La fiscal reveló que su jefe “se jactaba y reiteraba en las pocas reuniones entre las tres fiscales generales que existían en ese momento. Aseguraba que iba a hacer el peor informe para que no me confirmen”.
“La situación jamás mejoró y Rivarola siguió y aumentó su conducta arbitraria buscando incluso poner al personal en mi contra y desautorizándome en forma permanente”.
“Llegó al límite”
La denuncia presentada ante la Magistratura describe que “lo que ya era impertinente y fuera de sus deberes llegó a un límite el día que entró a una oficina donde estaba con Alejandro Soulages (empleado) y empezó a gritarme violentamente, al límite que Soulages intervino exigiéndole que se calme y se controle. Esta forma de intentar imponerse a los gritos se reiteró”.
Un hecho más grave ocurrió el 1º de julio. “Intentó imponer nuevamente su voluntad a los gritos y con maltrato pero con un nivel de virulencia extremo, dentro del ámbito laboral, en oficinas públicas y en horario de atención al público. No mantuvo los parámetros mínimos de respeto que puede exigirse más aún a un funcionario público y más aún cuando se está dirigiendo a una mujer, siendo esta la razón por la que se permite utilizar estos excesos violentos contra mí”.
Fue una discusión por una fecha de vacaciones. “Explotó en ira gritándome en la oficina de choferes del MPF en forma totalmente violenta y golpeando un almanaque de la pared con una lapicera. Más allá que no le asistía razón alguna en su reclamo, lo grave fue su maltrato y su conducta desajustada”. Gómez se fue urgente del trabajo “ante la angustia, nerviosismo y llanto que me generó”. Lo vieron los empleados y hasta vecinos citados. Canceló entrevistas por no estar en condiciones.
La primera denuncia fue al día siguiente, ante el procurador general Jorge Miquelarena. “En todos los casos que Rivarola recurrió a los gritos, buscó avasallarme con ese tipo de violencia aprovechando que soy mujer, dado que jamás lo vi maltratar de esa forma a un hombre”.
Aunque tras la queja con el procurador el fiscal jefe no volvió a gritarle, “el destrato sigue ocurriendo a diario, buscando en forma silenciosa dañar mi trabajo y que el resto del personal desconozca mi autoridad y mi cargo”.
Gómez mencionó a Patricia Cárcamo, funcionaria del equipo de Rivarola. “Se dirigió en forma alterada en mi contra porque en el único caso que tiene conmigo le asigné una audiencia, siendo estas conductas producto del destrato y desacreditación de Rivarola en mi contra”.
“Odio personal
Según la denuncia, Rivarola tiene “animosidad, desprecio y destrato dado que como lo ha manifestado en voz alta, hará todo lo posible para dañar mi carrera”.
La fiscal interpretó que “existe un odio y desprecio personal y alejado de cualquier fundamento Iaboral hacia mí”. Y consideró: “No resulta justo ni correcto que por un desprecio personal de Rivarola se empañe mi carrera”.
La fiscal describió que sólo cuenta con un procurador fiscal y una o dos administrativos. “Jamás conté con más personal a pesar de mis pedidos, cuando lo normal es contar al menos con dos funcionarios y personal administrativo a cargo”.
Llegó a tener más de 500 causas activas “soportando sola presiones de todo tipo sumado a la falta total de apoyo e incluso al ataque permanente de Rivarola, que prioriza su odio personal sobre su tarea”.
“Sé de las presiones que debo soportar propias de mi cargo y demostré aplomo y carácter, pero no tengo que soportar al maltrato y machismo de Rivarola y menos aún permitir que dañe mi carrera en aras de lastimarme personalmente y sin importarle el daño que genere al sistema”, advirtió.
Explicó que primero reclamó internamente ante la Procuración para evitar un escándalo. “Pero ante la escalada de Rivarola y los ataques en mi contra considero pertinente la denuncia formal”.
Gómez también reveló en su denuncia un presunto acuerdo del fiscal jefe con Cárcamo, la procuradora fiscal Eugenia Domínguez y una mediadora de Fiscalía de apellido Cancilleri -“amiga íntima de Rivarola, siendo él quien le consiguió la designación en su trabajo”-.
Este grupo se habría reunido y “se glorificaron de haber armado una operación `brillante´ para atacarme y evitar que sea confirmada por el Consejo, cuestión que daban por segura”. Describió este acuerdo como un “ataque deliberado y con intenciones concretas lejanas al bien común”.
La denunciante también pide investigar a Diego Cruceño, secretario del Consejo que estuvo un tiempo adscripto en Fiscalía “a pedido de Rivarola, siendo él como su esposa sus íntimos amigos”. Gómez relató que Cruceño estuvo en Fiscalía este mes para reunirse con Cárcamo. “Fue una señal de alarma por lo extraño del encuentro y por la búsqueda de esquivarme de Cruceño. Juntando todos los indicios se volvió claro que realmente intentarían generarme un daño en forma organizada y deliberada”.