Mi posición como trabajador de Diario El Chubut acerca del incendio de parte de sus instalaciones en el marco del chubutazo.
Ayer unx compañerx de diario El Chubut (uso las “x” para evitar dar pistas públicas sobre la persona en cuestión) me dijo que conmigo “estaba todo mal”, responsabilizándome del incendio ocurrido días atrás. Cuando le respondí que no tiré ninguna piedra ni nada por el estilo, me respondió que me vieron arengando, como si eso en sí mismo implicase alguna responsabilidad.
Antes de responder a esta patraña quiero hacer público algo que mis conocidos saben pero que la mayoría desconocen. Desde febrero de 2020 que no estoy yendo a trabajar al diario. En esa fecha comencé mis vacaciones. Regresé a trabajar el sábado posterior al anuncio de Alberto Fernández de la cuarentena. Estuve una hora en redacción hasta que me comunicaron que me tenía que retirar hasta nuevo aviso por la pandemia. Desde entonces no volví a trabajar, sin embargo, me siguen pagando. Soy el único trabajador del diario en esa situación: más de un año y medio sin laburar. El lector se preguntará, con razón, a qué se debe esta situación. La respuesta se desprenderá de lo que sigue más abajo.
Lo primero que debemos decir es que transitamos la mayor rebelión popular en la historia de una provincia con tradición de lucha. Que enormes franjas del pueblo haya depositado su furia ante las instituciones públicas y un medio de prensa tradicional como diario El Chubut debe leerse en ese contexto, y en especial en una zona (Valle Inferior del Río Chubut) en que la desocupación, subocupación y precarización laboral tiene índices altísimos. Esto sumado a que los estatales tienen congelados sus salarios hace 2 años. La línea editorial de diario El Chubut ha sido la de acompañamiento de las políticas de ajuste y megamineras desde siempre, y en especial durante el gobierno de Macri. Desde su página se alentó la criminalización de la protesta social y el racismo hacia el pueblo mapuche, por citar algunos ejemplos. Fue uno de los principales operadores mediáticos en la zona del ministerio de Seguridad a cargo de Patricia Bullrich en la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado.
En mi caso personal, desde 2014 que hago trabajo sindical en el diario, ya sea como delegado electo por mis compañeros, o sin ningún respaldo formal porque la conducción del Sindicato de Trabajadores de Prensa del Noreste del Chubut (SITPRENCH) se niega sistemáticamente hace 5 años a convocar a elecciones de delegados por temor a perder por paliza. La mayoría de los compañeros y compañeras del diario cuando tienen alguna duda me la consultan a mí, en especial cuando son temas candentes que involucran a la patronal de manera directa: no confían ni un poquito en la conducción del sindicato, a la que propios y extraños caracterizan como PROPATRONAL. En el diario no se trabaja en un clima sano, sino más bien hay un ambiente de MIERDA promovido por la patronal, lo que ha llevado a muchas renuncias de compañeros. Y, en especial, durante años se naturalizó el maltrato a las compañeras, a quienes en algunas épocas era habitual cruzarlas llorando por los pasillos del medio. No es algo que estoy haciendo público ahora, sino que lo vengo denunciando hace mucho tiempo. Obviamente que esto no me fue gratis, sufro acoso laboral y persecución política hace años, es decir, presiones indisimuladas para que renuncie a mi trabajo: tengo decenas de carta documentos con la patronal. No es cualquier patronal, es una con peso político en la provincia. De hecho, varios abogados “progres” de la zona se negaron a representarme por este motivo. Me lo dijeron abiertamente.
Durante el Chubutazo en curso la policía reprimió ferozmente, sin hacer distinción de sexo o edad: a niños y a ancianos, a mujeres con hijos o embarazadas. Se produjeron decenas de heridos. Nada de esto fue repudiado por la patronal de diario El Chubut ni mucho menos por la conducción del SITPRENCH. La represión alcanzó también a los periodistas. A mí en particular me reconocieron como periodista de Prosa Urgente y me dispararon a 2 metros de distancia desde una camioneta. Apuntaron a mi cabeza pero dieron en mi codo y antebrazo, que inmediatamente se me hinchó, como se ve en la foto. ¿Qué hubiera pasado si los disparos daban en la cabeza o en mis ojos? La patronal de diario El Chubut y la conducción del SITPRENCH estuvieron al tanto de esto y tampoco salieron a repudiarlo. Hablan de libertad de expresión pero no repudian la represión al pueblo y a la prensa. Hablan de libertad de expresión pero los trabajadores de diario El Chubut que están en contra de la megaminería, por ejemplo, no tienen espacio para expresar sus posiciones en el medio, que se concentra en una orientación desembozadamente prominera.
El día del incendio de la sección de publicidad del diario acompañé la marcha como lo vengo haciendo hace más de una década y, en especial, en este Chubutazo. Un amplio sector del pueblo ODIA al diario y por eso va a manifestarse a sus instalaciones, como también lo ha hecho con otros medios de comunicación. Se preguntará el lector si esa tarde arengué algo afuera del diario. Y la respuesta es claramente positiva: me sumé a los cantitos del pueblo. ¿Qué esperaban? ¿Acaso no tengo motivos suficientes, según lo expresado más arriba, para hacerlo? Cuando se produjo el incendio, hacia un buen rato que yo no me encontraba en el lugar. Que me quieran vincular a eso no me sorprende. Es lo que viene haciendo la patronal en complicidad con la conducción del SITPRENCH hace años, y que le valió incluso críticas públicas de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN) en más de una oportunidad. Yo no tengo nada que ver con el incendio pero tampoco voy andar señalando con un dedito por la sencilla razón de que no soy botón y entiendo la furia del pueblo. Lamento mucho si algún compañero del diario la pasó mal. Los que me conocen saben que soy el primero en las marchas en advertir de no agarrársela con los trabajadores, que hay que hay que apuntar los dardos de la crítica contra la patronal.
Que el diario tiene poder se prueba por el simple hecho de que ya lograron la tapa tan buscada: la de 3 detenidos por los incendios, en una causa flojísima de papeles. Por ejemplo, desde el MTE se denuncia que la detención de MARCOS WILIPAN, dirigente de la organización, se hizo solamente con el testimonio del comisario Vargas, quien habría estado de civil en la marcha (ES DECIR, INFILTRADO) y habría escuchado que el imputado habría dicho de dirigirse al diario. La palabra de un milico contra un dirigente social. Pero eso no es todo. Ayer por la mañana el GEOP (Grupo Especial De Operaciones Policiales) ingresó a la vivienda de la familia de Wilipan y maltrató a todos los que estaban en la vivienda, entre otras cosas le apuntaron con un arma a la cabeza de su hija. De esto no dice nada la patronal de diario El Chubut ni el SITPRENCH. ¿En serio pretenden hacernos creer que la existencia de daños materiales habilita la tortura de una familia trabajadora y de menores de edad?
Este año se deberían realizar elecciones en el SITPRENCH. Allí también se explica el comentario que recibí de estx compañerx cercanx a la conducción del sindicato. Temen que se conforme una lista opositora que recupere el sindicato para los trabajadores. La patronal y esta conducción del SITPRENCH juegan el mismo juego. Por eso la conducción del sindicato sacó un comunicado solo cuando se incendió parte del diario pero no abrió la boca cuando el pueblo y los periodistas (que somos parte del pueblo) fuimos reprimidos salvajemente por defender el agua. ¡VIVA EL CHUBUTAZO, CARAJO!