La llegada de Gabriel Rubinstein al ministerio de Economía de Sergio Massa fue polémica. El exfuncionario de Roberto Lavagna había escrito durante los últimos años muchos comentarios de corte “antikirchnerista” en sus redes sociales, por lo que su nombramiento generó suspicacias hasta el momento de concretarse. Las dudas eran varias y lógicas… ¿Toleraría el Frente de Todos un funcionario técnico que no comulgue con las ideas de CFK? ¿Podría un economista “ortodoxo” sumarse a la coalición de gobierno argentina? Finalmente, Rubinstein asumió como viceministro y blanqueó el complicado panorama. Reconoció que habrá cepo e inflación para rato.
Luego de su presentación en el parlamento, el segundo de Massa manifestó en sus redes sociales que una inflación de 60 % para 2023 sería algo “realista”. Este año, según el acumulado y las proyecciones, Argentina no podría terminar con una inflación menor al 100 %. En este sentido, el funcionario de la cartera económica pidió al Congreso que “mejorase el presupuesto”, para poder eliminar el déficit fiscal primario. Eso, a futuro, le brindaría al gobierno la posibilidad de pensar en un panorama de un índice del 10 %. Nada que pueda pensarse para el corto plazo, claro.
Rubinstein reconoció también que es necesario llegar a una “unificación cambiaria” y asumió que, hasta entonces, existirá un “desorden” en los márgenes de ganancias del sector empresario. Sin embargo, resaltó que para terminar con el cepo es necesario un proceso previo de acumulación de reservas del Banco Central. El viceministro consideró que, con las políticas actuales, esto se podría hacer dentro de tres años. “El norte debería ser ese”, resaltó.
Claro que, según el plan de Rubinstein (nada ambicioso, por cierto), Argentina necesitaría seguir teniendo “los planetas alineados” en el sector externo. Desde que asumió Massa, y gracias al denominado “dólar soja”, el BCRA logró aumentar sus reservas. La hoja de ruta del viceministro, además de ser demasiado humilde, teniendo en cuenta el potencial de Argentina, ata el futuro del programa a los precios del sector agropecuario y el contexto internacional.
«El exceso de demanda agregada que provoca el déficit fiscal seguirá impulsando una alta inflación. Actuando sobre la inercia, y sobre márgenes (bajando la brecha cambiaria, acuerdos y otras acciones), podremos bajar el índice de precios al consumidor de 90 % a 60 %. Sólo un primer paso», reconoció Rubinstein.
En una manifestación inédita para un funcionario de un gobierno kirchnerista, el segundo de Economía aseguró que «la culpa del desorden cambiario» y «las altísimas brechas», no son del sector empresario, sino del Estado. «Es nuestra responsabilidad que todo esto mejore. En eso estamos», aseguró. Sin embargo, la hoja de ruta del economista parece ir demasiado despacio, teniendo en cuenta las necesidades y potenciales de Argentina. Por ahora, habrá cepo e inflación por un rato largo.