Hace casi un año, en un acto en Tortuguitas, el presidente Alberto Fernández habló del inicio de la guerra en Ucrania y mostró su preocupación por el impacto en el costo de los alimentos. “Prometo que el viernes -enfatizó en aquel momento- empieza la guerra contra la inflación en la Argentina”.
Desde ese entonces, el costo de vida interanual pasó de 52,3% a 102%, es decir, casi el doble, a pesar de la ampliación y la multiplicación de controles en fábricas y góndolas.
La batalla para frenar los precios en estos 12 meses, según la metáfora bélica presidencial, se encamina a la derrota. Se trata de un período atravesado por 3 ministros de Economía (Martín Guzmán, Silvina Batakis y Sergio Massa) y 4 secretarios de Comercio (Roberto Feletti, Guillermo Hang, Martín Pollera y Matías Tombolini). Y también por el titular del Banco Central, una entidad cuyo rol primordial es defender el valor del peso, publicó Clarín.
Todas las estadísticas registran la aceleración inflacionaria a pesar del endurecimiento de los programas de precios regulados. Por ejemplo, Feletti asumió el 12 de octubre de 2021 y renunció el 23 de mayo de 2022, es decir 7 meses y 11 días. La inflación mensual promedio del período, según la consultora LCG, fue de 4,4%. Pero desde “el inicio de la guerra a la inflación”, el porcentaje trepa a 5,8%.
En su lugar asumió Hang, que duró apenas 44 días en el cargo, con 5,2% de inflación mensual. En la efímera gestión de Pollera (27 días), el costo de vida trepó a 7,4%, aunque parezca injusto achacarle toda la responsabilidad. Tombolini lo sustituyó con una mayor cuota de poder, ya que por instrucción de Massa, pasó a controlar también Comercio Exterior, la oficina encargada de autorizar o frenar las importaciones.
Este domingo, Tombolini está a punto de igualar la marca de Feletti. Lleva 7 meses y 10 días al frente de la Secretaría de Comercio, una oficina con enorme carga simbólica para el kirchnerismo más duro.En ese lapso, la inflación mensual promedió 5,9%, muy por arriba de sus esfuerzos por establecer precios de referencia con Precios Justos, que abarca más de 50.000 productos en acuerdos concertados con empresas de 17 rubros diferentes. Eso contempla un tope de 3,2% mensual a los aumentos contra la entrega de dólares de las reservas (los más baratos del mercado) para pagar importaciones.
Aunque Tombolini repita que la inflación se combate con la baja del déficit fiscal y la acumulación de reservas, en las últimas semanas intensificó los operativos en supermercados y fabricantes de consumo masivo (con multas y clausuras) para verificar supuestos incumplimientos. “La inflación en 2022 fue la más elevada en 32 años (94,8% interanual) y el comienzo de 2023 muestra signos de aceleración”, dicen en Ecolatina.
No solo eso. El mismo informe de la consultora destaca que desde la entrada en vigencia de la versión ampliada de Precios Justos (noviembre del año pasado), la brecha de precios de productos básicos entre el canal moderno (híper y supermercados) y las tiendas de cercanía (autoservicios, almacenes) se profundizó, lo que castiga particularmente a los sectores de menores ingresos.“Sólo el 15% de los más pobres compran en las grandes cadenas”, subrayaron.
“Si se analizan los objetivos del programa Precios Justos (bajar el ritmo de las remarcaciones y cortar con la inercia inflacionaria), claramente los controles no fueron efectivos”, interpreta Guido Lorenzo, director de la consultora LCG. Jorge Vasconcelos, economista de la Ieral, que hoy lidera Carlos Melconian, se mostró contemporizador:“En una economía tan cerrada por los cepos, no se le puede pedir milagros al secretario de Comercio. El grueso de la inflación es un tema fiscal y monetario”, opinó.
Vasconcelos recuerda que en 2021 (con la economía prácticamente normalizada tras la pandemia), el financiamiento directo del Central al Tesoro representó 3,7 del PBI. “Aunque posteriormente eso se pueda esterilizar con bonos, eso es emisión pura (exceso de pesos), lo que inevitablemente impacta en las expectativas inflacionarias”, detalló el economista.
El economista jefe de Ecolatina Santiago Romero Manoukian coincide a grandes rasgos. Dice que los controles de precios aislados de un programa de estabilización son insuficientes para combatir a la inflación. “Esto es un problema macroeconómico y la Secretaría de Comercio ataca sus consecuencias y no las causas que le dan impulso”, señaló. Más todavía: “Comercio puede solo contribuir con la tarea de estabilizar, pero la responsabilidad principal es del Banco Central”, apuntó.
A muchos especialistas les llama la atención que el titular de la entidad monetaria, Miguel Pesce, apenas hable del tema cuando el Indec, cada mes, divulga el dato oficial de la inflación. “Es muy llamativo que no haga declaraciones, más allá de las tasas de interés”, comenta Lorenzo y agrega que recargar los esfuerzos en la “guerra contra la inflación” sobre la Secretaría de Comercio “tiene un claro tinte ideológico”.
La pelea para frenar el alza de precios requiere de un combustible cada vez más escaso:dólares frescos. “La inflación es un problema macroeconómico y su baja no puede descansar en acuerdos de precios: se necesitan políticas cambiarias, monetarias, fiscales y de ingresos acordes”, explica Claudio Caprarulo, de la consultora Analytica, y añade que “ir a la guerra sin dólares en el Banco Central es como llevar la mitad del armamento sin balas”.
Una opinión parecida la expresa la economista de la consultora Equilibra Lorena Giorgio. “Con dólares suficientes, creo que el programa Precios Justos hubiera funcionado”, dice, en alusión al programa reformateado por Tombolini a poco de asumir.
“A fin de año -señala Giorgio- Massa parecía haber estabilizado la economía cuando empezó a liberar divisas de los dólares soja. La idea era coordinar expectativas de precios, paritarias un poco más abajo y alinear contratos indexados. Pero justo se disparó la carne y encima la sequía terminó agravando la situación”.
La falta de lluvias implica que este año ingresarán US$20.000 millones, como mínimo, un dato insoslayable para e lBanco Central. La caída de reservas en junio 2022, comenta Romero Manoukian, fue uno de los dos grandes shocks que impactaron en la escalada inflacionaria. Ocurrió semanas antes de la renuncia de Guzmán. El otro fogonazo ocurrió en febrero del año pasado, con el inicio de la invasión rusa a Ucrania, que impactó en los precios de los alimentos y la energía.
Este martes (un día antes del aniversario de la “guerra contra la inflación”), el Indec dará a conocer el dato de la inflación de febrero. Enero escaló al 6% y las consultoras privadas estiman ese porcentaje como piso, para tormento de la población.