Ya te contábamos en otros artículos periodísticos, lo mal que huelen las extrañas desapariciones de patrulleros de la vía pública por un lado y los descubrimientos de las autopartes al costado de la ruta por el otro.
Desde los últimos años de gestión de Federico Massoni, se habla de una supuesta red de corrupción policial encargada de facilitar y participar en la comercialización ilegal de piezas vehiculares.
Miguel Castro, ni bien asumió como ministro de Seguridad, lo primero que dijo era que iba a solucionar el faltante de “material rodante” (falta de patrulleros). Pero la realidad, es que en su gestión se están haciendo cada vez más frecuente estos extraños episodios donde se involucran autopartes de móviles policiales. ¿Estos hechos no le preocupan a Castro?
Esta semana sucedió algo insólito con vehículos que se encuentran secuestrados, que podría estar relacionado con este conjetural y oscuro comercio al que hacíamos mención. El comisario Fernando Agustín Chavero, a cargo de la comisaria segunda de la ciudad de Trelew, denunció al subcomisario Alexis Eduardo Barría por presuntamente robar partes de dos vehículos secuestrados.
El hecho habría ocurrido en el puesto de control policial ubicado en ruta 3, ciudad de Trelew. Quién haya circulado por ese sector sabrá que en un lateral del puesto, se encuentra una gran cantidad de vehículos incautados por la justicia, a la espera de las resoluciones pertinentes que permitan la devolución a sus propietarios.
El comisario Chavero declara que el 24 de abril, una persona de apellido Mugueta, autorizado con un acta firmada por el subcomisario Barría, se presenta con un remolque particular en el puesto de control para retirar del predio a estos dos vehículos, que según la denuncia consistían en un Chevrolet Agile blanco y un Volskwagen Gol.
A los 4 días (28 de abril), Mugueta llama al empleado policial de turno en ese puesto, el efectivo Walter Ríos, mencionándole que habían cometido un error y que iban a restituir los coches al predio.
Este sujeto llevó nuevamente los rodados en la plataforma del remolque y cuando llegaron al puesto policial, Ríos se dio cuenta de que los vehículos habían sido completamente “desguarnecidos”. Le faltaban las cubiertas delanteras, los asientos, volantes, alfombras, tablero de instrumentos, palanca de cambio, etc.
El efectivo abrió los capós e inspeccionó más a detalle y ambos presentaban una gran cantidad de faltantes de piezas en el motor.
Cuando se le consultó al subcomisario Barría sobre esta situación, dijo que un funcionario de apellido Acosta, fue el que le dio la orden de retirar los vehículos y que por eso había firmado el acta de autorización a Mugueta. Hasta aquí parece el juego de la papa caliente.
Se le asignó el caso para investigar al funcionario de fiscalía Aldo Nizetich, quien solicitó el secuestro del acta firmada por el funcionario policial más complicado, el subcomisario Barría, puesto a que puso su firma en un acta para autorizar, sin una aparente justificación, el retiro de dos vehículos que después terminaron siendo devueltos “destripados”.
Por supuesto, que el caso se divulgó por el “boca en boca”, y un grupo de ciudadanos que tenían sus vehículos incautados allí por diversas causas en trámite, se acercaron afligidos al predio para verificar que esté todo en orden con sus rodados, y según nos informan, más de uno descubrió que le habían robado partes, lo cual nos lleva a aseverar que este caso se convirtió en un verdadero escándalo y que por alguna razón, no está teniendo repercusión por parte de los medios hegemónicos ¿el ministro Castro llamó para que no trascienda nada?
Sin dudas, termina siendo otro caso de robo de autopartes, donde se la vuelve a vincular a la Policía de Miguel Castro. Quien hasta el momento, no demuestra preocupación alguna sobre estos hechos.
Con el tema de los patrulleros, vemos al ministro Castro empecinado con seguir comprando móviles para la policía, independientemente de que desaparezcan por arte de magia y luego las autopartes terminen misteriosamente abandonadas al costado de una ruta. Parece que se tomó demasiado en serio la adquisición de “material rodante”.
Los muchachos del hampa, que comercializarían ilegalmente esas autopartes, están muy contentos con el ímpetu inversor del ministro de Seguridad, les ahorraría la molestia de tener que salir a robar vehículos de la calle a pura yuga, ahora simplemente conseguirían esas piezas entrando a los talleres de la Policía o bien, retirando con toda la tranquilidad del mundo, vehículos secuestrados de los predios de la fuerza.
Este tipo de casos demuestra que la seguridad en manos de Miguel Castro es como dejar encargado al lobo de las ovejas, preocupa muchísimo que ni siquiera los vehículos secuestrados por la justicia que están bajo la custodia de la Policía, estén a salvo de ser blancos de la delincuencia.
¿Cuántas veces habrá sucedido este tipo de cosas antes que se denunciaran? Seríamos demasiado ingenuos en pensar que es la primera vez.
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