Ubicado a 52 kilómetros de la ciudad de Esquel, el Parque Nacional Los Alerces acaba de celebrar su sexto aniversario como Patrimonio Mundial de la Unesco, título que reconoce la importancia de este territorio en la preservación de la biodiversidad y su belleza natural única.
Este paraíso patagónico, custodiado por cordilleras, lagos cristalinos y puentes colgantes, despierta la admiración de quienes tienen la fortuna de visitarlo. Sin embargo, su verdadero tesoro se encuentra en el ancestral bosque de alerces, un patrimonio natural de toda la humanidad.
La designación de la Unesco no es un honor que se otorga a la ligera. El organismo internacional aplica criterios rigurosos para determinar si un lugar merece tal reconocimiento. En el caso de Los Alerces, se destaca su belleza excepcional y su importancia estética, así como su contribución a la conservación de la diversidad biológica.
Argentina protegió este parque nacional no sólo por su relevancia ecológica, sino también por su significado cultural. Los alerces, la segunda especie de árboles más longeva del planeta, tienen una historia que se entrelaza con la de las culturas originarias que los veneraban mucho antes de la declaración de la Unesco.
En Esquel, la custodia del ambiente se extiende más allá de los límites del parque, reflejándose en la recolección diferenciada de residuos y la promoción de la educación ambiental en las escuelas locales. La ciudad es un faro de sostenibilidad en esta región.
Parque Nacional Los Alerces, por tierra o por agua
Los visitantes pueden explorar Los Alerces por tierra o agua, acampando en la naturaleza virgen o disfrutando del confort de cabañas y hosterías. Además, los senderos de diferentes dificultades permiten que tanto familias como expertos caminantes disfruten de la belleza del lugar. Las excursiones lacustres brindan una perspectiva única de este paraíso natural.
Los alerces, llamados “lahuan” por los mapuches, son guardianes de sabiduría, viviendo miles de años y creciendo lentamente, un milímetro por año. La presencia de estos gigantes es imponente, y el silencio que reina en su entorno se convierte en una experiencia inolvidable.