Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el bloque enfrenta su mayor desafío desde su conformación. Avanza el proceso de militarización de los países miembros y la intención de acercamiento con América Latina.
“Nada sobre Ucrania sin Ucrania”, dice Anitta Hipper, vocera de la alta representante de Relaciones Exteriores de la Unión Europea, Kaja Kallas. Esta frase resume el espíritu general de lo que se conversa y se discute en el seno de la Unión Europea en días convulsionados donde Europa siente que, como nunca en las últimas décadas, está ante una encrucijada existencial sobre su seguridad y defensa, según publicó TN
Uno de los temas más importantes en este momento trascendental es la discusión de un plan de rearme que implicaría una partida de 800.000 millones de euros para seguridad y defensa. Esta es una de las banderas de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, que entiende también que apelar a la población es importante para que los líderes de los 27 países miembros tengan el respaldo que necesitan para destinar los recursos que requieren para robustecer la defensa de Europa.
Por supuesto que otro de los temas centrales tiene que ver con la creciente tensión entre Estados Unidos y la Unión Europea. El nuevo mandato de Trump en la Casa Blanca llegó para, quizás, ponerlos ante uno de los desafíos más significativos desde la conformación del bloque. Hay quienes entienden que lo que Trump hizo fue obligarlos a cohesionarse más. De hecho, uno de los logros que exhiben en medio de tiempos muy convulsionados y, en ocasiones, sombríos para Europa toda, uno de los logros que exhiben es que la población, quizás como en pocos momentos antes en la historia del bloque europeo, respalda la permanencia en la Unión Europea.
El fantasma que había dejado el Brexit se disipa frente a un tiempo en el cual la unión es vital justamente para la preservación de la seguridad en Europa. Reconocen el rol importante y creciente que está teniendo el Reino Unido, que pese a no ser ya parte del bloque se mantiene en una relación también existencial con él, entendiendo que el Reino Unido comparte algunas de las mismas preocupaciones en materia de seguridad.
“Ucrania forma parte de la familia de Europa”, dijo Anitta Hipper; la vocera de la alta representante asegura que lo que le sirve a Europa es una Ucrania fuerte en la mesa de negociación. Así, se nota de manera muy nítida que lo que Europa busca es contrarrestar la posición debilitante que la administración de Donald Trump con aquella escandalosa reunión en el Salón Oval ha dejado para Ucrania.
Esa posición de debilidad en una mesa de negociación donde, según Trump le decía al propio Zelensky, Ucrania no tiene cartas, es una posición que Europa no está dispuesta a aceptar porque entiende que una capitulación de Ucrania significa la latencia de la posibilidad de una amenaza futura o de una agresión futura por parte de Vladimir Putin. no se puede confiar en Putin ese parece ser el lema fundamental en Bruselas a esta hora y a partir de allí se trazan todas las políticas no solo para robustecer la defensa del bloque europeo, sino también para políticamente y también militarmente, económicamente robustecer a Ucrania en un tiempo difícil.
Los valores de Europa también son puestos en jaque, o mejor dicho, las normas para la defensa de los valores de Europa están siendo desafiadas en este momento y, de alguna manera, lo que defienden muchas de las personas que están trabajando en las discusiones más álgidas que se dan dentro del bloque es que tienen que resguardar ese mundo que construyeron después de 1945. Y eso no solamente implica gestos políticos, sino que implica decisiones concretas, nítidas y contundentes de cara a la población para la defensa de Europa y sus valores.
La Unión Europea busca acercarse a América Latina
Dentro del bloque, hay quienes ven la relación con América Latina, también, ante un espacio de oportunidad. Un eurodiputado decía por lo bajo: “Quizás, Trump nos está abriendo una oportunidad en lo que refiere a América Latina”. Una de las frases más recurrentes en Bruselas es que América Latina es parte de la solución y no parte del problema, salvando algunas excepciones. Y en este sentido, la Unión Europea ve su alianza con América Latina como estratégica para la reivindicación de algunas posiciones sobre los conflictos más álgidos, particularmente el conflicto en Ucrania.
Desde Bruselas hablan con convicción sobre su programa de inversiones Global Gateway, que es una suerte de herramienta para financiamiento de infraestructura, pero que sin dudas también para Europa es una herramienta de llegada en términos políticos a América Latina. Intenta contrarrestar la penetración de la nueva Ruta de la Seda china y también posicionar a Europa como un aliado confiable y sólido para los países de América Latina que buscan desarrollarse.
Con respecto al acuerdo Unión Europea-Mercosur, si bien obviamente no ocupa un rol central en la agenda, porque toda la agenda está tomada por las discusiones en materia de seguridad y defensa, es algo que, según manifiestan en la Unión Europea y en Bruselas, forma parte de lo que desean sellar. Por supuesto que hay una línea roja, que es que todos los países deben garantizar su permanencia en el Acuerdo de París.
Parte de la concepción de los acuerdos comerciales también tiene que ver con lo que aquí llaman partnerships, alianzas en materia de valores y de normas hablan de la importancia de una transición verde, digital y justa, de temas de una agenda en común, más allá de los acuerdos comerciales que tienen que ver con la lucha contra el crimen organizado, los temas que hacen a la seguridad interna de los distintos países.
La política comercial, obviamente, comprende no solamente el acuerdo Unión Europea-Mercosur, sino las negociaciones por un acuerdo con México y con Chile. Pero lo cierto es que América Latina, para ellos, ofrece hoy un espacio de oportunidad y, según dicen, creen firmemente que tienen una buena oferta para una alianza más profunda que una alianza meramente comercial o económica o transaccional, sino una alianza en valores.
Por otro lado, en cuanto a la concepción del cambio de época en la era Trump, hay quienes dicen que este es, por la tensión entre la relación con un aliado tan histórico, un momento de cuestionar las propias normas de relaciones internacionales que se han tenido desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Hay algunas palabras claves que aparecen en medio del debate que tienen que ver con la seguridad, con la defensa, pero también con temas como la migración, que según aseguran en la Unión Europea, van a seguir reivindicando los mismos valores que los constituyen, pero el cambio en la estrategia política tiene que ser rotundo y contundente, porque los tiempos han cambiado.
Podemos esperar en los meses que vengan un cambio también en la estrategia comunicacional. Esta semana, fue noticia alrededor del mundo la guía para la preparación de una situación de emergencia y el anuncio de que había un plan delimitado para situaciones de emergencia que incluía un plan de acción para las primeras 72 horas. Esto es ante la eventualidad de un conflicto o un desastre natural.
Quizás, uno de los datos de color tuvo que ver con la publicación por parte de una comisaria de la Unión Europea de un video donde daba a conocer lo que ella incluiría en un bolso o en una mochila como parte de un kit de supervivencia. Todo esto parece formar parte de una estrategia comunicacional de cara a la población civil donde la Unión Europea intenta enfatizar que son tiempos extraordinarios que requieren medidas excepcionales y extraordinarias.
Podemos esperar más de esto en las semanas y en los meses que vengan en un mundo convulsionado que exige liderazgos de mayor contundencia donde, por supuesto, la disputa por estar en las mesas de negociación y de debate está más vigente que nunca.