A días del inicio del cónclave en la Capilla Sixtina, los cardenales ya tienen un primer nombre propuesto como sucesor de Jorge Bergoglio. El arzobispo de Malta, Mario Grech, fue postulado por el cardenal Jean-Claude Hollerich como candidato a Papa durante los encuentros previos al cónclave. Hollerich, jesuita y colaborador estrecho del pontífice argentino, impulsó la nominación en el marco de las deliberaciones por el próximo liderazgo de la Iglesia Católica.
Grech, de 68 años, es uno de los impulsores del proceso de sinodalidad que Francisco promovió como eje de su papado. Fue confirmado como secretario general del Sínodo de Obispos, cargo desde el cual articuló reformas hacia una Iglesia más participativa, inclusiva y abierta. Su figura creció dentro del sector progresista del Vaticano y su perfil lo convierte en el heredero natural del proyecto iniciado en 2013.
El cónclave arrancará el 7 de mayo y será el más numeroso de la historia, con 135 cardenales electores. Para consagrar al próximo Papa se requerirá el voto favorable de 89 de ellos, es decir, dos tercios del total. La mayoría de los purpurados considera que la elección será rápida y que el resultado podría conocerse el jueves 8.
El proceso está marcado por la tensión entre las líneas progresistas y conservadoras de la Iglesia. La sinodalidad impulsada por Francisco generó resistencias internas, sobre todo en los sectores tradicionalistas. Los debates del Sínodo ahora se trasladan al cónclave, que elegirá si la Iglesia sigue por el camino de la apertura o gira hacia una visión más clásica, reseñó #LA17.
Hollerich, arzobispo de Luxemburgo, es una figura central del ala reformista y fue relator del Sínodo de la Sinodalidad. Su decisión de postular a Grech confirma una estrategia clara para dar continuidad a las reformas de Francisco. Ambos consideran que la Iglesia necesita renovar su vínculo con los laicos y ampliar el lugar de las mujeres.
Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, también aparece en la lista de candidatos con apoyo entre los cardenales. Sin embargo, Grech sería el primero en recibir un respaldo explícito en las conversaciones previas. La presentación de nombres anticipa una puja interna que será decisiva en los primeros escrutinios.
El próximo Papa deberá conducir una Iglesia con desafíos globales, divisiones internas y una pérdida sostenida de fieles en regiones clave. La figura de Francisco representó un giro hacia América Latina y una apertura inédita en la estructura eclesial. Su sucesor definirá si ese camino continúa o se modifica.
El Sínodo, iniciado en 2021 y prorrogado hasta 2028 por el propio Bergoglio, fue el escenario en el que Grech consolidó su perfil. El término “sinodalidad”, que significa “caminar juntos”, resume el espíritu reformista que muchos dentro del Vaticano buscan preservar. La candidatura del maltés sintetiza esa corriente.
La elección se hará en secreto, mediante voto escrito, y puede requerir varias rondas hasta alcanzar los dos tercios. En las últimas dos elecciones, tanto Ratzinger como Bergoglio fueron elegidos en la segunda jornada. Una elección rápida sería interpretada como señal de unidad dentro del colegio cardenalicio.
Solo cuando el elegido acepte el cargo se quemarán las papeletas para anunciar al mundo la fumata blanca. Hasta entonces, cada ronda de votación será seguida con atención desde todos los rincones del planeta. El humo negro indicará que el nuevo Papa aún no fue elegido.
El cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, tendrá un rol destacado durante el cónclave. Amigo personal de Francisco, oficiará la misa de los Novendiales, los nueve días de luto por la muerte del pontífice. Su participación, aunque simbólica, también refuerza la presencia latinoamericana en esta etapa decisiva.