PJ elecciones. Sergio Zilliotto y Carlos Verna lograron finalmente evitar la ruptura del PJ pampeano, tras acordar una lista de unidad para renovar las autoridades del partido.
El gobernador será el candidato a presidente y lo secundará Verna, exgobernador y jefe político de Zilliotto.
De esta forma, a diferencia de la lógica nacional y bonaerense, el peronismo pampeano, que mantuvo una línea histórica de no encuadrarse en el kirchnerismo, llegó a un acuerdo sin marginar a La Cámpora.
Según analistas de la política pampeana, la postal que muestra hoy el peronismo pampeano hubiera sido impensable hace apenas un año, cuando los intendentes de las diez localidades más importantes de la provincia armaron una mesa política, para mostrarle los dientes a Ziliotto, un gobernador sin reelección.
Mucho menos en 2021, cuando en disconformidad con el cierre de listas, que beneficiaba especialmente a María Luz «Luchi» Alonso, el exgobernador Verna puso punto muerto en plena campaña electoral y privó al peronismo de un senador nacional.
La relación entre el viejo caudillo y el gobernador, que además representan a dos ciudades rivales, Santa Rosa y General Pico, al estilo de la competencia entre Lomas de Zamora y La Matanza por hegemonizar la tercera sección electoral bonaerense, nunca fue sencilla. Por eso el «aterrizaje suave», se celebra en ambos campamentos.
Las políticas de Javier Milei parecen haber obrado para que el PJ pampeano se una. Un mes atrás, casi todos los intendentes de la provincia firmaron un documento de apoyo al gobernador en su lucha por la defensa de los derechos de los pampeanos.
Ziliotto es, con Kicillof, Insfrán y Quintela, integrante del grupo que no le aflojó al gobierno y mantiene su posición crítica al cuestionar el rumbo.
Su estrategia combina denuncias judiciales ante la Corte Suprema, intransigencia política para no firmarle ni votarle nada y prolijidad fiscal para no tener que ir a mendigar, explican en la justicialismo.
Aseguran que la amenaza del gobierno nacional de cerrar sucursales del Banco Nación ayudó a entender dónde está el «enemigo».
Sin el petróleo del MPN, sin la espectacularidad de los Rodríguez Saa, sin los escándalos del PRI mexicano, desde hace cuatro décadas el peronismo pampeano es un partido de poder.
Gobierna ininterrumpidamente desde la recuperación de la democracia en 1983, aunque su economía no reciba recursos extraordinarios y sus líderes sean (a veces excesivamente) sobrios.
En mayo de 2023, Ziliotto logró la única reelección que le permite la constitución provincial, pero su victoria fue más apretada que las anteriores y que las expectativas de su entorno.
Esto obligó a poner en marcha un sistema de revisión y alerta temprana de todo lo que podía y debía corregirse, desde la definición de candidatos locales al desarrollo de narrativas para defender la gestión, claramente, con la unidad del peronismo como condición necesaria pero no suficiente.
Por otro lado, La Pampa no tiene elecciones intermedias. Tanto los integrantes del legislativo provincial unicameral como los de los concejos deliberantes, son electos junto con el gobernador, cada cuatro años.
Las buenas noticias para el oficialismo coinciden con dificultades para la oposición.
El diputado nacional por esta provincia Martín Maquieyra (Pro) integra la comisión investigadora de la criptoestafa Libra y hasta sonó como su posible presidente.
Pero desde el PJ pampeano acusan que, a las órdenes del jefe del bloque PRO, Cristian Ritondo, a Maquieya se lo ve mucho más enfocado en defender al gobierno que en llegar a la verdad, bajo el argumento de «evitar el circo político que quiere hacer Unión por la Patria», cuestionan desde la oposición.
Hasta el antiperonismo es una frazada corta: cada paso que da el Pro hacia LLA es un paso que se aleja de la UCR, poseedora del único dispositivo territorial capaz de competir seriamente con el peronismo, explican politólogos locales.