El reciente operativo que culminó con siete detenidos en Río Gallegos preocupa en los organismos de seguridad nacionales. La presencia de cocaína con sello internacional y el uso de vehículos adulterados refuerzan la hipótesis de que el sur patagónico se convirtió en un corredor estratégico para el ingreso y distribución de drogas a pequeña escala.
Las investigaciones abiertas por el Juzgado Federal de Río Gallegos apuntan a determinar si la organización local actuaba como parte de una red más amplia, con vínculos con grupos de tráfico radicados fuera del país. La aparición del sello “Los Delfines del Perú” en los paquetes incautados es un elemento que los investigadores consideran significativo, ya que esa marca ha sido detectada también en decomisos de Chubut y Río Negro.
La Policía de Santa Cruz y las fuerzas federales vienen incrementando los controles en rutas nacionales y pasos fronterizos. En los últimos meses, los procedimientos se multiplicaron sobre la Ruta 3 y en los accesos a las localidades costeras, donde suelen moverse los envíos menores de droga que luego se fraccionan para su venta local.
En el caso de Río Gallegos, los detenidos operaban desde barrios periféricos y utilizaban canales digitales para acordar entregas, un mecanismo que les permitía reducir la exposición y mantener un flujo constante de clientes. Las tareas de inteligencia revelaron que parte de la distribución se realizaba mediante servicios de mensajería informal o “delivery” simulado, lo que dificulta la detección inmediata.
El fenómeno del narcomenudeo crece en las ciudades medianas de la Patagonia, donde la lejanía geográfica y la falta de recursos especializados complican la respuesta inmediata. En ese contexto, los organismos provinciales y federales intentan reforzar la cooperación y el intercambio de información para frenar el avance de las redes.
La expansión de las rutas del narcotráfico hacia el sur también genera un efecto social preocupante. El acceso fácil a pequeñas dosis de cocaína y marihuana en barrios urbanos refleja una tendencia sostenida en los últimos años, según fuentes judiciales consultadas. Los operativos recientes muestran que los grupos criminales diversifican sus métodos, combinando importaciones irregulares con la producción local de marihuana.
Río Gallegos, Comodoro Rivadavia y Puerto Madryn aparecen como puntos de conexión dentro del circuito patagónico. Desde esas ciudades se distribuyen cargamentos hacia el interior y la cordillera, aprovechando la baja densidad poblacional y los extensos corredores viales. La lógica del tráfico se apoya en estructuras pequeñas, que funcionan de forma fragmentada pero coordinada.
El caso de la capital santacruceña se suma a otros operativos recientes en Chubut y Neuquén, donde se detectaron movimientos similares. Las autoridades federales consideran que el aumento del consumo y la circulación de estupefacientes en la región exige una política de control más amplia y sostenida.




