La Casa Blanca confirmó este sábado que Estados Unidos no enviará a ningún alto funcionario a la COP30, la cumbre climática de la ONU que se celebrará a partir del 10 de noviembre en Belém, Brasil.
La decisión se produce mientras el presidente Donald Trump prioriza conversaciones bilaterales sobre asuntos energéticos con otros gobiernos, marcando una nueva distancia en la política ambiental internacional.
Ausencia en la cumbre de líderes climáticos
El presidente republicano, quien retiró por segunda vez a Estados Unidos del acuerdo climático de París tras su regreso al poder en enero, tampoco tenía previsto asistir a la cumbre de líderes previa a la conferencia. Según informó el medio DW, un funcionario de la Casa Blanca declaró bajo condición de anonimato que «Estados Unidos no enviará a ningún representante de alto nivel a la COP30», confirmando el bajo perfil que mantendrá el país en este evento global.
Enfoque en acuerdos bilaterales energéticos
La administración Trump justificó su posición señalando que el presidente «está dialogando directamente con líderes de todo el mundo sobre temas energéticos, como se puede apreciar en los históricos acuerdos comerciales y de paz, que tienen un foco significativo en las alianzas energéticas». Este enfoque bilateral contrasta con la participación en foros multilaterales como la COP30, reflejando la política energética que prioriza los acuerdos directos entre naciones.
Contexto de baja participación internacional
La decisión estadounidense se conoce luego de que Brasil, país anfitrión, anunciara el viernes que menos de 60 dirigentes mundiales han confirmado su asistencia a la cumbre de líderes programada entre el 6 y 7 de noviembre. Este año, por primera vez, la cumbre de líderes se celebrará por separado para descomprimir la demanda de alojamiento en Belém, una medida que no logró asegurar una participación masiva.
Impacto en las negociaciones climáticas globales
La ausencia de representantes de alto nivel de Estados Unidos, segunda economía mundial y uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero, podría afectar significativamente las negociaciones de la COP30. Esta postura refuerza el distanciamiento de la administración Trump de los esfuerzos multilaterales contra el cambio climático, consolidando una política ambiental que privilegia el desarrollo energético tradicional sobre los compromisos climáticos globales. Información extraída del medio DW.




