En una nueva jornada del juicio por la causa «Cuadernos», cinco reconocidos empresarios describieron un sistema de exigencias de dinero y amenazas directas para mantener contratos de obra pública. Sus testimonios detallan un mecanismo de recaudación ilegal durante los gobiernos kirchneristas.
El Tribunal Oral Federal N°7 retomó este martes la lectura de los testimonios centrales en el tramo de la Causa Cuadernos conocido como «La Camarita». Durante una audiencia de cuatro horas, se conocieron los relatos de cinco empresarios –Patricio Gerbi, Aldo Roggio, Juan Chediak, Carlos Wagner y Marcela Sztenberg– que describieron bajo qué condiciones operaba la obra pública, según informes del propio debate. En sus declaraciones, homologadas judicialmente, detallaron «pagos forzados» y un control estatal que condicionaba la participación en las licitaciones.
Los imputados coincidieron en señalar un sistema organizado de recaudación ilegal, donde el pago de sumas de dinero era un requisito excluyente para «seguir trabajando» y evitar graves represalias. Los testimonios, leídos por el Tribunal, apuntan a exfuncionarios de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, como Julio De Vido y Roberto Baratta, además de operadores como Ernesto Clarens.
Testimonios clave: amenazas, encuentros clandestinos y represalias
Los relatos, de 83 fojas leídas, pintan un panorama de presión sistemática. Patricio Gerbi(COARCO) declaró que, tras la firma de concesiones viales, Claudio Uberti le transmitió que, «por pedido del presidente Kirchner», debían hacer «un aporte de dinero regularmente o atenernos a las consecuencias». Gerbi describió amenazas directas: «Te voy a hacer fundir», «me voy a quedar con tu empresa». Ante su negativa inicial, sufrió inspecciones, multas y demoras en los pagos, lo que lo llevó a entregar entre 15.000 y 25.000 dólares en efectivo en bares.
Juan Chediak señaló exigencias del entonces ministro Julio De Vido, quien le habría dicho: «Si querés seguir trabajando tenés que pagar». Chediak contó que llevaba dinero al ministerio y que a veces le indicaban dejarlo «en el baño», con montos mensuales de hasta 250.000 pesos. Identificó a Ernesto Clarens como el centralizador de los cobros, con una advertencia clara: «Acá se es amigo o enemigo».
Una mirada estructural y el impacto personal
Carlos Wagner, ex presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, aportó una visión global. Declaró que desde 2004 se organizó un esquema para direccionar adjudicaciones y exigir retornos del 10 al 20% del anticipo financiero. Reconoció que su empresa ESUCO participó y que «la obra pública iba a ser uno de los métodos de recaudación de dinero».
Aldo Roggio admitió haber hecho entregas a pedido de Roberto Baratta, aunque afirmó que fueron con fondos personales (50.000 y 100.000 dólares) por temor a represalias. Por su parte, Marcela Sztenberg (EQUIMAC) relató el impacto personal: su socio volvía de reuniones «asustado», diciendo que «lo estaban apretando y pidiendo plata para la corona», refiriéndose a Clarens como interlocutor.
En su valoración, el fiscal Carlos Stornelli señaló a la Dirección Nacional de Vialidad como el engranaje central del sistema. Sostuvo que Cristina Kirchner ocupaba «la cúspide de la pirámide»destinada a recaudar dinero, mientras que Julio De Vido organizaba el mecanismo en obra pública. El debate continuará este jueves con la lectura de las 51 fojas restantes de «La Camarita». Informo el medio La17.




