El ministro de Defensa japonés, Shinjiro Koizumi, elevó este miércoles su alerta por la seguridad nacional tras una patrulla aérea conjunta de Rusia y China.
Según informó la agencia internacional Deutsche Welle (DW), aviones de ambas potencias, incluyendo bombarderos con capacidad nuclear, sobrevolaron aguas internacionales cerca de las islas de Okinawa en una clara «demostración de fuerza» contra Japón. Este episodio militar ocurre en medio de una crisis diplomática con Pekín, desatada por comentarios japoneses sobre Taiwán.
Una demostración de fuerza aérea sin precedentes
El Ministerio de Defensa japonés reportó que dos bombarderos estratégicos rusos Tu-95MS «con capacidad nuclear» y dos bombarderos chinos H-6 equipados con misiles de largo alcance realizaron un «vuelo conjunto de larga distancia» por el Pacífico. Las aeronaves, apoyadas por cazas chinos J-16 y un avión de alerta temprana ruso A-50, volaron entre las islas de Okinawa y Miyakojima durante aproximadamente ocho horas. El ministro Koizumi denunció en la red social X que esta acción «es un claro intento de demostrar su autoridad frente a Japón, lo que supone una grave preocupación para la seguridad». En respuesta, la Fuerza Aérea de Autodefensa de Japón desplegó cazas para monitorear la maniobra y prevenir violaciones de su espacio aéreo.
Un incidente previo que aumentó la tensión al rojo vivo
Esta patrulla conjunta se produce apenas días después de un grave incidente militar bilateral. El pasado domingo, Tokio acusó a dos cazas J-15 chinos, despegados del portaaviones Liaoning, de fijar sus radares de control de tiro contra aviones F-15 japoneses. En términos militares, esta acción es considerada un acto hostil, ya que equivale a preparar un posible ataque. Japón calificó el hecho como «peligroso y extremadamente lamentable» y convocó al embajador chino para presentar una protesta formal. Pekín, por su parte, negó la versión y acusó a los aviones japoneses de invadir zonas de entrenamiento y hostigar a su grupo de combate.
La raíz diplomática: las declaraciones sobre Taiwán y sus consecuencias
La escalada militar tiene su origen en una profunda crisis diplomática desatada en noviembre. La primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, sugirió que su país podría intervenir militarmente si China atacara Taiwán, argumentando que podría constituir una «amenaza a la supervivencia» para Japón. Pekín, que considera a Taiwán una parte inalienable de su territorio, calificó estas declaraciones de «injerencia flagrante» y «extremadamente graves». La respuesta china no se hizo esperar e incluyó una cascada de represalias: avisos de viaje para ciudadanos chinos que llevaron a cientos de miles de cancelaciones de vuelos a Japón, la prohibición de importar productos del mar japoneses y la paralización de licencias para películas y conciertos procedentes del país vecino.
Con el cielo sobre sus islas meridionales convertido en escenario de demostraciones de fuerza, Japón enfrenta una presión estratégica sin precedentes en las últimas décadas. La cooperación militar ruso-china, sumada a la firme postura de Pekín sobre Taiwán y las represalias económicas, configura un escenario de alta tensión en el noreste asiático. Tokio, que ya había solicitado un apoyo más claro a su aliado Estados Unidos, se ve obligado a navegar una crisis que combina amenazas de seguridad inmediatas con una profunda ruptura diplomática.




