En los últimos meses, Boca Juniors transformó su rendimiento para convertirse en el gran candidato al título del Torneo Clausura.
En este cambio colectivo, un nombre resuena con fuerza: Agustín Marchesín. El arquero, tras un inicio complejo, se erigió como el pilar defensivo que el equipo necesitaba para llegar a las semifinales y soñar con la vuelta olímpica.
De la crítica a la consagración: un año de transformación
El camino del guardameta de 37 años en el Xeneize no fue lineal. Como reconocieron medios especializados, su presente contrasta con aquel debut complicado hace poco más de diez meses. El propio Marchesín ha admitido que el apoyo de sus compañeros y el cuerpo técnico fue fundamental para superar esos momentos. Hoy, su liderazgo y seguridad son incuestionables, transformando una posición que era vista como una duda en una de las mayores certezas del equipo.
Los números de una muralla: vallas invictas decisivas
Las estadísticas no mienten y avalan su impacto. Marchesín lleva cuatro vallas invictas consecutivas en partidos clave: frente a River Plate, Tigre, Talleres y Argentinos Juniors. No recibe un gol en juego desde hace más de 520 minutos. Sus intervenciones han sido decisivas, como el penal atajado a Talleres en los cuartos de final o las varias atajadas espectaculares ante Argentinos para sostener el triunfo mínimo. Estos 402 minutos imbatido consolidan un cierre de año magistral.
Un futuro que se redefine: la confianza renovada
Este rendimiento excepcional ha modificado incluso los planes del club a mediano plazo. La idea de buscar un arquero titular para la próxima temporada se ha desdibujado. La confianza depositada en Marchesín es total, proyectándolo como el dueño del arco para 2026, con Leandro Brey como suplente. Su resurgir no es solo un dato anecdótico; es la piedra angular sobre la que Boca construye su sueño de salir campeón.
La información de este artículo fue extraída del medio TyC.




