Chubut repite el drama peronista nacional: ¿hay vida después de Cristina?
La verdadera colaboración no es alabar siempre.
Sino señalar los errores, hablando en un lenguaje claro
de realidad, verdad y amistad.
Juan Domingo Perón
Si algo mostró el resultado de las últimas elecciones en Chubut es el permanente conflicto interno que vive el peronismo provincial. La polarización de la elección entre Buzzi y Das Neves no dejó de ser una interna entre dos espacios peronistas que se dirimieron el poder. Las PASO sonaron bien como emblema de una democracia participativa pero no lograron resolver las diferencias de un justicialismo que ya lleva más de seis años dividido. La fecha de esa ruptura es bien conocida: en 2009, cuando Das Neves imaginaba que podía llegar a ser el próximo presidente de los argentinos, arribó a Puerto Madryn Néstor Kirchner para formar el Nuevo Espacio Peronista, que agrupaba a Carlos Eliceche, Néstor Di Pierro, Norberto Yauhar, Blas Meza Evans y Javier Touriñan, entre otros. El principio maquiavélico del “divide y reinarás” funcionó a la perfección. Aquella reunión de dirigentes terminó de quebrar al justicialismo provincial y sus heridas sangran hasta hoy.
En el medio ha pasado de todo: Buzzi se mudó al Frente para la Victoria cuando Das Neves insistió en su vicepresidencia con Duhalde; Das Neves, herido por la derrota, armó su propio partido y con un quirúrjico trabajo de militancia y alianzas ganó las elecciones para ser gobernador por tercera vez. Buzzi, que en principio era mirado con recelo dentro del FpV, terminó siendo el referente provincial de un kirchnerismo agónico. En la actualidad, si bien el bloque del PJ-FPV (el agregado de aquellas dos iniciales es todo un signo de época) se mantiene en una clara unidad de acción, su conformación responde a distintos referentes dentro del peronismo que mantienen silenciosas batallas entre sí: Martín Buzzi, Gustavo Mac Karthy, Carlos Eliceche y Néstor Di Pierro. No hay un líder natural que englobe a todo el movimiento y sabemos, así lo decía Perón, que el liderazgo es base central del movimiento justicialista. Esta acefalía, quizás, se resuelva en mayo, cuando el Partido Justicialista llame a elecciones internas y defina su conductor. Pero ¿quién podrá ser?
Los nombres que suenan
El pasado viernes, en Comodoro Rivadavia, un grupo de diputados provinciales mantuvo un almuerzo con el intendente Carlos Linares. Allí se habló, entre otras cosas, de bajar el nivel de intensidad en la pelea con el Ejecutivo, aunque los diputados manifestaron la dificultad de acordar políticas debido a la falta de interlocutores dentro del dasnevismo. También se acordó fortalecer la figura de Javier Touriñán para solidificar la unidad dentro del bloque. Por último, se habló de la presidencia del Partido Justicialista y, si bien no fue expresado con palabras, quedó implícita la voluntad de Carlos Linares de ser el próximo presidente del peronismo chubutense. Linares cuenta con la ventaja de ser intendente de una ciudad cuyo ingreso por regalías le permite establecer una independencia económica del gobierno provincial, lo cual puede llegar a ser un dolor de cabeza para Mario Das Neves en caso de que el comodorense tenga una postura opositora o quiera crecer en su liderazgo.
La construcción de Linares, además, involucra al intendente de Trelew, Adrián Maderna, con quien tiene una excelente relación, y a Gustavo Mac Karthy, con quien ha compartido más de una foto en los últimos meses. El jefe comunal de Comodoro trabaja silenciosamente para que ambos trelewenses lleguen a un acuerdo o una interna dentro del consejo de localidad de esa ciudad, y a partir de allí consolidar una alianza entre ambas ciudades. Esta puede estar la clave del futuro del partido justicialista que corre contra reloj: en la vertiginosa vida electoral argentina tendremos elecciones legislativas en el 2017.
El operativo retorno
El dasnevismo tiene un sueño: el regreso de Mario Das Neves al movimiento. Norberto Yauhar, ex ministro nacional, trabaja para el “operativo retorno” gastando ingentes sumas de dinero en cafeterías, convenciendo a los referentes del peronismo de lo fantástico que sería que el gobernador formara parte de sus filas en vistas de la relación dual que mantiene con Macri: si bien se apoyan públicamente, los legisladores de Cambiemos en Chubut se comportan como una oposición cerrada. Das Neves tiene proyecicón nacional: recibió en su despacho al salteño Juan Manuel Urtubey, quien se postula como la alternativa no kirchnerista dentro del peronismo nacional, buscando acuerdos para su regreso, y recibió elogios de Daniel Scioli, que pidió una amnistía para los peronistas que se fueron del partido, como De La Sota y Mario Das Neves. Sergio Massa sigue siendo, para todos ellos, una mala palabra.
Lo que sucede en Chubut es una escenificación pequeña de lo que ocurre a nivel nacional, y vale decir que la amenaza que se cierne sobre el Frente Para la Victoria es su extinción. El peronismo es un agujero negro de poder que lo asimila todo y en ese proceso de reconversión el FpV puede pasar a ser un frente más dentro de un peronismo, acaso más conciliador, liderado por uno de sus nuevos hombres grises. Si el Frente para la Victoria no logra establecer los consensos necesarios para avanzar en la búsqueda de un referente que aglutine a toda la militancia ese desgaste terminará siendo un enorme beneficio para el dasnevismo a nivel provincial y el macrismo a nivel nacional. Será cuestión de esperar mientras las heridas van sangrando. El retorno de Cristina, quizás acelerado por las llamadas desde Comodoro Py, es un factor a tener en cuenta, incluso para ella: sus lealtades son intensas pero no habrá caja para gestionar su modelo. Las palabras de Perón, mientras tanto, tienen una asombrosa actualidad: “Los partidos políticos triunfan o son destruidos por sus conductores. Cuando un partido se viene abajo, no es el partido político quien tiene la culpa, sino el conductor”.